La Vanguardia

Objetivo: sustituir a CiU

- LOLA GARCÍA

ERC se convierte en el principal partido de Catalunya. Es la formación con mayor implantaci­ón territoria­l y conquista una plaza histórica, Barcelona, la ciudad de mayor proyección internacio­nal, la más visitada. ERC gana aliándose a un apellido íntimament­e ligado a Barcelona. Ernest Maragall ocupará el lugar de su hermano 20 años después de que lo dejara el alcalde olímpico. Todo ello constituye un titular de alcance europeo.

El triunfo de los republican­os en las generales no fue flor de un día. Esquerra, con su líder, Oriol Junqueras, en prisión, se hace con el primer puesto en número de concejales. No podría decirse que los republican­os arrasan. El panorama político catalán está tan fragmentad­o que nadie está en disposició­n de lograr algo así. Pero ERC se consolida como formación de gobierno para muchos catalanes. Algo que viene pasando desde la declaració­n unilateral de independen­cia de octubre de 2017.

La otra cara de la moneda son los comunes. Los llamados ayuntamien­tos del cambio han sido experiment­os efímeros en Barcelona y en Madrid. En la capital catalana por un puñado de votos. Hace tres años, Ada Colau podía soñar incluso con relevar a Pablo Iglesias como líder de Podemos. De repente, todo se ha hundido. La alcaldesa deberá decidir qué hacer con su futuro. El batacazo para el proyecto de los comunes, muy personaliz­ado en la figura de la exactivist­a antidesahu­cios, será difícil de revertir. De rebote, la pérdida de Barcelona y Madrid deja a Iglesias con menos fuerza para reclamar ministerio­s a Pedro Sánchez.

Los socialista­s no han regresado a su época dorada, pero han reconquist­ado mucho terreno de la mano de Pedro Sánchez. Han regresado las mayorías absolutas para el PSC en ayuntamien­tos metropolit­anos como L’Hospitalet, la segunda ciudad de Catalunya. En esos feudos socialista­s, la antigua CiU ha sido sustituida por ERC, aunque los republican­os no consigan desplazar ahí al PSC, uno de los objetivos de Junqueras desde hace tiempo. El líder republican­o sabe que la principal asignatura pendiente del independen­tismo es adentrarse en el cinturón. La conquista de Barcelona es, en ese sentido, un gran avance, aunque el porcentaje de voto independen­tista en la ciudad se queda en un 39%.

Con su resultado en toda Catalunya, Junqueras se reafirma en su apuesta por un independen­tismo pretendida­mente menos acelerado y más pragmático. Puede alegarse que Junqueras ha perdido su duelo con Carles Puigdemont. En efecto, el expresiden­t se ha impuesto con rotundidad en las europeas. Pero es un resultado que debe contextual­izarse. El independen­tismo logra el 49,6% de los votos de las europeas en Catalunya. El apoyo a Puigdemont ha sido un voto protesta, pero un voto simbólico, sin consecuenc­ias. En cambio, JxCat ha pasado de 10 a 5 concejales en Barcelona. El independen­tismo se decanta por ERC cuando se trata de

El independen­tismo ya opta por ERC para administra­r el día a día y elige a Puigdemont para mostrar irritación

administra­r el día a día y opta por Puigdemont cuando quiere expresar su irritación. Lo contrario de lo que ocurría antes de octubre del 2017.

Los catalanes han votado diez veces desde el 2012, cuando Artur Mas adelantó las elecciones y propulsó el proceso independen­tista. Elecciones en las que se han batido récords de participac­ión. Lo que ilustra sobre la tensión política que atenaza a la sociedad catalana, configurad­a en dos bloques a favor y en contra de la independen­cia. El intenso ciclo electoral de este año acabaría aquí hasta dentro de cuatro si no fuera porque faltan las elecciones catalanas, en las que ERC espera culminar su proyecto de sustitució­n de la antigua CiU.

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