Barcelona en manos de ERC
BARCELONA vivió ayer unas elecciones municipales muy disputadas, seguidas de un recuento de infarto que se prolongó hasta pasada la medianoche. Los sondeos preveían un codo a codo entre ERC y BComú, cuyas candidaturas encabezaban Ernest Maragall y Ada Colau, con ligera ventaja para el primero. Así lo confirmaron las urnas. Pero con un tercio del recuento ya efectuado, la candidatura del PSC liderada por Jaume Collboni participaba todavía en esa lucha. Luego, paulatinamente, se iría distanciando, aunque mejoró el resultado que le daban las encuestas. Los porcentajes disponibles a la hora de cerrar esta edición, que daban la alcaldía a Ernest Maragall, evidencian el ajustado resultado de las municipales en Barcelona. ERC había recogido, con más del 99% del voto escrutado, el 21,3% de los sufragios; BComú, el 20,7%; y el PSC, el 18,4%. Lo cual les otorgaría, respectivamente, 10, 10 y 8 concejales, en un Ayuntamiento que cuenta con 41. Por detrás de estas tres formaciones quedaban la candidatura BCN Canvi Cs de Manuel Valls, con 6 concejales; Junts per Catalunya, con Joaquim Forn como cabeza de lista y 5 concejales; y el Partido Popular, con Josep Bou y 2 concejales.
Las lecturas que pueden hacerse del resultado son varias. Para los independentistas, la victoria de ERC constituye un golpe de efecto, que le permite tratar de alinear la capital catalana con sus objetivos soberanistas y arrebatar a Junts per Catalunya el estandarte independentista en la Casa Gran. Pero, en términos sociales, estas elecciones reflejan la persistencia de una mayoría izquierdista de larga tradición en Barcelona: la suma de los votos de ERC, BComú y el PSC supondría casi dos tercios de los escaños del Ayuntamiento.
Aunque la ajustada victoria en Barcelona ha sido para ERC, la sorpresa de estas elecciones la ha protagonizado el PSC. A priori no parecía rival frente a BComú y ERC. Pero lo que se preveía como una lucha entre dos por la primera posición fue durante buena parte del recuento una lucha entre tres. El viento favorable que ya impulsó al socialismo en las generales del 28-A ha vuelto a soplar ahora, tanto en Barcelona como en algunas de las principales ciudades de su cinturón industrial, donde el PSC fortalece posiciones. Pero no es menos cierto que este partido pierde fuerza en el Consistorio de Tarragona y ve peligrar la alcaldía en Lleida. En Girona, la lista de Junts per Catalunya fue la vencedora.
En Barcelona, sin embargo, los resultados no han sido buenos para Junts per Catalunya, que pierde cuatro de los concejales que tenía su anterior marca electoral, Convergència i Unió. Ni lo han sido tampoco para la CUP, que se queda sin representación municipal.
En Madrid, Manuela Carmena ganó las elecciones, pero la agregación de los votos obtenidos por el PP, Ciudadanos y Vox basta para echarla de la alcaldía. De poco le habrá servido la reducción a 2.700 millones de euros, en cuatro años, de una deuda municipal que, cuando recibió la vara de mando de la popular Ana Botella, ascendía a 4.800 millones de euros.
Hemos dicho a menudo, y hoy lo reiteramos, que el primer objetivo de los gestores de Barcelona debe ser administrarla con criterios de excelencia y, al tiempo, definir un proyecto de progreso colectivo para el futuro. Este es un principio válido para todo municipio e imprescindible en Barcelona, cuya historia, diversidad y potencial obligan al nuevo alcalde a concentrar sus esfuerzos en la mejor gestión posible de la ciudad.