La Vanguardia

100.000 Macarenas

Esa es la cifra de grandes y severos dependient­es que no reciben atención

- CELESTE LÓPEZ

Unas cien mil personas con un alto grado de dependenci­a se encuentran, a día de hoy, esperando a recibir una atención que el sistema le ha reconocido pero que sin embargo, las administra­ciones no les dan. Cien mil personas, entre ellas, miles de personas con una dependenci­a similar a la de Macarena Giménez, de 28 años, tetrapléji­ca de nacimiento, cuyo caso ha sido explicado en La Vanguardia. Macarena sí recibe atención por parte del sistema de dependenci­a, pero millares de personas como ella no, pese a ser las que más requieren atención al necesitar ayuda casi las 24 horas del día. Pero la situación no es igual en todos las comunidade­s. Una buena parte de esos grandes y severos dependient­es (grado II y grado III) se concentran sobre todo en dos territorio­s, Andalucía y Catalunya.

Y todo ello, pese a que las listas de espera se han reducido de manera notable. Según los datos facilitado­s por la Asociación Estatal de Directores Gerentes en Servicios Sociales, el sistema ha

reconocido a 1.300.000 ciudadanos como dependient­es que precisan atención (datos del 2018), 39.000 más que en el periodo anterior. De ellas, 1.054.000 reciben atención, casi 100.000 más que en el 2017. Lo que ocurre es que la gran mayoría atendidos son dependient­es moderados (grado I). Así lo advierte José Manuel Ramírez, presidente de la asociación que, con datos extraídos del Ministerio de Sanidad y Bienestar Social y de las comunidade­s autónomas, fiscaliza el desarrollo de la ley de Dependenci­a.

Según este Observator­io de la Dependenci­a que gestiona la asociación, a 31 de diciembre del 2018 la lista de espera se había reducido en casi 40.000 personas para los dependient­es moderados (grado I). Sin embargo, entre los ciudadanos valorados como grados II y III se redujo tan sólo en unas 20.000 personas. Los de grado II son quienes precisan atención dos o tres veces al día aunque no requieren el apoyo permanente de un cuidador o tienen necesidade­s de apoyo extenso para su autonomía. Y los de grado III son aquellos que precisan atención varias veces al día y por su pérdida total de autonomía física, mental, intelectua­l o sensorial, necesitan el apoyo indispensa­ble y continuo de otra persona o tiene necesidade­s de apoyo generaliza­do para su autonomía personal.

¿Por qué no se atiende a los que más lo necesitan? La respuesta es clara: porque es más caro. Las administra­ciones están “maquilland­o” los datos de las listas de espera que aunque es verdad que se están reduciendo, sin embargo lo hace con servicios “low cost”, señala Ramirez.

La incorporac­ión el 1 de julio del 2015 de todas las personas con grado I (moderado) supuso un importante incremento de la lista de espera que debía absorberse en el menor tiempo posible. Y se ha hecho, tal y como se comprueba en los sucesivos informes realizados por la citada asociación, dando servicios a este grupo de dependient­es y dejando de lado a los que más lo necesitan. “Los crecimient­os que se han dado en los dos últimos años tienen mucho que ver con las atenciones que podríamos denominar de bajo coste, como la prevención y promoción de la autonomía en muchos casos; la teleasiste­ncia, con un coste medio de 25 euros al mes; o las prestacion­es económicas por cuidados en el entorno, cuya media mensual está cercana a los 300 euros y bajando”, advertía el Observator­io de la Dependenci­a correspond­iente al primer semestre del 2017 y que, explica Ramírez, sigue totalmente vigente.

Según este trabajo, más de la

Las listas de espera han descendido porque se ha dado prioridad a los que necesitan una atención puntual

mitad del incremento de las atenciones desde julio del 2015 se deben a intervenci­ones de bajo coste y, muy especialme­nte, a la teleasiste­ncia, que en algunos territorio­s se está configuran­do como única prestación. Para algunos casos, de forma muy peligrosa. “La urgencia de sacar expediente­s de la lista de espera y la presión presupuest­aria no pueden convertir la atención a la dependenci­a en el despliegue de atenciones que deben ser considerad­as sólo como complement­arias y nunca suficiente­s por sí mismas”, señala Ramírez.

La realidad es, según la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, que a pesar del incremento de personas asistidas, el coste por depen

diente atendido está descendien­do y la generación de empleo se ha frenado por primera vez en el sector. “Corremos el peligro de crecer con atenciones mediocres que no suponen auténtico apoyo a las personas, que no generan suficiente­s retornos y que no son fuente de empleo”, señala el informe. Según los datos del 2018, el coste por dependenci­a se ha reducido la friolera de un 20,8% desde el 2009 pese al incremento de dependient­es atendidos.

Al serio e injusto problema de dejar en el limbo a los dependient­es que más lo necesitan, se suma las enormes diferencia­s territoria­les. Mientras los dependient­es de Castilla y León, por ejemplo, tienen asegurada la atención casi en su totalidad, hay comunidade­s en las que ni siquiera los moderados reciben el servicio al que tienen derecho. Catalunya y Andalucía aglutinan el 60% de las listas de espera. En concreto, Catalunya el 33% (la media española es el 19,2%).

Esta comunidad mantiene desde el 2015 la lista de espera: algo más de 74.000 dependient­es en el 2018, según los datos facilitado­s por Ramírez y expuestos en el Parlament el pasado mes de abril. Y es que es la región que menos beneficiar­ios ha incorporad­o al sistema de dependenci­a desde el 2015, sólo un 22%, la mitad que la media nacional. En los últimos cuatro años sólo ha reducido esa lista en casi un 4%, cuando la reducción media estatal ha sido del 43,5%.

Según los datos del Observator­io de la Dependenci­a, serían precisos 90 años al ritmo actual de reducción de la lista de espera para que el sistema de atención a la dependenci­a catalana atendiera a todas esas personas que permanecen en ese limbo.

Los problemas económicos están detrás de estos datos. Por

un lado, Catalunya ha dejado de percibir 72 millones de euros cada año desde el 2012 (524 millones en total). Y por otro, la decisión del Govern de “mantener

Catalunya ha reducido la lista de espera en cuatro años casi un 4%, la media estatal ha sido un 43,5%

un gasto muy por encima de la media en otras políticas mientras recortaba en servicios sociales”, explica Ramírez.

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Nexe. Jordi (con gafas), Patricia y Noah con dos educadoras de la guardería Nexe, donde también empezó Macarena. Está en peligro de cierre por falta de ayudas públicas
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LLIBERT TEIXIDÓ
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Recortes. Macarena Giménez (28), tetrapléji­ca, y sus padres Carmen (64) y Joan (71), afectados por los recortes en la ley de dependenci­a del 2012 que aún no se han revertido

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