La crisis política en Hong Kong se agrava con más violencia en la calle
La violencia sigue ganando enteros en las protestas pro democráticas de Hong Kong. La policía utilizó ayer botes de humo y balas de goma contra los manifestantes en el barrio periférico de Yuen Long. Lo que empezó hace siete semanas como un movimiento pacífico contra la presión autoritaria de Pekín está arrastrando a la ex colonia británica a una crisis política y social cada vez más difícil de resolver.
La semana pasada, en la estación de Yuen Long un centenar de matones, vestidos con camisetas blancas y armados con palos de hierro y madera, se enfrentaron a los activistas pro democráticos –su uniforme es negro– cuando regresaban a casa después de haberse manifestado en el centro de Hong Kong y vandalizado la delegación del gobierno chino, principal símbolo del régimen de Pekín en el enclave.
La policía, según todos los indicios, se mostró pasiva ante ese ataque de la delincuencia organizada china (triadas) contra los activistas, los periodistas y meros paseantes, que dejó 45 heridos.
Los jóvenes demócratas regresaron ayer a la estación de Yuen Long –cerca de la frontera china– en busca de pelea. La policía, sin embargo, se interpuso con su arsenal antidisturbios y frustró sus deseos de venganza.
La concentración en la estación no había sido autorizada ante el temor de que desembocara en enfrentamientos. Es muy inusual que las autoridades de Hong Kong no permiten una manifestación. Cuando Gran Bretaña entregó la colonia a China en 1997 lo hizo con la condición de que se respetara el derecho a la libertad de expresión y concentración, y a que se mantuviera también la independencia del poder judicial.
El viernes las protestas se produjeron en la terminal de llegadas del aeropuerto internacional.
Lo que empezó como un pulso contra una ley que hubiera favorecido las extradiciones judiciales a China –proyecto ahora aparcado– se ha transformado en una lucha a favor de un sistema plenamente democrático y en una ofensiva contra la gobernadora Carrie Lam, máxima autoridad en Hong Kong.
China no está dispuesta a permitir la libre elección de candidatos, como exige el movimiento de los camisas negras. Esto significa que, casi con toda seguridad, la violencia seguirá creciendo en paralelo a la ambición de los demócratas, que ayer volvieron a exigir una investigación sobre el uso de la fuerza por parte de la policía.