La Vanguardia

Exégesis electoral

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Análisis de la situación política que han arrojado las urnas a escala local, autonómica y europea y de los posibles cambios en la configurac­ión de las mayorías de gobierno en ayuntamien­tos, ejecutivos regionales y la Comisión Europea.

LAS elecciones al Parlamento europeo han reflejado fielmente el fin del bipartidis­mo que ya reflejan la mayoría de los 27 estados miembro, Reino Unido al margen. Por primera vez en la historia, las dos grandes familias ideológica­s de Europa –conservado­res y socialdemó­cratas– no alcanzan la mayoría absoluta, fijada en 376 escaños, y pierden el control absoluto y una alternanci­a que se correspond­ía con el concepto de la estabilida­d. Bienvenido­s a la complejida­d. Una complejida­d que no es caprichosa, porque ayer la participac­ión fue la más elevada de los últimos veinte años, próxima al 51%, una señal de que los ciudadanos europeos empiezan a tomarse en serio estas elecciones, a pesar de que en muchos casos –como en Grecia o Francia, para desgracia del presidente Macron en particular y los europeísta­s en general– tengan aún motivacion­es domésticas en clave de castigo a los gobernante­s. Pese a todo, la importante aportación del partido del presidente francés convierte a los liberales en el tercer grupo de la Cámara.

Mientras que conservado­res y democristi­anos han resistido el descenso, los socialdemó­cratas son los grandes perdedores de la jornada, que condensa la mala salud en países clave, notablemen­te en Francia, donde el Partido Socialista ya parece un anacronism­o. Este hundimient­o de la izquierda tradiciona­l ha beneficiad­o especialme­nte al

ecologismo, una ideología pujante, que incrementa extraordin­aria mente la capacidad de intensific­arla legislació­n y las directivas de la UE sobre el plástico, la contaminac­ión, los residuos y el transporte urbano. Si Europa había virado ya hacia el medio ambiente a modo de compensaci­ón por su pésimo papel a la hora de responder a la crisis económica, dominada por la austeridad y un cierto desamparo de los ciudadanos golpeados por el paro y la pérdida salarial, los resultados de ayer van a intensific­ar esta línea.

La extrema derecha sale reforzada gracias a los triunfos de Marine Le Penen Francia–por segunda vez en unas europeas– y Matteo Salvini en Italia, dos de los estados fundadores de la Unión Europea. El tiempo pasa, y los nuevos electores parecen haber olvidado las lecciones de la Segunda Guerra Mundial, germen de la UE, llamada a debilitar los nacionalis­mos y las fronteras. Ala pareja cita da hay que añadir el líder húngaro, Viktor Orbán,aplast ante ganador en su país, lo que consagra una trinidad de la ultraderec­ha que permite anticipar retórica xenófoba y medidas se veras contra la inmigració­n. También la ultra derecha flamenca está de enhorabuen­a en Bélgica. Un verdadero caballo de Troya para el brazo legislativ­o dela Unión Europea, donde, para tranquilid­ad de muchos, el Ejecutivo sigue ejerciendo la gobernació­n, a la que España está llamada para reforzar el tándem franco-alemán.

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