El efecto electoral de Puigdemont mantiene el pulso y gana en Europa
JxCat cede terreno en las municipales pero resiste en sus principales feudos
A JxCat siempre le queda Carles Puigdemont. El tirón electoral del expresidente de la Generalitat reanimó ayer a una marca construida en torno a su figura con un balsámico triunfo en las elecciones europeas. Y es que, tras el resbalón de los pasados comicios generales, a lo que se agregó este domingo otro bache municipal en el cómputo global del territorio catalán, a los posconvergentes sólo les quedaba una bala para no quedar relegados en el tablero independentista: el factor Puigdemont, que ya les situó por encima de ERC en las autonómicas el 21-D del 2017 y ahora repite al vencer con más de un millón de votos que les concede dos escaños en la Eurocámara: junto al expresident entra el exconseller Toni Comín, no así la también exconsellera Clara Ponsatí, que se quedó a unos 60.000 sufragios de sellar el triplete con el que soñaba la formación posconvergente. “Entraremos en el Parlamento Europeo y diremos: ‘somos los del 1-O y hemos ganado las elecciones en Catalunya’”, celebró Puigdemont. “Al inicio las encuestas nos daban cero escaños y hemos ganado en las cuatro demarcaciones y en la ciudad de Barcelona”, reivindicó.
Ya los avisaban en las filas de JxCat tan pronto salieron del horno los resultados del 28-A: este es un ciclo electoral a dos vueltas. Y el segundo partido se juega en Europa, cabía añadir, un escenario en el que Puigdemont juega en casa. Desplazado a Bélgica desde hace un año y medio, el expresident ha aprovechado su proyección exterior, el autodenominado “trabajo en el exilio” –entre él, Comín y Ponsatí han pisado siete países de la Unión Europea (UE) en campaña– para erigirse como la voz del proceso soberanista catalán en Europa. Una voz que ayer se tradujo en votos.
El medio millón de sufragios cosechado hace un mes por JxCat se duplicó ayer para rebasar la barrera del millón. Una cifra que también se quedó por encima de los 850.000 sufragios firmados hace un lustro en las europeas del 2014 por CiU en coalición con PNV y Coalición Canaria –300.000 votos llegaron entonces desde fuera de Catalunya. La apuesta en solitario por una candidatura en clave catalana le ha funcionado en estos comicios de circunscripción única. De hecho, Puigdemont ha arañado 40.000 papeletas en el resto del Estado.
En Catalunya, los posconvergentes bebieron, y mucho, de ERC, a lo que añadió sorbos, seguro, de fuentes de la CUP. Si se pone la lupa en la comparativa entre municipales y europeas, se aprecia que en Barcelona la marca europea de JxCat triplicó los votos de la candidatura municipal. Un tono que tiene su eco en toda Catalunya y contra la que no ha servida la insistente campaña “dos urnas, un mismo voto” de JxCat por arrastrar apoyos de Puigdemont a las municipales.
En todo caso, y pese al evidente cara a cara dentro del ring independentista, Puigdemont insistió una y otra vez en campaña que el 26-M no era un duelo entre él y Junqueras, y que al otro lado del cuadrilátero quien había era el Estado español. “En la fotografía de país es una muy buena noche del independentismo”, valoró Elsa Artadi, desde la sede electoral, al destacar “el 50% de votos independentistas” en las elecciones europeas. “Habrá dos exiliados y un preso político en el Parlamento Europeo”, siguió la exconsellersa y actual número dos de JxCat por Barcelona para pronosticar “el intenso trabajo que se hará ahora desde dentro de las instituciones”.
Más allá de la defensa de la herencia del 1-O, JxCat ha hecho una campaña de tono muy europeísta. Es por ello que ayer uno de los análisis que hizo la candidatura enfocaba a todo el panorama de la UE. “En contraste con nuestros buenos resultados, manifestamos nuestra inquietud por el incremento de fuerzas de la extrema derecha en Europa”, manifestaba Toni Comín. Ante ello, defendió a JxCat como “bastión del europeísmo”.
Con todo, y pese a ceder terreno en número de votos y concejales totales, JxCat resiste, sin estridencias y sin tapar la herida de otras contiendas electorales, en el examen municipal. No obstante, sigue siendo la fuerza que se ha impuesto en más municipios, aunque por debajo de las franja de los más de 400 ayuntamientos que asumió en 2015 –eran más de 500 en el 2011–. En este sentido, más allá de su pobre resultado en la capital catalana, ha conseguido ser la fuerza más votada en sus principales feudos locales: Sant Cugat del Vallès, Girona, Vic, Igualada y, especialmente, Reus, la ciudad con más habitantes donde gobernaba. De hecho, la localidad reusense marca una pauta que se repite a lo largo del mapa tradicional del espacio convergente: aguanta al frente, pero pierde fuerza.
“Es un buen resultado territorial”, resumió el presidente del PDECat, David Bonvehí, que dijo que “estarán a disposición de los gobiernos de progreso nacional y social”. Entre las pérdidas destacadas, La Seu d’Urgell y, por apenas un puñado de votos, Manresa. JxCat se queda, además, sin presencia en el pleno municipal de la segunda ciudad en población de Catalunya, l’Hospitalet de Llobregat, y entra, como última fuerza, en las dos siguientes: Terrassa y Badalona.
El expresident se vuelve a imponer en su duelo particular con Junqueras como el 21-D
JxCat duplica sus votos del 28-A, aunque no se traslada a las urnas locales