El recurso Unamuno
Miguel de Unamuno y Millán-Astray, anatomía del episodio del paraninfo de la Universidad de Salamanca del 12 de octubre de 1936
El debate por la investidura de Pedro Sánchez ha traído de vuelta a la actualidad el discurso que Miguel de Unamuno le lanzó a la cara al golpista Millán-Astray en 1936, el famoso “venceréis, pero no convenceréis”, que de tanto utilizarse ha perdido su significado.
Miguel de Unamuno, santo y seña de la Generación del 98, ha planeado esta semana sobre la escena política española. De vez en cuando lo hace. Aunque se le considera “vasco universal” hoy se le podría aplicar la etiqueta de vasco transversal. Han aludido a él en pocos días partidos tan diferentes como Esquerra Republicana, PP o Vox.
Gabriel Rufián citó en el debate de investidura un discurso suyo del 12 de octubre de 1936 en un acto en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, donde se dijo que espetó al general y fundador de la Legión José Millán-Astray el célebre “venceréis, pero no convenceréis”. En realidad no se puede documentar que lo pronunciara en esos términos, no es una cita literal. A su tiempo, la ultraderecha replicó con ello dos días después –“ni venceréis, ni convenceréis”– y el PNV dijo que era “impresionante” escuchar a Santiago Abascal “parafrasear a Unamuno en defensa de sus posiciones”.
Pero es no es todo. El PP se escudó en el escritor y pensador para justificar que Javier Maroto sea designado senador por Castilla y León tras no obtener escaño en la Cámara Baja por Álava. Alfonso Fernández Mañueco, presidente castellanoleonés, sostuvo en una entrevista que “Unamuno era vasco y defendió como nadie esta tierra en el Congreso de los Diputados”. En el pasado, los populares ya usaron la frase como lema en las protestas contra la devolución de los papeles de Salamanca a la Generalitat y la colgaron en una pancarta en el Ayuntamiento. Hay Unamuno para todos.
Severiano Delgado Cruz, bibliotecario de la universidad salmantina que publicará en octubre un libro sobre los últimos meses de Unamuno y su pensamiento sobre la Guerra Civil con la editorial Silex, lamenta que la frase del escritor bilbaíno “se ha convertido en un lugar común sin significado” porque “el que pierde una votación suelta la frasecita y se cree Unamuno en el paraninfo”. “Es un discurso tan manoseado, tan manido y tan tergiversado que al final no quiere decir nada. Lo utiliza todo el mundo cuando quiere darse la razón a sí mismo. Lo usan progresistas y reaccionarios”, añade.
El año pasado Delgado publicó un estudio sobre el episodio del paraninfo en el que desentraña el origen de las distintas versiones que circulan sobre él , Arqueología de un mito: el acto del 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Todavía hoy se escriben libros de lo que sucedió aquel día y a finales de septiembre se estrenará
una de las fuentes principales de lo que ocurrió. En 1941, con la ayuda de George Orwell, lo publicó en un relato –Unamuno’s last lecture– en la revista Horizon. Presentaba el episodio como una confrontación entre el bien y el mal. Su propio hijo, el exministro conservador británico Michael Portillo, confirmó que su padre no tenía vocación de historiador y que no estaba en Salamanca ese día. Años después el escritor británico Hugh Thomas, autor del libro La guerra civil española (1961), reprodujo partes del relato de Portillo y lo hizo popular de nuevo. Ricardo de la Cierva y otros historiadores también habrían bebido de la misma fuente. Emilio Salcedo, biógrafo de Unamuno, entrevistó a varias personas que le conocieron y que asistieron al acto, por lo que podría considerarse que su versión es más fiel, pero todavía “aproximada”, concluye el estudio de Delgado. Rufián pronunció una mezcla de las citas que recogen Portillo y Salcedo. una película de Alejandro Amenábar, Mientras dure la guerra, que también lo abordará.
Hay varios relatos del discurso improvisado que pronunció y de lo que sucedió; y si fue o no un enfrentamiento del entonces rector de la universidad con el general mutilado. “En realidad, no hay manera de conocer la literalidad del discurso de Unamuno, porque fue una improvisación y no fue recogido en la prensa de la época”, señala Delgado. “Circulan varias versiones que entrecomillan frases y párrafos enteros asignando a Unamuno la autoría literal”, detalla. Opina que “las palabras pronunciadas por el rector Unamuno han sido fruto de una intensa mitificación”.
Existe un borrador escrito por Unamuno aquel día con algunas palabras sueltas, pero no hay constancia de su discurso, que tuvo repercusión en los meses posteriores en el bando republicano y en varios medios franceses. Luego cayó en el olvido.
Lo que sí se puede atribuir a Unamuno es el sentido de la frase más célebre de aquel día. En un escrito posterior al incidente afirmaba: “Por haber dicho que vencer no es convencer ni conquistar es convertir, el fascismo español ha hecho que el gobierno de Burgos que me restituyó a mi rectoría... vitalicia! con elogios me haya destituido de ella sin haberme oído antes ni dándome explicaciones”.
El escritor falangista José María Pemán, que estuvo en el paraninfo, reconocía en un artículo en ABC en 1964 el sentido de las palabras del rector, que presidía el acto en nombre de Franco. Pero negó que fuera una réplica al uniformado, que sólo intervino al final con la frase “¡muera la inteligencia!”, aunque pudo ser “mueran los intelectuales traidores” o “muera la intelectualidad traidora”. También existen varios relatos sobre ello. Incluso el
El escritor vasco apoyó la sublevación de Franco al principio y acabó por oponerse al constatar la represión
propio Millán-Astray lo corrobora.
Un Unamuno desencantado con la Segunda República apoya la sublevación de Franco en un primer momento creyendo que restaurará el orden; pero conforme pasan los meses y ve la represión, se opone. Para entonces el Gobierno republicano le había destituido de su rectoría y el gobierno sublevado le había restituido. Tras el episodio del paraninfo volvió a ser descabalgado. Murió en diciembre de aquel mismo año, recluido y desencantado. Aunque nunca fue uno de ellos, los falangistas portaron su féretro.