La Vanguardia

Bernal, el ganador del Tour venido desde las alturas de Colombia

Desde Zipaquirá hasta París, el recorrido vital de un campeón imberbe

- XAVIER G. LUQUE

Se llama Egan Arley Bernal Gómez, es de Zipaquirá, Colombia, departamen­to de Cundinamar­ca, provincia de Sabana Centro, 125.000 habitantes. A 42 kilómetros de Bogotá, a 2.650 metros de altitud, en una localidad también conocida como Ciudad Salada nació y se crió el ganador más joven del Tour de Francia desde 1909, como quien dice desde la prehistori­a del ciclismo.

“Claro que ha sido una ventaja para mí. Cuando iba subiendo esos puertos de más de dos mil metros notaba que me sentía mucho mejor en la parte final”, explica.

Zipaquirá tenía dos atractivos mayores antes de convertirs­e en la patria del ganador del Tour. La Catedral de Sal, construida en el interior de las minas, y el antiguo Liceo de Varones, donde estudió Gabriel García Márquez, hoy reconverti­do en Centro Cultural Casa del Nobel. El autor de Cien años de soledad llegó en 1943 a Zipaquirá como becario para terminar su bachillera­to y se apasionó con la literatura guiado por un profesor local, Carlos Julio Calderón Hermida. Bernal ya es historia también de Zipaquirá.

El ganador del Tour 2019 rompe moldes. Tiene planta de escalador (175 centímetro­s y 60 kilos) pero es un campeón completo que sin embargo reconoce que no dio la talla en la crono del Tour: “Las he trabajado muchísimo pero cedí demasiado. Temí perder el Tour ese día”. Y desmonta prejuicios también, acaba con el arquetipo del ciclista colombiano menudo, de pocas palabras y mirada oscura. Bernal se defiende más que bien en inglés, habla un italiano impecable y en este Tour ya soltó alguna palabra en francés, siempre con un discurso elaborado y contundent­e.

Su padre, Germán Bernal, quiso ser ciclista, pero no llegó a un equipo puntero y lo dejó para regresar a las minas de sal y ayudar a la familia. “Él es quien me acompaña siempre, quien me ayuda en los entrenamie­ntos” y lo ha seguido también en el sprint final del Tour.

Su madre, Flor Marina Gómez, trabaja en una empresa de jardinería selecciona­ndo claveles para la exportació­n. Un día acudió al médico

LOS ORÍGENES Nació a 2.650 metros de altitud, en Zipaquirá, donde García Márquez se apasionó con la literatura

LA FAMILIA Su padre le protege en moto cuando se entrena, su madre exulta: “Agradezco a Dios por elegir mi vientre”

LOS INICIOS Empezó en BTT en una escuela que dirigía el exprofesio­nal del Clas Fabio Rodríguez

con fuertes dolores de barriga y mareos. “Tiene un mes de embarazo”, le dijeron. No fue la primera sorpresa de Flor, porque según se narró en El Espectador, estaba en

el trabajo cuando rompió aguas y “fue varias veces al baño para limpiarse, pero se mojaba de nuevo” hasta que su jefa, más experta en maternidad­es, “le pegó un grito: a ver, Flor, ¡que Egan ya va a nacer!”. El parto fue complicado y la madre ha recordado que lo primero que hizo fue “contarle los dedos y memorizar cada parte, porque había muchas mamás, temí que me lo cambiaran”.

Hace poco lanzó un emotivo mensaje en las redes sociales: “Sólo me queda agradecer a Dios por elegir mi vientre para dar vida a este hermoso niño que vendría a este mundo con un objetivo especial, que es el dar tantas alegrías no sólo a mi vida sino también a toda una nación entera… qué orgullosa me siento, hijos, los amo”, escribió. Egan tiene un hermano menor, Roland.

La novia del campeón, que se ha paseado por el Tour con un maillot del Ineos, se llama Xiomara Guerrero y le acompaña desde los 17 años, cuando coincidier­on como practicant­es de BTT y estudiando periodismo en la Universida­d de la Sabana, en Bogotá. “Sí, quizá sería periodista si no me hubiera llamado la bicicleta”, dice Bernal. “Estuve a punto de dejar la bici porque me faltaban resultados”.

A los cinco años el pequeño Egan empezó a corretear con una bicicleta que había pasado por toda la familia. “Debía de tener unos veinte años, se la compraron a un primo mucho mayor. Él se la regaló a su hermano, luego a una prima... nos la fuimos pasando hasta que llegó a mí”, explica.

Resulta que el encargado de la escuela donde Bernal empezó a competir era Fabio Rodríguez, uno de los gregarios de Tony Rominger. “Poco antes de llegar con nosotros, tenía ocho años, acababa de ganar su primera carrera, gracias a un amigo de la familia que le pagó la inscripció­n”, recordaba el exciclista del Clas.

Bernal se volcó con la bicicleta de montaña. Fue en el 2014 cuando lanzó un mensaje de auxilio a las redes: quería disputar el Mundial de BTT, pero era en Noruega y le faltaba financiaci­ón. “Me estoy preparando para estar al 110% en esa carrera, pero el viaje es muy costoso. No defraudaré a las personas que me ayudan. ¡Ayúdenme!”.

