Atresbandes y el Quartet Brossa rinden homenaje a Shostakóvich en L’Auditori
L’Auditori colabora por segunda vez con el Festival Grec maridando teatro y música a través de su ciclo Escenes. Y en esta ocasión, la sala ha querido ensamblar en una nueva creación al Quartet Bossa, la formación de cuerda catalana, y al colectivo teatral Atresbandes, a quien se ofrecía de este modo la oportunidad de trabajar con música en directo.
En este mano a mano ha surgido un auténtico collage sonoro y escénico titulado Coda. La obra –hasta hoy en L’Auditori (18 h.)– se inspira en la vida y la obra del compositor Dmitri Shostakóvich (San Petersburgo 1906-Moscú 1975) y en su relación con el poder soviético. De hecho, el punto de partida de la obra es la contrastada resistencia del músico a la barbarie estalinista. No en vano el Quartet Brossa reivindica “los sonidos censurados y las músicas malditas y despreciadas”.
A través de la música, la palabra y el movimiento, Coda quiere ser una reflexión sobre la censura actual en el mundo musical y en el arte en general. “De Shostakóvich conocíamos solo el Vals [de la suite núm. 2] de la película Eyes Wide Shut, pero leyendo El ruido eterno, el best seller de Alex Ross que recorre la historia a través de la música, nos adentramos en el capítulo del régimen de Stalin con Shostakóvich como compositor estrella”, explica Albert Pérez Hidalgo, miembro de Atresbandes junto con Mònica Almirall y Miquel Segovia.
A la muy nostrada aventura se ha unido el pianista Gregori Ferrer, y también colabora Jordi Alomar como asesor musical. Así, la selección incluye tanto piezas oficiales y populares de Shostakóvich como la música vanguardista que no le estaba permitido componer. Los Brossa interpretan el primer movimiento del Cuarteto núm. 4; el primer y tercer del Trío núm. 2; una adaptación folk del Cuarteto núm. 8; el preludio y fuga del Quinteto para piano ,ola Sonata para viola en versión solo.
Sobre toda esa música, Atresbandes inventa textos y poemas visuales, imágenes que crean un nuevo discurso y un mundo imaginario para preguntarse si alguna vez una sociedad podría vivir sin censura. “Son textos que reflexionan sobre lo que sucede en escena, al tiempo que en una pantalla aparecen dos personajes comentando el concierto, como en un concierto dentro de un concierto”, explican los creadores. El título lo sugiere, explican, el hecho de que Shostakóvich aguantó hasta el final sin dejar que la pelota llegara a caer al suelo. “Él era un forofo del fútbol, quería jugar, pero necesitaba gafas, y fue árbitro. Se le adelantó alguien, eso sí, a la hora de componer el himno de la selección. Suya es aquella frase: ‘El fútbol es el ballet de las masas’”.