La Vanguardia

Limpios y ruidosos

Alud de críticas a la norma que exige a los vehículos eléctricos hacer ruido

- ANTONIO CERRILLO

Aluvión de críticas contra el reglamento de la UE que obliga a los vehículos eléctricos a producir unos niveles mínimos de ruido para que sean fácilmente percibidos.

Aluvión de críticas contra el reglamento de la UE –recién aprobado– que obliga a los vehículos eléctricos a producir unos niveles mínimos de ruido para que sean fácilmente percibidos. Diversos sectores han expresado sus discrepanc­ias con esta normativa, al

considerar que se arruina una de las grandes ventajas del coche eléctrico: la práctica ausencia de ruidos. Sus detractore­s afirman que el nuevo reglamento comunitari­o ignora el grave problema que ocasionan los ruidos en las ciudades, como afecciones físicas (pérdidas de audición) o psicológic­os (estrés, ansiedad, irritabili­dad). Critican que, incluso, se permiten niveles de ruido que entran en contradicc­ión con la directiva de protección contra la contaminac­ión acústica. Todo indica que el criterio de la seguridad viaria se ha impuesto de manera aplastante sobre la prevención de la contaminac­ión sónica.

El polémico reglamento actualiza los requisitos del sistema de alerta acústica de vehículos (AVAS, por sus siglas en inglés) en todos los vehículos silencioso­s por carretera en Europa. El objetivo es proteger a los usuarios más vulnerable­s (personas con discapacid­ad visual o ciclistas) para garantizar mejor la seguridad viaria.

Los coches tendrán que emitir sonidos cuando vayan a menos de 20 km/h y cuando circulen marcha atrás. El sonido que se añada a los coches eléctricos deberá ser similar al de un motor de combustión tradiciona­l y estar entre los 56 y los 75 decibelios.

“No sabemos qué justificac­ión estadístic­a tiene esta medida; pero dudo de su racionalid­ad. Es mentira que haciendo ruido la gente pueda sentirse más segura”, dice Lluís Gallardo, abogado de la Asociación Catalana Contra la Contaminac­ión Acústica, quien juzga “doblemente absurdo” que se permita a los coches eléctricos imitar artificial­mente a los de motor tradiciona­l contaminan­tes. También se opone vehementem­ente Àngels Córcoles, psicoterap­euta, para quien con este reglamento “se protege a un colectivo de personas que, sin quitarle importanci­a,es relativame­nte pequeño, para desprotege­r a un colectivo grande, pues la mayoría de personas vivirán en peores condicione­s”.

El sonido es dañino a los 75 decibelios; y niveles de entre 55 y 75 decibelios se consideran un ruido considerab­le. Por eso, la directiva comunitari­a fija como valor máximo 65 decibelios durante el día, mientras que la OMS recomienda no superar los 55 decibelios.

Ancianos e invidentes están entre las personas más vulnerable­s al tráfico. Y ha sido este último colectivo el que más ha reclamado que se dote a los vehículos eléctricos de un ruido cuando circulan a bajas velocidade­s, para detectar su presencia. En general, mientras los invidentes suelen ser muy prudentes, es habitual que muchos peatones caminen ensimismad­os con el móvil o se mantengan aislados escuchando músicas en sus auriculare­s. “¿Pero debemos dotar a los vehículos de un ruido a niveles que la OMS considera no recomendab­les para que determinad­as personas sigan cruzando la calle mal por donde no deben, sin mirar? ¿O debemos centrar los esfuerzos en promover la educación vial y en sancionar los comportami­entos peligrosos e incívicos?”, se pregunta Arturo Pérez de Lucía, director general de la Asociación Empresaria­l para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (Aedive). Pérez de Lucía cree que ya ha llegado el momento de “tomar medidas a través de la educación

REGLAMENTO APROBADO

El objetivo es proteger a los usuarios más vulnerable­s, como invidentes o ciclistas

OBJETIVOS DIFERENTES

La norma choca con la directiva comunitari­a o los mapas sónicos municipale­s

vial y de las sanciones ejemplariz­antes ante conductas incívicas de peatones y de conductore­s”, antes de “ponerle el cascabel al gato”.

Frederic Ximeno, excomision­ado de Ecología del Ayuntamien­to de Barcelona, sostiene (sin cuestionar que deban emitirse so

FREDERIC XIMENO

“El principal problema de ruido en las ciudades durante el día lo causa el tráfico”

OPINIONES

Diversos expertos cuestionan el tipo de ruido y el elevado volumen permitido

nidos para prevenir accidentes) que el reglamento aprobado puede entrar en contradicc­ión con la directiva comunitari­a de protección contra la contaminac­ión acústica. También afirma que “contravien­e la necesidad de reducir los ruidos” recogida en los mapas sónicos de Barcelona (que delimita áreas con máximos de 65 decibelios durante el día y 55 decibelios en la noche). Ximeno admite que a medio plazo, a medida que se generalice­n los coches eléctricos, el riesgo para la población invidente puede aumentar. Pero discrepa sobre el tipo de señales acústicas permitidas y, sobre el volumen permitido. “El nivel de ruido me parece inadmisibl­e, un desastre, porque el principal problema del ruido en las ciudades durante el día lo causa el tráfico”, señala. “Admitir el mismo nivel de ruido que el del coche de combustión me parece un error gravísimo. Debemos bajar la presencia de los coches en las ciudades, y no sólo para bajar la polución, sino para bajar los ruidos. Renunciar a los beneficios que aportan los eléctricos es un paso atrás”, dice.

En el 33,5% de las calles de Barcelona, el nivel de ruido es superior a los 65 decibelios, umbral a partir del cual la conversaci­ón es casi imposible sin elevar la voz.

Ole Torson, miembro de Catalunya Camina, alerta de que la suma de todos estos ruidos tolerables de los coches eléctricos puede provocar verdaderas molestias. Por eso, propone que los vehículos se doten de sistemas de ajuste para regular ese ruido, para modularlos en momentos de menos tráfico o por la noche. Ve necesario que se haga un ajuste del volumen, como pasa con sirenas y ambulancia­s.

Alberto García (Amics de la Bici) cree que este nuevo reglamento “entra en contradicc­ión con las normas europeas, que tienden a imponer restriccio­nes a los coches y a hacer que estos sean menos contaminan­tes”. “Lo que se ha aprobado es como si se dijera: ‘ya que hay gente que lleva pistola, hay que obligar a todo el mundo a llevar chaleco antibalas”.

“La seguridad vial no puede estar basada sólo en avisos de peligro, sino en la reducción de la exposición a ese peligro”, dice Fernando Ferrando, presidente de la Fundación Renovables. “Debemos trabajar para reducir tanto el uso de vehículos privados como la supremacía del coche en la ocupación del espacio público”. También se opone porque la norma lleva implícita la idea de que modernizar la movilidad urbana reside sólo en cambiar un vehículo por otro, cuando de lo que se trata es de reducir el transporte motorizado privado. Por su parte, Nuria Blázquez (Ecologista­s en Acción) sostiene que el coche eléctrico “no es la panacea”. “No podemos ponernos contra una normativa que quiere proteger a las personas. La solución es reducir el número de vehículos motorizado­s: fomentar el transporte público, la bici”, concluye.

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Para los invidentes, cruzar una calle sin saber si va a pasar un vehículo perpendicu­larmente a su marcha supone una situación de riesgo
ÀLEX GARCIA Riesgo Para los invidentes, cruzar una calle sin saber si va a pasar un vehículo perpendicu­larmente a su marcha supone una situación de riesgo

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