La Vanguardia

El lujo planta cara a internet

Las marcas exclusivas remodelan sus tiendas y ofrecen “experienci­as” para competir con la compra online

- PILAR BLÁZQUEZ Madrid

En plena era de tecnología, pantallas, conexión continua y lujo accesible a golpe de clic, las tiendas del diseñador de lujo Loro Piana invitan al relax, la reflexión y, si se tercia, a una pausada conversaci­ón. “Sugerimos aparcar el móvil en la entrada y disfrutar de la conversaci­ón. Incluso hay clientes que hacen negocios en nuestras tiendas”, explica Fabio d’Angelanton­io, consejero de la compañía en su intervenci­ón en el FT Business of Luxury Summit que, por primera vez, se celebró en Madrid hace unos días.

Esa atención humana ha sido calificada por The New York Times como “the luxurifica­tion of human engagement”, en la medida que el contacto personal entre humanos adquiere concepto de lujo.

Asegura el rotativo americano que el 74% de los consumidor­es dice que sería más leal a una marca si esta le permite relacionar­se con un humano que si la atención es a través de un canal digital o robot.

Rediseñar la tienda física para convertirl­as en un lugar de encuentro con sus clientes es ya una obligación para las marcas de lujo. Relax, arte, incluso educación, son reclamos válidos. Destaca la apuesta de Alexander McQueen por convertir la zona más noble de su tienda de Old Bond Street, en Londres, habitualme­nte reservada para los clientes más vips, en un espacio al servicio de la formación para los jóvenes estudiante­s de moda con talento.

Además de convertir la tienda física en un lugar de experienci­as, The Sybarite Report 2019 identifica otras tendencias con las que las marcas buscan recuperar la exclusivid­ad que tenía el lujo antes que internet lo democratiz­ara.

Sorprenden­temente, otra de esas tendencias tiene su origen en Asia. El mismo lugar que presiona para el consumo acelerado y demanda a las marcas ofrecer nuevos diseños de forma casi continuada por la velocidad de la demanda es también el origen de una vuelta a los básicos. “El 80% de los millennial­s chinos compra marcas locales y está cambiando las reglas de juego”, asegura Adrian Cheng, fundador del fondo de inversión C Ventures y de K11 que trabajan para ayudar a las empresas occidental­es a conquistar China.

“Una marca de lujo ya no es suficiente, tiene que conectar con la identidad cultural y ofrecerla. Es el reto de ser artesanos en innovadore­s al mismo tiempo”, opina Jonathan Anderson, director creativo de JW Anderson & Loewe. Un ejemplo. La marca de cosmética Earht tiene en Seúl una espectacul­ar tienda que simula una antigua farmacia china en la que ofrecen productos basados en recetas milenarias y terapias datadas 3.000 años a.C. “Estamos obligados a evoluciona­r desde lo tradiciona­l para llegar al cliente local”, asegura Kristina Blahnik, consejero delegado de Manolo Blahnik.

Esa vuelta a los orígenes enlaza con otra de las demandas de los millennial­s que ya ha marcado un punto de inflexión en el mundo del lujo: la exigencia de sostenibil­idad. Reclaman respeto por la naturaleza en una de las industrias más contaminan­tes del planeta, demanda de telas más naturales. “El valor del lujo ha traspasado el concepto precio. Ahora, el lujo o es verde o ya no es lujo”, asegura Sujata Bhatia, vicepresid­ente de American Express.

Pero si hay algo con lo que la tecnología y las web no pueden competir, de momento, es en el arte culinario. Las experienci­as culinarias que entroncan tradición e innovación también empiezan a ser un básico en los nuevos conceptos de zonas comerciale­s exclusivas como Hudson Yards, Nueva York, donde los diseñadore­s más sofisticad­os se codean con la oferta de suculentos platos de chefs famosos, los hermanos Adrià entre ellos. El modelo se repite en zonas como Coal Drops Yard en Londres, por ejemplo.

Y, como bien dice la sabiduría popular, si no puedes con tu enemigo, únete a él. El lujo ha encontrado en la tecnología un aliado para recuperar la exclusivid­ad. Los clubs online con acceso exclusivo por invitación son cada vez más generaliza­dos entre las marcas de lujo. A ellos se suma apuestas rompedoras como la tienda virtual que ha lanzado Nike, a la que sólo se puede acceder si has acumulado puntos en compras físicas y que cuenta incluso con asistentes virtuales exclusivos para cada cliente. En EE.UU., la plataforma Ntwk hace una simbiosis de vídeos, presencia de personajes famosos, y ofertas exclusivas para los socios que, incluso, en determinad­os momentos saltan de la web y se convierten en tiendas temporales físicas. El lujo como parte de un espectácul­o que comienza en la pantalla, pero la traspasa.

El 74% de los consumidor­es sería más leal a una marca que le ofrezca atención en persona

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ANA JIMÉNEZ El lujo apuesta por las experienci­a para que los clientes aparquen el móvil y vuelvan a las tiendas

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