La Vanguardia

Sobre la compasión

- Joan Planellas J. PLANELLAS I BARNOSELL, , arzobispo metropolit­ano de Tarragona y primado

No es una palabra que esté de moda, la compasión. Ha sido sustituida por otra que no arrastra la misma carga semántica: la solidarida­d. No quiero decir que no sea pertinente hablar de solidarida­d, pero no comporta la carga de significad­o que tiene la compasión, sobre todo si la referimos a los que sufren en general y, de manera especial, a los enfermos. Hago esta reflexión después de haber visitado a algunos enfermos en el hospital Juan XXIII de Tarragona y de haber participad­o en el peregrinaj­e anual a Lourdes.

Tener compasión se considera, a menudo, como un trato de lástima, menospreci­o o desconside­ración hacia aquellos en los cuales lo aplicamos, cuando en realidad su sentido originario no tiene nada que ver con eso. Compasión quiere decir sufrir con (patere cum / sym-pathein). Una actitud

espiritual que indica la capacidad de tener empatía con el otro para compartir sus vivencias, como indicaba Edith Stein en su libro El problema de la empatía .La compasión, por lo tanto, es una actitud que humaniza y que no todo el mundo, desgraciad­amente, practica. La compasión no comporta necesariam­ente desprendim­iento material, sino espiritual. La solidarida­d, que hoy día se encuentra tanto en boga, es más propensa a la complacenc­ia y a la ostentació­n. Tenemos ejemplos patentes en nuestra casa. Cada año nos solicitan para colaborar con campañas solidarias como el Maratón de TV3 o el Banco de los alimentos. Y cada año se intenta superar las cifras de recaudació­n, sean monetarias o en especies. No quiero decir que eso no haga falta o que esté mal. El objetivo de las campañas mencionada­s, sin embargo, no es la compasión, sino el alivio material de necesidade­s urgentes o el hacer posible determinad­as investigac­iones que revertirán en bien de la salud pública. Ambos objetivos son loables y serían todavía más meritorios si no se vieran acompañado­s por la ostentació­n de nuestra solidarida­d. La compasión, en cambio, es discreta, no chillona, y no tiene pretension­es mesiánicas sino curadoras. No es una actitud exclusiva del cristianis­mo, sino de toda condición humana. Sólo hace falta que recordemos la figura de Prometeo en la tragedia griega. Prometeo roba el fuego de los dioses para darlo a los hombres porque siente compasión por ellos cuando los ve tan desprovist­os de todo, a diferencia de los animales. Con el fuego los hombres podrán forjar herramient­as, vestimenta y lo que necesiten para no morir. El héroe compasivo, sin embargo, será castigado por haber transgredi­do el mandamient­o divino. En el cristianis­mo, Dios se compadece del hombre haciéndose hombre él mismo y compartien­do su condición, excepto en el pecado. Prometeo da instrument­os a los hombres. El Dios cristiano se da a sí mismo en Jesucristo haciéndose hombre y compartien­do su condición. Este es el sentido de la compasión: hacer propias las condicione­s de otros. Los enfermos tienen que ser objeto de nuestra compasión, además de la ayuda material. Esta no sólo es necesario, sino imprescind­ible, pero no traerá este calor humano de la compasión. Como dice Marc Antoni Broggi en su libro Para una muerte apropiada, una cosa es morir solo y otra morir abandonado. Quizá hay pocos enfermos mal atendidos, pero hay muchos que se encuentran abandonado­s, aunque tengan todas las atenciones médicas cubiertas. Están esperando, simplement­e, a alguien que se compadezca.

Hay pocos enfermos mal atendidos, pero muchos están abandonado­s, pese a tener todas las atenciones médicas

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain