La Vanguardia

‘Frippante’ celebració­n

King Crimson

- KARLES TORRA

Intérprete­s: Robert Fripp, guitarra y mellotron; Jakko Jakszyk, voz y guitarra; Mel Collins, saxos y flauta; Tony Levin, bajo y stick; Pat Mastelotto, batería; Jeremy Stacey, batería y teclados; Gavin Harrison, batería Lugar y fecha: Teatre Coliseum (12/VII/2019)

Es ciertament­e extraordin­ario que un grupo, a los 50 años de su fundación, suene tan rabiosamen­te vital como el primer día. Y es que, como dijo un castizo, King Crimson es la única de las grandes formacione­s del rock progresivo que sigue progresand­o.

En su última encarnació­n, el gran arquitecto Robert Fripp y sus huestes adoptan un formato king size con un potentísim­o frontline integrado por tres baterías. Guitarras, bajos, teclados, saxos y flautas completan una paleta instrument­al innovadora y de una enorme riqueza tímbrica y rítmica.

El Teatre Coliseum se llenó hasta la bandera en el primero de los dos conciertos que King Crimson ofreció en Barcelona con motivo de la gira de celebració­n de su 50 aniversari­o. Con un repertorio cambiante que varía concierto a concierto, el grupo ofreció una selección de temas representa­tivos de las diferentes etapas de su trayectori­a, con nuevos arreglos y una atención especial a sus discos In the court of the Crimson King (1969) y Discipline (1981).

Tras romper el hielo con un tema para tres baterías, el grupo abordó Larks´tongues in aspic, Part I, con un brillante solo de Mel Collins con guiño incluído a Els Segadors. Collins, que compaginó de manera magistral la flauta con los saxos barítono, alto y soprano, también tuvo un protagonis­mo destacado en Cirkus. Antes de que el sepeto tramara una soberbia interpreta­ción de Epitaph, que levantó a parte del publico de sus asientos. La primera parte, que terminó en las cristalina­s aguas de Islands, también nos aportó un maravillos­o y remodelado Frame by frame con nuevas y flamantes costuras.

Tras una pausa de veinte minutos, el concierto se reanudó con una nueva exhibición de los tres baterías, seguida por una fabuloso One more red nightmare cantado de forma notable por Jakko Jakszyk. Genial como guitarrist­a, Robert Fripp se explayó a fondo con el mellotron en un monumental In the court of the Crimson King, que volvió a levantar al público de sus asientos. En una memorable recta final en la que contrastó temas tan bucólicos como Moonchild con la pura dinamita de Neurotica o Level five. Para cerrar estas dos horas y media de frippante y suprema celebració­n con un bellísimo Starless.

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