La Biblia en globo a Corea del Norte
CaixaForum Madrid exhibe los 1.600 ejemplares de las escrituras coleccionados por Pere Roquet en todos los idiomas
El 16 de noviembre de 1995, el andorrano Pere Roquet y su esposa se encontraban de viaje en Kenia, concretamente en la aldea Lokovi del condado de Turkana. Roquet pegó la hebra con un hombre que le preguntó qué haría cuando se jubilara. Él le respondió que le gustaría coleccionar algo relacionado con la cultura. Al tipo se le encendió una bombilla y pidió al viajero que le esperara, que iba a traerle algo. Al poco, el hombre apareció con un librillo de tapas rojas. Era un Nuevo Testamento en turkana, lengua hablada por menos de medio millón de habitantes en un país de 50 millones. Una joya. El misionero comboniano Franco Moretti se lo regaló encantado al visitante. Y así es como Pere Roquet empezó la colección de 1.593 ejemplares de la Biblia en más de 1.900 lenguas diferentes que desde el 27 de junio y hasta el 1 de setiembre se expone en CaixaForum Madrid.
La muestra es más que una pila de traducciones del Libro de los libros. Constituye, también, un compendio de historias apasionantes sobre la diversidad del mundo, su evolución y sus problemas; sobre el valor y la fragilidad de las culturas. Y, claro, también sobre la fe. La fe dentro y fuera de la religión.
Algunas de esas historias de la exposición, titulada La Biblia. Un viaje por las lenguas del mundo y organizada por La Caixa con apoyo del Gobierno y el Arciprestazgo de Andorra, parecen parábolas ficticias concebidas para subrayar el ejemplo de algunos cristianos valientes. Es el caso de
los norcoreanos que se juegan el tipo con el ingenioso pero arriesgado sistema que utilizan para hacerse enviar las Escrituras desde Corea del Sur. El vehículo es un globo dotado con un localizador GPS que permite al remitente y al destinatario controlar la navegación.
Tal como se explica en una de las cartelas de la muestra, el régimen totalitario de Kim Jong Un “impone el ateísmo sin respetar la libertad de culto y persigue especialmente el cristianismo”. La represión llega al punto de que “la posesión de una Biblia se castiga con la pena de muerte”. De ahí que los libros hayan de viajar clandestinamente por el aire, a unos seis kilómetros de altura. Y “sin título en la portada” para, ya en tierra, pasar inadvertidos.
Un caso menos extremo pero igualmente reseñable es el del que se tiene por “el país más feliz del mundo”, Bután, en el sur de Asia. Allí, hasta hace diez años estaba prohibida toda religión que no fuera el budismo o el hinduismo. Aunque eso cambió con la Constitución del 2008, la práctica del cristianismo, profesada por un 2% de la población, sigue encontrando obstáculos. Pero también aquí el andorrano Pere Roquet consiguió hacerse con un ejemplar de la Biblia autóctona, escrita en el idioma oficial, el dzongkha, si bien para ello necelan sitó la ayuda de un misionero que viajó a Bután desde Singapur.
Además de una singular biblioteca monográfica y una buena colección de historias, la exposición en CaixaForum Madrid es un polo de información sobre la Biblia en relación con las lenguas y culturas del planeta. Allí nos enteramos por ejemplo de que las Escrituras se han traducido a 3.350 idiomas. Una cifra muy considerable teniendo en cuenta que, si bien las lenguas habladas en los cinco continentes suman unas 7.000, sólo 3.116 de ellas han desarrollado forma escrita.
Las “estimaciones” sobre la difusión de la que también es una monumental obra literaria señaque hasta la fecha se han publicado más de 6.000 millones de ejemplares, “lo que la convierte en el libro más editado de la historia”. Y suma y sigue, pues los cálculos más creíbles apuntan a que cada año se venden en el mundo 100 millones de unidades.
La muestra dedica un apartado a las Biblias escritas en lenguas minoritarias, extinguidas o en peligro de extinción, abundantes sobre todo en el Pacífico o en el África subsahariana pero también localizadas en América del Sur. El exponente más llamativo es un ejemplar en yagán, idioma del archipiélago de Tierra del Fuego que –según las noticias disponibles al organizarse la exposición–
La Biblia es el libro más editado, con más de 6.000 millones de ejemplares publicados en más de 3.300 lenguas
cuenta con una única hablante nativa, Cristina Calderón, de 91 años: último testimonio vivo de una lengua que llegó a tener un vocabulario de más de 40.000 palabras.
El paseo por La Biblia. Un viaje por las lenguas del mundo concluye con ejemplos de los esfuerzos por adaptar el gran libro a lenguajes y formatos que permiten o facilitan su difusión entre todos lo públicos. Hay volúmenes en braille y en lenguas de signos; en diversos formatos tecnológicos y hasta en versión de cómic, manga japonés o con la estética del videojuego Minecraft. Medios y formas no faltan. Lo esencial sigue siendo el mensaje.