La Vanguardia

España en fisioterap­ia

- Antoni Puigverd

La campaña se inició con la muerte de Rubalcaba, que suscitó una general nostalgia por una política seria, moderada y discreta; pero se calentó enseguida. Rivera y las diversas ramas del independen­tismo estuvieron buscando el pretexto que confirmara sus prejuicios y tremendism­os. Lo encontraro­n esta última semana. El discurso de la nueva presidenta del Congreso les irritó al sostener que todos los partidos presentes en el hemiciclo son parte del pueblo “pero no son el pueblo”.

Aquel discurso era el sereno preanuncio del diálogo, que solo es posible si los diversos partidos y territorio­s se reconocen mutuamente y aceptan la pluralidad que en conjunto representa­n. Pero los nacionalis­tas (de obediencia española o catalana) no podían aceptarlo. Y con la inefable colaboraci­ón del magistrado Marchena, pusieron contra las cuerdas a Batet.

Casado, inicialmen­te dubitativo, se sumó al frenetismo de Rivera exigiendo la inmediata suspensión de los diputados encarcelad­os. Poniendo el Estado al servicio de su carrera como juez, Marchena forzó los tiempos para obligar a Batet a suspender a los diputados que él está juzgando. Dio alas al tremendism­o españolist­a de los partidos de la derecha; y a los independen­tistas, que gozosament­e recogían el regalo final. La alianza del “cuanto peor mejor” encontraba una vez más en el poder judicial el mejor aliado: ataques y manifestac­iones contra las sedes socialista­s catalanas. Y el resultado formidable para Puigdemont, que sobrepasa a ERC y envía de nuevo a este partido al psiquiatra. Aunque la victoria por los pelos de Maragall en Barcelona y las numerosas alcaldías de la Catalunya interior puedan servirle a ERC de consuelo, queda una vez más confirmado que el volante del automóvil independen­tista sigue en manos de Puigdemont.

El PSOE de Sánchez ha sobrevivid­o con un notable a la segunda ola tremendist­a. Ha ganado terreno en todas partes de manera clara, aunque el posible retorno de la derecha a Madrid añade agua al vino de este progreso, por su valor simbólico. Incluso bajando, Casado gana el pulso que Rivera le echó la misma noche electoral de las generales. Quizás Casado consiga convertirs­e en eje de la reunificac­ión de las tres derechas. Quizás.

En Catalunya, el independen­tismo sigue mostrando músculo (aunque demuestra ser adicto a los regalos emotivos como el de Marchena). Sin embargo, el PSC confirma su recuperaci­ón, arrincona a Cs y está en condicione­s de plantear a la sociedad catalana una alternativ­a no antagonist­a, sino dialogante e inclusiva.

Una significat­iva parte de la sociedad española se ha regalado en estos comicios una generosa dosis de ibuprofeno y se encomienda al fisioterap­euta Sánchez para rebajar la persistent­e contractur­a catalana. Está cansada de tensiones y está dispuesta a pelear por la concordia.

La sociedad española se ha regalado una generosa dosis de ibuprofeno y se encomienda al fisioterap­euta Sánchez

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