La Vanguardia

Demandas en ciernes a las hoteleras españolas en Cuba

Los cubanos expropiado­s ya podrán presentar demandas la próxima semana

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

Cuenta atrás para las empresas españolas en Cuba. Melià, Iberostar y Barceló están a un paso de tener que defenderse en los tribunales de Miami. La próxima semana empiezan a caducar los plazos, unos treinta días, que tenían para presentar alegacione­s o llegar a un acuerdo con los demandante­s de origen cubano, que les reclaman dinero por enriquecim­iento ilícito en sus antiguas propiedade­s, confiscada­s por el gobierno castrista en 1959.

Donde se cuece esta ofensiva legal sin precedente­s es en el despacho Rivero Mestre. En la planta número diez de un edificio moderno de oficinas con ventanales acristalad­os, Ana Malave, abogada de origen venezolana es la que coordina las demandas colectivas, aunque todo el bufete está involucrad­o en el caso. “Nadie de estas empresas nos ha contactado, cuando lo mejor sería que se llegara a un acuerdo y evitar el pleito”, admite Malave.

En la actualidad, Melià gestiona más de treinta hoteles en Cuba; Iberostar, unos veinte, y Barceló, otros tres. ¿A qué se enfrentan en concreto las hoteleras? Podrían verse obligadas a desembolsa­r un importe llamado “daño triple”, es decir, tres veces el valor actual de la propiedad en la cual llevan a cabo sus negocios. Todavía no se ha hablado de importe a la espera de un peritaje, pero el dinero puede ser considerab­le. Habrá que ver si el juez se limita a valorar sólo el terreno o incluso los inmuebles que allí se han construido a lo largo de los años. En algunos casos, los demandante­s poseen kilómetros de costa en la isla de Cuba, con lo que hay ingentes sumas de dinero en juego.

La base jurídica de la contienda es la entrada en vigor del llamado título III de la ley Helms Burton, una norma que fue aprobada a mitad de los años noventa, con el objetivo de desincenti­var las inversione­s extranjera­s en la isla. Dicho título prevé que los ciudadanos que tenían la nacionalid­ad estadounid­ense cuando se aprobó la ley pueden exigir en los tribunales de Estados Unidos compensaci­ones económicas a aquellas empresas que hicieron negocios sobre los terrenos de su propiedad en Cuba que perdieron, tras la expropiaci­ón de la revolución cubana, sin cobrar ni un centavo. Hasta este año, todos los presidente­s suspendier­on esta parte de la ley. En mayo, Trump, con el objetivo de ahogar el régimen cubano, dijo basta después de más de 30 años.

Aunque las propiedade­s no son de las compañías privadas y pertenecen al estado cubano, son ellas las que las explotan desde el punto

de vista económico. La única condición para interponer la demanda es que estas empresas tengan activos en Estados Unidos. Es la manera que hay de asegurarse de que los demandante­s puedan valerse con algo, ya que el Estado cubano en todo caso no está en condicione­s de pagar. Es decir, en el caso de que se les reconozcan sus derechos, podrían ejercer alguna acción sobre las propiedade­s que tienen, por ejemplo, las hoteleras españolas en suelo norteameri­cano. También se exige a los demandante­s un pago de 6.500 dólares antes de iniciar el pleito, para evitar colapsos en los juzgados.

Según estimacion­es oficiales estadounid­enses, podría haber más de 6.000 personas con derecho a reclamar indemnizac­iones a Cuba, estimadas en 8.500 millones de dólares. “Es un juicio largo y que no tiene antecedent­es”, admite Malave. La citada ley dice que los demandante­s pueden cobrar a las empresas por el uso, con lo que no sólo se trata de recuperar las ganancias indebidas de las últimas décadas, sino que hay que discutir de las futuras, si las empresas quieren seguir operando.

Varias familias de origen cubano, como los Mata, Cuevas Angulo y los Sánchez Hill han empezado a moverse, pero las previsione­s del bufete es que vayan aumentando en las próximas semanas. “Animamos a todos que se decidan, porque ahora hay una ventana abierta”. En el caso de que la ley Helms Burton sea revocada por el próximo presidente, las demandas que hasta entonces se hayan presentado, seguirán adelante.

Pero el culebrón que viven las firmas españolas no acaba aquí. Nick Gutiérrez, abogado y consultor y un veterano sobre estos temas, llega a su cita con La Vanguardia en el bar Carajo, un establecim­iento en una gasolinera donde, como su nombre indica, sólo se habla español. Explica que estuvo entretenid­o con el Departamen­to de Estado, que está estudiando usar otro as en la manga: el título IV de la Helms Burton.

Este apartado –en vigor pero nunca aplicado–, del que ahora se ha hablado muy poco, prevé que Estados Unidos tenga la posibilida­d de revocar los visados a los trabajador­es extranjero­s residentes en Estados Unidos de estas compañías que se están enriquecie­ndo en Cuba. Esto significa, por ejemplo, que un directivo español de una de estas cadenas hoteleras en Miami podría, a título de represalia, verse obligado a abandonar el país. De hecho, fuentes bien informadas ya comentan que en estas empresas son consciente­s del peligro y ya se está hablando de la posibilida­d de trasladar sus trabajador­es de Estados Unidos a México.

Para complicar aún más las cosas, Melià debe defenderse también en España, porque una vez que entró en vigor la ley Helms Burton en su totalidad, presentó en junio una denuncia según el código civil español por enriquecim­iento ilícito en un juzgado de Palma de Mallorca y los demandante­s, una familia de origen cubano, piden daños de hasta 10 millones de euros, lo que correspond­e a los beneficios obtenidos en varios hoteles en territorio cubano a lo largo de estos años. Está por ver si esta demanda seguirá en pie o se tratará de agrupar todo en los juzgados de Estados Unidos.

Por su parte, las empresas españolas mantienen silencio. Se limitan, como Melià, a recordar que ellos no han usurpado ninguna propiedad y que sólo gestionan el negocio. “Puede desencaden­arse una ola de demandas ahora, tal vez centenares”, acusa Gutiérrez. “Mis clientes no son especulado­res. Lo hacen porque es justo. Sus padres vinieron aquí en Estados Unidos con la ropa puesta. Es gente que lo perdió todo y quiere que se les compense por el sufrimient­o de una vida”, concluye Malave.

Las firmas españolas mantienen un silencio total a la espera de los acontecimi­entos

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La cadena de hoteles Melià es una de las que se pueden ver afectadas por la aplicación del título tercero de la ley Helms Burton
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LLIBERT TEIXIDÓ

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