No sólo un solo
Framing Time
Coreografía e interpretación: Cesc Gelabert
Música: Morton Feldman
Pianista: Pedja Muzijevic
Lugar y fecha: Mercat de les Flors (24/VII/2019) Se percibe buena sintonía entre Gelabert y Baryshnikov. En 2003 el catalán creó In a Landscape para la compañía White Oak Dance Projec del segundo, pero coinciden sobre todo en la curiosidad, la apertura de miras y la experimentación, con una idea de la danza que tanto tiene que ver con el cuerpo como con la mente y la emoción. Para ellos, la danza sólo es personal cuando se sabe de todos y se alza sobre la tradición colectiva.
Framing Time puso en contacto, primero, la música minimalista de Morton Feldman con el artista plástico Burke Brown, que es quien creó el fondo escenográfico de telas blancas semitransparentes que acompaña, como instalación, tanto la música de Feldman como la coreografía de Gelabert. El pianista tampoco es invisible, con la misma actitud humilde, pero intensa, del coreógrafo. La partitura de Feldman está lejos del tono insistente de Reich o Glass. Y Gelabert va por libre, pero con un mismo patrón: trabaja con un material muy delimitado que escoge de pasos y gestos familiares, y los ordena y reordena en series plagadas de detalles.
A lo largo de la pieza, parece que el intérprete se desnude, introspectivo. Hay momentos de comunión muy directa en los que interpela al espectador con la mirada. El desarrollo es elaborado, pero sincero y directo en la ejecución, con peso. Por eso emociona, tan transparente como la pantalla de la que a veces saca formas expresionista, cuando pasa por detrás y transparenta largas sombras al estilo de las figuras
de Giacometti. Hay ratos en que parece jugar. Hay ocasionales pasos de baile tradicional y otros con ritmo de danza jazz, con una actitud abierta a la vanguardia. Hay humor y hay melancolía. Acentos juveniles se mezclan con el tono grave de la madurez. La elegancia es tan precisa como sensual. Destila misterio. Y es por todo ello que Framing
Time deviene tan metadiscursivo y autobiográfico como lo fueron sus versiones de solos de Bohner y Preludis o Glimpse. Ahora con un registro más desnudo que nunca: el propio de un legado pasado a limpio. Con más control y límites autoimpuestos, pero para mostrarse libre y sincero como nunca. Tan fresco como en Escrito en el aire. Porque ahora Gelabert escribe así. Blanco sobre blanco y en compañía.
Hay ratos que parece jugar. Hay melancolía y humor. La elegancia es tan precisa como sensual. Destila misterio