Larga es la noche
AAlfred Hitchcock le preguntaron en una ocasión qué era el suspense, género cinematográfico del que era un maestro. El cineasta respondió: “Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Esto es el suspense”. La jornada electoral del 26-M no pudo ser más incierta en Madrid o Barcelona. Suspense en estado puro. En las dos grandes ciudades españolas parecía que iban a repetir las alcaldesas de izquierda Manuela Carmena y Ada Colau –de hecho, iban por delante con casi el 70% escrutado–, hasta que por unos puñados de votos se pusieron por delante la mayoría de derechas en el Consistorio madrileño (PP, Cs y Vox) y Ernest Maragall (ERC) en el Ayuntamiento barcelonés. La noche había sido larga, como en la añeja película de James Mason, pero sobre las 23.15 h cambió el escenario. Ni Hitchcock lo hubiera superado.
En las elecciones europeas no hubo incertidumbre alguna,
más allá de tener que esperar hasta pasadas las 11 de la noche para conocer el resultado, ante el hecho de que el cierre de los colegios electorales en Italia era precisamente a esa avanzada hora. El PSOE volvió a ganarlas después de quince años, aunque curiosamente era con el mismo cabeza de lista que entonces, Josep Borrell. En total, obtuvo 20 parlamentarios (+6), mientras que el PP se quedó en 12 (–4). En la pugna entre Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, ERC quedó por delante porque iba junto con Bildu y BNG, con tres escaños, si bien en Catalunya el expresident, con dos, ganó el pulso. El resultado refuerza a Pedro Sánchez a los ojos de Bruselas, lo que le permitirá que España recupere la visibilidad perdida en las instituciones europeas. Más complejo será el acuerdo de gobernabilidad del PSOE con
Podemos, que no ha tenido un buen resultado y ha perdido las alcaldías de Barcelona y Madrid.