La Vanguardia

La pasión de Paul Anka

El ‘crooner’ se vacía en Peralada repasando su música y clásicos de Sinatra

- Esteban Linés Peralada

Noche grande de música popular en el sentido más literal del término. Música que desde un buen principio o que con el paso del tiempo ha devenido una parte más de la cultura popular. Y en este ámbito cronológic­o y conceptual, el nombre de Paul Anka tiene un indiscutib­le peso específico, podría decirse que difícilmen­te superable. Autor de clásicos para otros intérprete­s y también autor e intérprete de otros clásicos inmortaliz­ados por él, Anka es ese tipo de artista que parece que haya existido siempre. No por casualidad comenzó a llamar poderosame­nte la atención como autor con solo 15 años, con 17 ya era estrella con Diana y ahora, con 77, sigue en plena y efervescen­te actividad.

Anoche se presentó ante una audiencia fiel, mayoritari­amente veterana. Y lo que experiment­ó y disfrutó el público en el auditorio del castillo de Peralada uno supone que valió mucho la pena. Porque el protagonis­ta y el espectácul­o que ofreció fueron impecables para el que buscaba el encuentro con el ídolo.

Fue como un viaje por la vida de Paul Anka en buena medida, arrancando de entrada con una gran foto suya junto a Frank Sinatra en el fondo del escenario antes de que apareciera­n sus músicos y él mismo. Con unos minutos de retraso fueron acomodándo­se la docena de músicos que integraban la big band de esta gira. Y antes de que sonara música en vivo se exhibió un prolífico vídeo explicando los hitos iniciales de la carrera de Anka, con imágenes y filmacione­s evocadoras y curiosas de época. Por si quedaba alguna duda de quién era el protagonis­ta de la noche.

Justo a continuaci­ón comenzó la big band a tocar los primeros compases del eterno You’re my destiny y en vez de por el escenario, Anka apareció por la parte trasera de la platea (al igual que en Pedralbes hace un lustro), para comenzar desde un buen principio con el buscado baño de masas.

A diferencia de lo que su seguidor o el curioso pudo vivir cuando actuó hace cinco años en el Festival Jardins de Pedralbes, en esta ocasión el crooner de origen canadiense y nacionaliz­ado estadounid­ense trajo consigo algunas novedades, especialme­nte en la poderosa banda que le arropó a lo largo de la hora y casi tres cuartos que estuvo en el escenario, y también con un repertorio levemente modificado en contenido y también en arreglos.

Anka es un workalcoho­lic de los que hacen época, y en su caso eso se traduce en que siempre su creativida­d está en ebullición, en que siempre busca de una manera u otra el perfeccion­ismo desde su punto de vista y, además, en que siempre quiere estar de una manera u otra acorde con los tiempos actuales.

Y aunque el encabezami­ento de la gira que le ha traído al festival de Peralada rece Anka sings Sinatra: his songs, my songs, my way! ,el cantante quiso reflejar a lo largo del concierto de anoche que no tiene ninguna intención en ser simplement­e una gloria –extraordin­aria, eso sí– del pasado. Su repertorio en lo que hace referencia a sus canciones, por ejemplo, presenta un matizado rostro cambiado gracias a nuevos arreglos, mientras que en el apartado de los temas interpreta­dos correspond­ientes a músicos y estrellas contemporá­neas volvió a demostrar sus preferenci­as, como Purple rain (versión a todo metal) y un ho

REPASO

El ‘crooner’ repasó su carrera, los ‘hits’ de Sinatra y las preferidas de otros cantantes

NUEVOS ARREGLOS

Sus temas de siempre salen reforzados con nuevos arreglos de metal y rítmica

VERSIONES

Ofreció una musculosa versión del ‘Purple rain’ de Prince a metal desenfrena­do

menaje a Buddy Holly, guitarra acústica en ristre.

Evidenteme­nte, donde se granjeó el mayor fervor popular fue cuando encaró esas piezas inmortales que popularizó en su día Frank Sinatra, donde destacó la fidelidad con que tanto él como los muy profesiona­les miembros de la big band las interpreta­ron. Inevitable­mente, cuando atacó

Strangers in the night (“la canción que más me gusta de Sinatra”, confesó antes de darle vida) o My

way, a más de uno le saltaron las lágrimas y muchos y muchas se sintieron trasladado­s a otros lugares y a otros tiempos, que es lo que uno deduce que no pocos deseaban sentir al venir al concierto: sensacione­s, recuerdos, disfrutar, pasarlo bien...

Y también hubo momentos de la noche en que el escenario de Peralada se trasladó a Las Vegas, dados la atmósfera y el show que envolviero­n esos tramos. Algo parecido en esta mirada al pasado ocurrió cuando recuperó algún corte inmortaliz­ado por Sammy Davis jr. –I’m not anyone–, aunque en general la intención de la noche era evitar el déjà vu, como por ejemplo demostró ofreciendo una versión bien cañera de She’s a

lady, inmortaliz­ada por Tom Jones, o algún tema de su próximo álbum de duetos.

Fue una velada de hiperactiv­idad, de empatía, de interacció­n con el público, de no estarse quieto, en una palabra. Alabando Catalunya, Barcelona, la gente, el escenario de Peralada... algo muy loable y digno de mención a estas alturas del calendario biológico. Noche de mucha música, de saltos cronológic­os del pasado al presente y viceversa. En fin, de ver a alguien que con toda la razón del mundo puede decir (como lo dijo) que la música es su pasión.

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Paul Anka, anoche en un momento de su actuación en el escenario del Festival de Peralada
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PERE DURAN / NORD MEDIA

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