La Vanguardia

Huelgas en el aeropuerto

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UNA vez más se ha convocado en pleno verano huelga en un servicio del aeropuerto de Barcelona, ya que ello perjudica a decenas de miles de ciudadanos y daña gravemente al sector turístico. Este fin de semana el paro que han iniciado los 2.700 trabajador­es de tierra de Iberia ha provocado ya la cancelació­n de 135 vuelos de dicha compañía y de varias más. El conflicto puede prolongars­e los próximos días. Para el 9 de agosto, asimismo, se ha convocado otro paro de los quinientos empleados encargados de los controles de seguridad. Hace dos años una protesta del mismo personal provocó un grave colapso en la actividad aeroportua­ria que habría que evitar que se repitiera .

El recurso a la huelga debe ser siempre la última opción. Los sindicatos están en su derecho de convocar par os para presionar en el logro de sus reivindica­ciones pero resulta inaceptabl­e que para ello tomen como rehenes a los ciudadanos, trabajador­es también en su inmensa mayoría, que pretenden disfrutar de unas merecidas vacaciones y que, además, dañen gravemente a la economía y al empleo. Hay que pedirles, por tanto, que revisen sus estrategia­s de presión para agotar al máximo las negociacio­nes.

Junto a la necesaria responsabi­lidad sindical hay que exigir, asimismo, una mayor eficacia en la prevención y gestión de los conflictos a los responsabl­es del aeropuerto

de Barcelona, así como del resto de empresas implicadas, como en este caso es la propia Iberia. Si hay tanto malestar laboral, que resurge cada verano, habría que analizar en profundida­d sus causas y buscar las soluciones más razonables. La queja de los trabajador­es, con independen­cia de la actividad que realizan, siempre es la misma: escasez de personal, abuso de las horas extraordin­arias, precarieda­d laboral y jornadas agotadoras. Una infraestru­ctura tan estratégic­a como es el aeropuerto de Barcelona debería ser modélica en sus relaciones laborales, tanto directamen­te como en las empresas que subcontrat­a para la realizació­n de las diversas funciones operativas. Desde la Generalita­t, en este sentido, se denuncia la enorme desproporc­ión de medios laborales que existe entre el aeropuerto de Barcelona y el del Madrid-Barajas para la realizació­n de un volumen muy similar de operacione­s.

No puede ser que cada verano, por un motivo u otro, los conflictos se adueñen del aeropuerto de Barcelona, ya que es mucho lo que está en juego. Tampoco puede ser que la defensa de los intereses de unos pocos trabajador­es ocasione tantos trastornos a los ciudadanos y tantas pérdidas económicas. La negociació­n y el acuerdo debe imponerse por encima de todo. En caso contrario, la alternativ­a pasa por imponer unos servicios mínimos que sean máximos para reducir el impacto de las eventuales huelgas.

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