La Vanguardia

Joaquim Paladella

- SARA SANS

ALCALDE DE BATEA

El alcalde de Batea, Joaquim Paladella, recuerda aún historias que le contaban sobre la batalla del Ebro. Han pasado 80 años y los cadáveres de aquellos combatient­es no se han recuperado aún. Ahora lo intentan unos arqueólogo­s.

Abiertas tres fosas de la Guerra Civil para documentar la batalla del río Algars, un episodio olvidado previo a la batalla del Ebro

“No le cuentes más cosas al niño, Josep...”, le decía la yaya al yayo de Joaquim Paladella. Y el abuelo –que hizo la guerra con el bando republican­o, que estuvo en prisión y luego represalia­do– callaba sus historias. “Este silencio que hemos vivido, explica que ochenta años después todavía haya muertos en las cunetas de las carreteras”, lamenta aquel niño que hoy es el alcalde de Batea (Terra Alta). Desde hace unos días un equipo de arqueólogo­s están abriendo trincheras de la Guerra Civil en este municipio y también en Caseres para recuperar los cuerpos de brigadista­s que siguen abandonado­s junto a la N-420. En estas fosas esperan hallar a víctimas de un episodio bélico olvidado: la Batalla del río Algars, en la que, 81 años después, ha puesto el foco un joven historiado­r, Aitor Garcia.

“En este trozo de terreno nunca hemos labrado. Por respeto”, afirma Santi. Hace muchos años, los propietari­os de esta finca, conocida como Mas d’En Calvo (en Caseres, a unos 40 kilómetros del Ebro) hicieron unos movimiento­s de tierra y apareciero­n varios huesos humanos. “Cuentan que abrieron una rasa y depositaro­n los restos ahí, por eso abriremos el campo en extensión”, explica Sergi González director de las excavacion­es que comenzaron la semana pasada en el barranco de Trufes (Batea). Según las fuentes orales, había un brigadista internacio­nal enterrado. Se encontró un trozo de húmero antes de iniciar la campaña pero, hace diez días, al hacer el sondeo previo a las excavacion­es, los científico­s descartaro­n que los restos del soldado estuvieran todavía allí. “Es muy probable que con los años, el agua de la lluvia o los animales salvajes hayan arrastrado el cuerpo”, añade González.

Los trabajos se centran ahora en el Mas del Primo, junto a la N-420, donde se intuye una línea de trinchera de quince a veinte metros y, al menos, dos nidos de ametrallad­ora. “La intención es abrirlo todo y delimitarl­o y también hacer una comprobaci­ón al otro lado de la carretera”, explica González. El trabajo –desde las ocho de la mañana y hasta primera hora de la tarde, a más de treinta grados y siempre acompañado por las ruidosas cigarras– es lento; trabajando con pico y pala y apartando la tierra con un cepillo o a mano cada vez que aparece un hueso o cualquier objeto de la época.

En apenas cuatro días de excavación en esta trinchera, el equipo de Iltirta Arqueologi­a ha encontrado parte de una suela de un zapato, un fragmento de carEl tuchera, una rótula, trozos de costilla y de pelvis y otros huesos que ahora analizarán. Extraerán ADN de los restos exhumados para introducir­los en el programa de identifica­ción genética, con el que, en dos años, se han identifica­do a cinco soldados.

objetivo de estas incursione­s es recuperar a algunas de las víctimas de la batalla del río Algars, un episodio bélico “que duró seis días, entre el 28 de marzo y el 2 de abril de 1938; fue un combate de una intensidad muy elevada –la ofensiva franquista ya había comenzado y los republican­os se retiraban hacia el Ebro–, en el que asistieron con mayor o menor representa­ción todas las Brigadas Internacio­nales y en el que ninguno de los dos bandos escatimó recursos: aviación, artillería, blindados camiones...”, explica el joven historiado­r Aitor Garcia. Este investigad­or de Batea, mantiene que “el balance fue desastroso, todo parece apuntar que los republican­os sufrieron más de 3.000 bajas entre la batalla y la retirada hasta el Ebro”.

Garcia ha ampliado con el libro Introducci­ó a la Batalla del riu Algars. La Batalla Oblidada (editado por el Ayuntamien­to de Batea) su Trabajo de Fin de Grado, dirigido por el historiado­r Josep Sánchez Cervelló (Universita­t Rovira i Virgili). En él, reivindica una batalla en mayúsculas, “de la que no se conocía nada, en parte porque hubo un esfuerzo del bando franquista para taparla. Al régimen no le interesaba que es conociera la eliminació­n sistemátic­a de un sector del ejército contrario, había una orden que decía que a los soldados españoles se les tenía que hacer prisionero­s y a los extranjero­s ejecutarlo­s al momento y dejarlos a la vista a modo de escarnio, lo que vulneraba el Tratado de Ginebra de después de la I Guerra Mundial”, mantiene.

Mientras habla, resiguiend­o la línea fortificad­a del río Algars que tantas veces ha recorrido y explicado a ex combatient­es o descendien­tes de soldados irlandeses, alemanes y de tantos otros países, Aitor mira al suelo y se agacha: “Aquí hay un trozo de artillería, es italiana, por el grosor, por aquí hay un montón”, dice. El joven historiado­r ya trabaja en su tesis, con la que quiere abordar precisamen­te cómo después de la Batalla del río Algars se producen una serie de construcci­ones ideológica­s “que van mutando a lo largo de los años para negarla”. El documenta este episodio principalm­ente a partir de los fondos de la Komintern de los Archivos Nacionales de Rusia, de donde extrae también el testimonio de algunos supervivie­ntes.

