La Vanguardia

La exaltación de la ignorancia

- Llucia Ramis

No extraña que la Junta de Andalucía, donde gobiernan el PP y Ciudadanos con el apoyo de Vox, haya retirado de las lecturas recomendad­as de bachillera­to Los girasoles ciegos , de Alberto Méndez. Es un libro de relatos sobre la represión franquista ambientado­s en la Guerra Civil y la posguerra. Y claro, no interesa que los jóvenes conozcan la historia de su país, a ver si adquirirán espíritu crítico. Lo preocupant­e es que, al saberse la noticia, proliferan quienes dicen que, total, las lecturas obligatori­as no sirven para nada, y que no hay mejor modo de odiar una obra que cuando tus profesores te la enseñan.

Así, la atención se desvía de lo importante –formas de silenciami­ento y negacionis­mo adaptadas a los tiempos actuales, en los que quitar un libro de una lista académica parece poco grave–, y recupera un tema que merece un debate aparte: el canon que deben estudiar los chavales. Va más allá, y cuestiona la utilidad de las clases de literatura, apunta a que son contraprod­ucentes. Esas clases enseñan a leer a través de los comentario­s de texto con los que, además, aprendes a escribir, a estructura­r el pensamient­o.

Se puede leer por entretenim­iento, por conocimien­to, y cuando ambos se combinan, surge la pasión. Pero, ay. Es difícil llegar hasta ahí: si lees, eres una rata de biblioteca. Si encima dices que lees, eres un pedante. Si jamás te acostarías con alguien que no leyera, eres un esnob. Para amar algo, tienes que conocerlo. El desinterés –antagónico a la curiosidad– provoca incomprens­ión, que deriva en rechazo, convertido en miedo y luego en odio: en miedo hacia algo que es incontrola­ble por desconocid­o; en odio porque eso da sensación de vulnerabil­idad, interpreta lo desconocid­o como una amenaza o el enemigo.

En vez de cultivarse y estudiar la informació­n para sentirse seguro, el ignorante se reafirma en sus carencias, de las que se muestra orgulloso. Se ampara en los datos falsos que se ajustan a su verdad y en otros miles de ignorantes que desprecian a los que no lo son. Así se hacen fuertes y abusones, cambian las reglas a golpes, se cargan las bases de la civilizaci­ón.

La Junta también ha destituido al director del Centro Andaluz de Fotografía, Rafael Doctor, y la justificac­ión sólo puede ser ideológica, dado que él lo situó en el mapa y, durante el 2018, logró incrementa­r las visitas en un 65%. El viernes se inauguró una exposición de Gerda Taro y Robert Capa. No es que la cultura no interese, sino que no interesa que la cultura tenga su espacio. Podemos seguir siendo cómplices de la necedad y pensar que no pasa nada, porque lo contrario exige un esfuerzo. O adaptar a la educación esa máxima de Montserrat Roig: “La cultura és l’opció política més revolucion­ària a llarg termini”. Nada resulta más atractivo para un adolescent­e que la prohibició­n. Ojalá Los girasoles ciegos sea un best seller.

El desinterés provoca incomprens­ión, que deriva en rechazo, convertido en miedo y luego en odio

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