NAUFRAGIO ARTÍSTICO
El trágico hundimiento de un pesquero en el 2015 se convierte en obra de arte en la Bienal de Venecia.
La noche del 18 de abril del 2015 permanece enquistada en la memoria de los italianos. Un gran pesquero de construcción egipcia había zarpado desde las costas libias con más de 700 personas, aunque se sospecha que podrían llegar a 1.000. Eran migrantes, parte de ellos sirios escapando de la guerra, y estaban convencidos de que pisarían Italia en busca de las promesas de Europa. Sólo lo lograron 28.
El naufragio del pesquero egipcio es el retrato más cruel de la pesadilla en que se ha convertido el Mediterráneo estos últimos años. Cientos de personas perdieron la vida de la peor manera, entre las cubiertas de un buque que perdió el equilibrio al otear un carguero portugués que intentó socorrerles. La mayoría se ahogaron en la bodega y la sala de máquinas, donde estaban encerrados para no causar disturbios. Es una de las peores tragedias que han visto estas aguas, si no la peor.
Ahora este barco, símbolo de la muerte en el mar en estos largos años de crisis migratoria en el Mediterráneo, se expone en el Arsenal de Venecia, los antiguos astilleros de la ciudad, como obra de arte. Se llama Barca Nostra, pertenece a la edición de la Bienal recién inaugurada y la ha llevado a cabo el artista suizo-islandés Christoph Büchel.
La obra tiene el evidente propósito de provocar y de que los visitantes se cuestionen si Europa hace todo lo suficiente para evitar que se vuelvan a producir estos desastres. Büchel ha logrado de sobras su objetivo, y también ha suscitado un interesante debate sobre los límites del arte contemporáneo. Varios críticos se han preguntado si es adecuado el acercamiento a la tragedia, sobre todo porque ningún panel explica su significado. El diario The Guardian, por ejemplo, considera erróneo exponer los restos del navío “en un contexto puramente artístico, lejos de las instituciones que fueron responsables de la tragedia o de las comunidades que testimo
nian este horror”. Las oenegés en cambio creen que es acertado recordar la vigencia de la crisis. “Contribuye a reflexionar en serio, que es el objetivo principal del arte contemporáneo”, ve el veneciano Beppe Caccia, jefe de misión del barco de rescate Mare Jonio, ahora incautado por las políticas de Salvini.
El pesquero egipcio fue llevado a tierra firme hace tres años gracias a la apuesta del primer ministro de entonces, Matteo Renzi, que decidió gastar más de nueve millones de euros de los bolsillos de los italianos en reflotarlo. “Dije: nosotros somos Italia”, recordaba Renzi el miércoles en su despacho de senador en una entrevista con La Vanguardia.
“La civilización europea inicia cuando se da sepultura a los migrantes, cuando Príamo pide a Aquiles el cuerpo de su hijo Héctor, cuando Antígona decide desafiar a su tío para reclamarle sepultura a su hermano. Estos son nuestros valores. ¿Cuesta nueve millones? Sí, los gastaremos”, afirmó.
Después de una operación faraónica