Un futuro sin abusos
Se ha escrito mucho sobre los abusos a menores por parte de presbíteros y religiosos y se seguirá hablando porque aparecerán nuevas víctimas y denuncias. La Iglesia ha reaccionado tarde y a menudo protegiendo más a los presuntos agresores que a las víctimas confesas. Pero finalmente parece haber entendido que hacía falta una acción valiente y el papa Francisco y la cumbre antipederastia han marcado unos protocolos contundentes.
Recientemente los movimientos de Pastoral Obrera de Catalunya (JOC, Mijac, ACO, GOAC, curas obreros...) han emitido una nota que va un paso más avanzado. Interesa lo que se dice sobre el presente y el futuro más inmediato. Pide “revisar profundamente la visión deformada que una parte del clericato tiene de la sexualidad y de la mujer y la formación al respeto que se imparte en seminarios y noviciados”. No se puede generalizar pero periódicamente surgen afirmaciones de clérigos (y obispos) sobre la sexualidad (y especialmente sobre la homosexualidad) que demuestran un desconocimiento de los avances de la medicina, de la psicología y me atrevería a decir que de la sociología actual. ¿Qué información llega a los seminarios sobre sexualidad y quien la da? ¿Se da formación permanente a sacerdotes y religiosos sobre estas cuestiones? La Conferencia Tarraconense emitió una nota (12/II/2019) en la que defendía la adopción de “rigurosas medidas de prevención (...) a partir de la formación de aquellos a quienes les serán confiadas misiones de responsabilidad y educativas”. Pero sin concreciones.
Otro punto de la nota de la Pastoral Obrera toca un punto todavía
más delicado: “No obviar la incidencia que podría tener el celibato, vivido de manera inadecuada, en algunos casos de abusos”. Un día u otro la Iglesia católica acabará planteándose a fondo el tema del celibato obligatorio (de momento debate la propuesta de poder ordenar personas casadas de las comunidades indígenas de la Amazonia). El ejemplo de los pastores protestantes cuestiona un tema tabú, tanto como lo es la exclusión de la mujer del sacerdocio, la condena de la homosexualidad o la culpabilización del placer.
El documento de la Pastoral Obrera entra en otra cuestión compleja: “Denunciar la hipersexualización de nuestra sociedad y el uso perverso que se hace y promover
Una nota de la Pastoral Obrera plantea la incidencia que puede tener el celibato en algunos casos de abusos
y valorar la sexualidad vinculada al amor”. La pornografía es gratuita y está al alcance de todo el mundo; la sexualidad invade la publicidad de manera escandalosa sin casi límites; sólo ahora el #MeToo se ha atrevido con personajes públicos responsables de abusos (resultaba más “barato” pronunciarse contra los curas que contra artistas, literatos o políticos). Redimensionar la hipersexualización es tan complicado como hallar la formación adecuada o analizar la incidencia del celibato. Pero el documento tiene la valentía de hablar a cara descubierta, honestamente, con riesgos, claro está.