Lewis Hamilton
Hamilton sobrevive a 53 vueltas de acoso de Verstappen y al ‘graining’ de sus gomas
PILOTO DE FÓRMULA 1
Lewis Hamilton (Mercedes) se adjudica el Gran Premio de Mónaco después de una agónica carrera en la que sufre el agobiante acoso del Red Bull de Max Verstappen y el peligroso desgaste de los neumáticos de su bólido.
A Lewis Hamilton le ocurrirá como a Pedro y el lobo: tantas veces alertando de que viene el peligro, acongojado, entrando en pánico, como ayer en Mónaco, que un día llegará de verdad y nadie le creerá. Pese a sus sollozos, sus lamentos y quejas desesperadas por el estado crítico de sus neumáticos y el acoso agobiante de Max Verstappen, el pentacampeón inglés acabó venciendo en el circuito urbano e ignorando la moraleja de la composición de Prokófiev. Con su tercer triunfo del curso y el tercer puesto de Valtteri Bottas, Hamilton abre hueco de 17 puntos al frente del Mundial.
No parecía broma, ni dramatización, la preocupación de Hamilton. “Vamos a perder esta carrera, Bono –le decía a Peter Bonnington, su ingeniero de pista–. No puedo cuidar los neumáticos, no puedo mantener al coche de atrás”, se desesperaba por radio el inglés hacia la vuelta 56 de las 78 de la interminable procesión de Mónaco. Tenía más de 20 giros por delante y veía que más pronto que tarde Verstappen, despiadado lobo hambriento al acecho, le lanzaría las garras. Lo tenía a 7, a 6, a 5 décimas. Sentía su aliento.
Aunque Hamilton, que sufría para hacer girar su Mercedes en las curvas lentas por el graining de sus gomas (degradación en forma de virutas que hacen perder agarre), tenía un aliado: la pista estrecha y los guardarraíles amenazantes que encogían el asfalto cada vez que Verstappen buscaba un hueco para rebasar al Mercedes.
Fue esa disputa dramática, prolongada durante 53 eternas vueltas, lo que revistió de heroicidad la victoria de Hamilton en Mónaco, la más agónica de las 77 que acumula ya el inglés. “Ha sido la carrera más dura que he tenido –admitía Lewis–, he luchado con el espíritu de Niki (Lauda) porque sé que está mirando desde arriba y se quitaría el sombrero”, le dedicaba la victoria.
Como se podía prever, la carrera de Mónaco siguió el guion que predetermina la parrilla, dada la dificultad para adelantar. La salida, el momento más determinante, no deparó grandes cambios en la jerarquía. Hamilton salvaguardó la posición preferente lograda el sábado, Bottas le siguió ante el acoso de Verstappen, que tuvo que levantar el pie en el embudo de Sainte Devote para no tocarse con el Mercedes, y Vettel conservó el cuarto.
En los primeros compases, el animador fue Charles Leclerc, con gacos nas de resarcirse del fiasco de su equipo, que el sábado lo envió al fondo de la parrilla (15.º) por un error de cálculo. Tras la posición ganada en la salida a Räikkönen, se comió a Norris en Loews y a Grosjean en La Rascasse con un adelantamiento salvaje, lo más espectacular que se vio. Pero al intentar la misma maniobra sobre Hülkenberg sufrió un trompo y un pinchazo que le llevó al último puesto y posteriormente a la retirada. Salió el coche de seguridad (v. 11), la carrera se reagrupó y ahí cambió el guion.
Al pasar los cuatro primeros por el pit-stop a cambiar gomas, Bottas perdió la segunda plaza, adelantado por Verstappen con una incorporación peligrosa –que costó 5 segundos de penalización al holandés–, y Mercedes optó por calzar neumátiamarillas (los medios) a Hamilton. El resto escogía los blancos (duras). Una decisión que casi cuesta la victoria a Hamilton y que le llevó por el camino de la amargura, ya que el caucho empezó a degradarse en graining y a perder adherencia paulatinamente. “No sé qué habíais pensado cuando queríais que estos neumáticos aguantasen hasta el final”, se quejaba a su equipo. La situación degeneró en dramática.
Hamilton sufría para contener a un Verstappen que le apretaba las tuercas y el holandés se desesperaba para pasar, porque la penalización de 5 segundos lo retrasaría dos posiciones. Vettel, tercero, distanciado, no entraba en la pelea para evitar el desgaste de sus gomas.
El ataque definitivo se veía venir. El lobo, al final, acaba llegando. A falta de tres giros, en la frenada de la piscina, Max se tiró a tumba abierta, en la frenada tocó el neumático trasero de Lewis, que hizo un recto comiéndose la chicane. El inglés salvó el zarpazo y el holandés, con tiento, evitó llevarse puesto al Mercedes. Pero la sanción de 5 segundos le retrasó al cuarto puesto. Vettel y Bottas avanzaron una casilla.
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El tercer puesto de Bottas –no hubo doblete plateado– permite al inglés aumentar a 17 puntos su ventaja