Un mecenas local, Pablo Mazuera, le animó a probar en la carretera y a no desfallece­r. “Yo quería dejarlo y me dijo ‘aguanta un año más y si ves que no vas a ser bueno, te centras en la universida­d’. Él es el culpable de que esté aquí ahora”, señala el ciclista.

Fabio Rodríguez entrenó a Bernal hasta los 16 años. Pero no le pierde ojo. “En la contrarrel­oj del Tour de Suiza le vi derrapar de una manera que sólo un ex corredor de BTT sabría hacerlo. Por su experienci­a y su técnica evitó la caída”.

El primer equipo europeo de Bernal fue el italiano Androni. Ahí interviene el cazatalent­os Gianni Savio, todo un especialis­ta en encontrar perlas, formarlas y luego venderlas. Apodado el Príncipe,

Savio, 71 años, mantiene aires de galán de Cinecittà. Bigote recortado, siempre eleganteme­nte vestido, americanas impecables, camisas de iniciales y pañuelo de seda al cuello. Tuvo a Bernal en la incubadora durante dos años, en el Piamonte. “Mi vida tiene dos etapas, la de la bici de montaña en Colombia y la de la carretera en Italia. Hice grandes amigos en Italia, son como de la familia, y me gusta regresar siempre que puedo, me siento un poco italiano”, comenta Bernal. “Los helados, la Nutella, echo de menos muchas cosas de esa etapa. Incluso el Androni me falta, fui muy feliz con ellos, le debo mucho a Italia”.

Savio obtuvo 300.000 euros del

Sky por Bernal. Y otros 120.000 por otra perla que también ha pasado al cuadro británico, Iván Ramiro Sosa, 21 años. “Cuando fichamos a Bernal”, recuerda Savio, “lo pusimos en una carrera de júniors. Atacó en una subida y ganó. Esa misma noche le hicimos firmar su primer contrato profesiona­l, por cuatro años”.

Debutó en Europa en el 2016, en el Tour del Mediterrán­eo. Un frío glacial le pilló despreveni­do y a los cinco kilómetros ya pensó en arrojar la toalla. Pero aguantó y acabó. Ese mismo año ya hizo cuarto en el Tour del Porvenir, prueba que se adjudicó al año siguiente, cuando ganó dos etapas en los Alpes y la general. El cuarto colombiano que lo conquistab­a. “No sabía lo que había hecho hasta que llegué a Zipaquirá y vi tres vallas gigantes a la entrada con mi foto”.

En 2018, ya en el Sky, debutó en el World Tour: sexto y mejor joven del Down Under. “Tendrás que correr contra Nibali, Quintana, Urán..., me dijeron. Pero yo estaba decidido a dar el gran salto. Si en algún momento puedo ganar una carrera, bien. Y si voy a ser un gregario y llevar las caramañola­s (bidones), no hay problema. Se trata de aprender”.

Luego se proclamó campeón de Colombia de contrarrel­oj y en febrero del 2018 conquistó la Colombia Oro y Paz (un lema que es la réplica al “plata o plomo” de Pablo Escobar). Una competició­n de seis etapas. A falta de una, el líder y favorito

era Quintana, pero Bernal, como dicen en Colombia, les dio sopa y seco. Un ataque durísimo a dos kilómetros del final le permitió recuperar los 9 segundos de desventaja y llevarse la victoria.

Durante la temporada reside en Andorra, pero en Colombia conserva su escalada fetiche, el alto de Pacho, 23 kilómetros de ascensión al 6% de media que culmina a 3.200 metros. Le permite verificar su estado de forma. Suele hacerlo acompañado de un policía en moto y de su padre, para protegerlo de una circulació­n a veces salvaje. “Cada vez que voy allá me hago el test del Pacho, me ayuda muchísimo, le tengo mucha fe, está cerca de mi casa y, siempre me digo, va, un poquito más”.

Ese mismo 2018 hizo la Volta. Iba a terminar segundo, pero una caída en Montjuïc se lo impidió. Clavícula rota. Debutó en el Tour, como apoyo de Froome y Thomas y con 21 años acabó decimoquin­to. Y ya en este 2019 ganó la París-Niza, tuvo una caída entrenándo­se en Andorra que le apartó del Giro y lo desvió hacia el Tour... pero esta vez sin Froome.

Antes ganó la Vuelta a Suiza –el doblete Suiza-Tour es rarísimo, sólo lo tenía Eddy Merckx– y ha sobrevolad­o un Tour donde desde la tercera etapa no ha bajado de la sexta plaza. “Las cosas pasan por algo, no sé si es el destino o una casualidad. Pero aquí estoy”. Ganador del Tour con 22 años y un futuro esplendoro­so.

LA SÚPLICA En el 2014 lanzó un SOS en las redes sociales: “Quiero ir al Mundial, pero es en Noruega y es muy costoso”

EL SECRETO “Subo al Pacho, 23km al 6%, culmina a 3.200m y allí compruebo mi estado de forma”

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 ?? MARCO BERTORELLO / AFP ?? El campeón. Egan Bernal, aclamado por el enardecido público colombiano, vivió su día de gloria en el podio de París, donde intentó controlar las emociones
MARCO BERTORELLO / AFP El campeón. Egan Bernal, aclamado por el enardecido público colombiano, vivió su día de gloria en el podio de París, donde intentó controlar las emociones

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