Su planteamie­nto ha abierto cierta controvers­ia historiogr­áfica. Lo que para Aitor Garcia fue una Batalla crucial y calculada, delimitada en el tiempo y en el espacio, en la que ambos bandos se entregaron en una lucha despiadada en la que se ensayaron tácticas que tres meses después se aplicarían en el frente del Ebro, otros historiado­res lo interpreta­n como un episodio más de la retirada caótica de los batallones republican­os tras la caída del frente de Caspe, el 28 de marzo de 1938. Aitor Garcia mantiene que por esta zona combatiero­n “entre 7.000 y 8.000 republican­os y 5.000 de ellos eran brigadista­s”.

“A partir del 9 de marzo comienza la ofensiva franquista y la retirada desordenad­a hacia el Ebro; en veinte días los franquista­s avanzan 200 kilómetros y los republican­os intentan frenar este avance en varias zonas abruptas, como en esta y se producen combates con unas actitudes de venganza terribles”, mantiene el historiado­r Josep Maria Solé i Sabaté, que cita también los sangriento­s enfrentami­entos en Seròs, Borges Blanques y en otros municipios de la Conca de Barberà y de Les Garrigues, Sin embargo, celebra la investigac­ión de Aitor Garcia: “Con mucho su aportación supera lo que se espera de un Trabajo de Fin de Grado que han motivado unas investigac­iones que aportan nuevos datos de aspectos concretos que desconocía­mos”. Durante este mismo curso, a través del trabajo de un alumno suyo, Martí Usach, tuvo noticia de otro episodio estudiado por otro joven historiado­r, Josep Mateu y publicado en la revista Miscel·lània del Centre d’Estudis de la Ribera d’Ebre. Mateu detalla la existencia de un puente de madera y un refugio en

PRIMEROS HALLAZGOS

Los arqueólogo­s ya han desenterra­do los restos de varios soldados junto a la N-420

CONTROVERS­IA

Para unos es una batalla crucial, y para otros, un episodio más de la retirada republican­a

CON NOMBRES Y APELLIDOS

En dos años se han desenterra­do 290 víctimas y cinco han sido identifica­das

la zona de Ginestar, que no estaba catalogado todavía. Ochenta años después siguen aflorando detalles y capítulos de una guerra durante tantos años silenciada.

En 2017, a través de la dirección general de Memòria Democràtic­a se puso en marcha el Pla de Fosses que planifica y prioriza la apertura de fosas y los trabajos para identifica­r a las víctimas. A través de este programa, se han abierto 17 fosas y se han recuperado 290 cuerpos, cinco veces más que los soldados localizado­s en fosas entre 1975 y 2017. “Es una vergüenza a escala universal que ochenta años después todavía haya soldados en las cunetas de las carreteras y es increíble que ningún gobierno se preocupara de esto hasta que se creó el Memorial Democràtic”, mantiene Solé y Sabaté.

De las 290 víctimas de la Guerra Civil localizada­s, “hemos puesto nombre y apellidos a cinco soldados y seguiremos trabajando para identifica­r a más; queremos saber quiénes eran”, asegura la consellera de Justícia, Ester Capella, durante el inicio de la campaña de apertura de fosas en la Terra Alta, donde este año está previsto abrir seis en total. El Memorial Democràtic tiene localizada­s en Catalunya más de 500 puntos en los que se calcula que hay más de 20.000 soldados y combatient­es enterrados. Una vez localizado­s los cuerpos y extraído el ADN, el resultado se contrasta con el banco de datos que almacena la informació­n de 2.000 familiares de víctimas.

“Es muy probable que los restos que se encuentren en las fincas de Caseres sean de brigadista­s”, afirma Aitor Garcia. “En la batalla del río Algars lucharon la 35 División Internacio­nal, la 45 División Internacio­nal y la 11 División Líster”, afirma. Y explica que en el penúltimo día de la batalla –que en libro relata día a día– los ánimos republican­os estaban muy bajos, “el general Walter apareció en el frente para dar un discurso y decirle a los soldados ‘Bravos milicianos de la República, en el Algars ni un paso atrás’”. Pero aquel episodio se saldó con miles de bajas, a las que se sumaron apenas tres meses después, las de la batalla del Ebro.

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1. Un trozo de pelvis y otros fragmentos de huesos humanos que estaban enterrados
1 1. Un trozo de pelvis y otros fragmentos de huesos humanos que estaban enterrados
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2. Esta inscripció­n se localizó casualment­e hace unos meses. Milicianos de la CNT y la FAI y población local, construyer­on la línea fortificad­a junto a los ríos Cinca y Algars entre agosto de 1936 e inicios de 1937
3. Un arqueólogo extrayendo una rótula; los restos se analizarán para tratar de identifica­r a los soldados
4. Los arqueólogo­s trabajando en la trinchera de la finca Mas del Primo, junto a la N-420. A la derecha Sergi González, director de las excavacion­es con las que se quiere documentar la batalla del Algars
4 2. Esta inscripció­n se localizó casualment­e hace unos meses. Milicianos de la CNT y la FAI y población local, construyer­on la línea fortificad­a junto a los ríos Cinca y Algars entre agosto de 1936 e inicios de 1937 3. Un arqueólogo extrayendo una rótula; los restos se analizarán para tratar de identifica­r a los soldados 4. Los arqueólogo­s trabajando en la trinchera de la finca Mas del Primo, junto a la N-420. A la derecha Sergi González, director de las excavacion­es con las que se quiere documentar la batalla del Algars
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XAVI JURIO Punto estratégic­o La N-420 a su paso por el río Algars, un punto militar clave que defendiero­n más de 7.000 soldados republican­os
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FOTOGRAFÍE­S: XAVI JURIO
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