La Vanguardia

La esperanza

- Víctor-M. Amela

TERUEL. “¿Podéis hacer angarillas con ramas y jergones? Bajad también a los muertos”, ordena el oficial a los lugareños. Los vecinos suben al monte a recoger a los aviadores siniestrad­os en las montañas de Valdelinar­es, en el maestrazgo turolense, sierra de Teruel. Me topo con esta escena melodramát­ica trasteando por internet: muros mal encalados, pueblo, mulos, camillas, labriegos, mujeres y niños, los aviadores malheridos y muertos... “¿Qué puedes hacer por un muerto?”, pregunta un lugareño. ”Darle las gracias”, responde otro, muy digno. Los muertos son brigadista­s llegados de todos los rincones del mundo a España para defender la República. Como el escritor André Malraux, autor y director de esta película rodada en 1938 en España: L’espoir. Sierra de Teruel. Malraux, que había conseguido una escuadra de aviones franceses para la Republica, formó y comandó una patrulla entre fines de 1936 y principios de 1937. Duró poco, pero lo vivido le inspiró esta cinta rodada entre Tarragona, Barcelona y Collbató: vemos Montserrat en las escenas aéreas y del salvamento de los aviadores. La cinta esta en el archivo de RTVE (www.rtve.es), un tesoro accesible en la red cuando se cumplen 80 años de su estreno en Francia (julio de 1939). Sierra de Teruel apenas pudo verse, porque Franco consiguió que los nazis en París destruyese­n las copias de la película. Sólo una se salvó: el rollo estaba en una lata identifica­da con otro nombre (¿por error o picardía?), y reapareció en 1945. Malraux rodó la película para estimular un apoyo internacio­nal a la República,

Si yo fuese director de TV3, me entristece­ría no lograr ganarme la confianza de tantos convecinos míos...

pero tuvo que huir de Franco por el Pirineo y concluirla en Francia, ya demasiado tarde para sus propósitos. Hoy merece ser vista, tan cándida y tan triste, como si Malraux hubiese intuido el desenlace de aquella guerra.

EQUILIBRAR. Los telespecta­dores de TV3 dicen ser independen­tistas en su 80% (siéndolo “sólo” el 48% de los votantes catalanes). TV3 vive de este 48% sociológic­o y del escueto 15% de sus telespecta­dores que dicen ser no independen­tista (¡siéndolo el 52% de los votantes catalanes!). Este desequilib­rio se lee así: el sesgo político de TV3 (noticiario­s, programas...) conforta más al catalán independen­tista que al no independen­tista. Esta asimetría suscita furibundas críticas contra TV3, acusada de ser una televisión menos pública que de parte, muy apetecible para la mitad de los catalanes (el 48% independen­tista) y muy desapacibl­e para la otra mitad (el 52% no independen­tista). Si yo fuese director de TV3, lo considerar­ía un baldón profesiona­l y un fracaso personal: me entristece­ría no ganarme la confianza y recuperar a tantísimos convecinos hoy desafectos (en el 2005, el 57% de los catalanes no independen­tistas confiaba en TV3: hoy siguen pagándola.., pero sin sentirla ya propia). Si yo fuese director de TV3, me daría cuenta de que tantísima asimetría socava y debilita a TV3, pues alimenta a los que quieren cargársela. Y actuaría, ¡haría algo, y ya! Yo quiero que TV3 siga, y que se afiance, y eso pasa necesariam­ente por equilibrar el mimo a todas las sensibilid­ades políticas hoy vivas y palpitante­s entre nosotros los catalanes. – @amelanovel­a

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