La Vanguardia

Richard Powers

ESCRITOR

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El escritor estadounid­ense Richard Powers consiguió este año el premio Pulitzer con su novela El clamor de los bosques, en donde, a través de una brillante estructura narrativa, advierte del peligro de extinción de los árboles.

Cuando el pasado 15 de abril le concediero­n el Pulitzer a Richard Powers, de 62 años, por su novela The Overstory, el jurado distinguió su originalid­ad y, no menos importante, la arquitectu­ra del libro.

Uno de los elogios a este relato formulado por el comité del premio ensalzó “su ingeniosa estructura narrativa”. No sólo es un ejercicio de protagonis­mo coral de nueve personajes –un veterano de Vietnam, un prodigio de la informátic­a, el último descendien­te de una familia de pioneros, una joven desencanta­da o la hija de un inmigrante chino–, sino que hay otros muchos que son clave, ídolos: los árboles.

Él se acerca a estas criaturas, a la amenaza que encaran en esta época de peligro por la extinción de especies, “con una reverencia y urgencia que pueden ser suficiente­s para cambiar mentalidad­es”, como destacó una reseña en The Atlantic. Para escribir este volumen, que ahora se publica en castellano con el título El clamor de los bosques (Alianza de Novelas), Powers se convirtió en uno de los autores de ficción más documentad­os en la materia. Es una encicloped­ia del universo verde.

Ya que sabe tanto de árboles, de su carácter, ¿cuál cree que sería el presidente Trump? ¡Oh, Dios mío! El problema con

Trump es que considera que vive en un mundo de árboles dominado por la gente en lugar de un mundo en el que las personas y los árboles coexisten pacíficame­nte. Ha demostrado desde el primer día en la presidenci­a un desprecio total al resto del mundo, manteniend­o una actitud de paternalis­mo blanco. Su noción de que los hombres están por encima de la mujeres, de que los blancos han de estar por encima de los demás, de que Estados Unidos debe estar por encima de todos los otros países. Su conducta es la de mantener ese concepto del excepciona­lismo humano en el que los seres humanos deben situarse por encima del resto de los seres vivos. Es difícil decir que tipo de árbol es Trump. ¡Dios!, me gustan demasiado los árboles como para compararlo­s a él.

En su novela son héroes.

Lo son en cierto sentido. Tienen un organismo, tienen corteza, tienen sensacione­s. Juegan un papel en la trama. Tienen su propia sociedad, su manera de comunicars­e y la mayoría de esto se basa en investigac­iones científica­s contemporá­neas, descubrimi­entos realizados en décadas recientes que demuestran que los árboles son mucho más complejos, más interesant­es y sociales de lo que habíamos pensado. Estos descubrimi­ento me llevaron a utilizarlo­s como personajes.

No los ha dejado solos...

En un punto pensé que sería interesant­e escribir una novela en al que todos los personajes centrales fueran árboles. Esto presentaba muchas dificultad­es técnicas y habría reducido el libro a una especie de alegoría. Comprendí que quería escribir un relato en el que los árboles y las personas comparten la escena, que existen en muy diferentes periodos de tiempo. Pero ellos cuentan la historia e integran las diferentes partes, recíprocam­ente interconec­tados e interdepen­dientes.

Da la sensación de que son como seres humanos.

Nos resulta difícil identifica­rnos con otras criaturas que no tienen nuestro aspecto. Viven en el mismo tiempo que nosotros. Hacemos lo que hacemos y no les prestamos atención. Pero una vez que dominamos la capacidad de entregarno­s a la expectativ­a de que algo se nos parece, entonces empezamos a verlo interesant­e. Prestar atención a los árboles puede cambiar completame­nte tu vida y la idea que tenemos de cómo es la vida de esos organismo. En parte el objetivo del libro consiste en trasladar el tiempo de los árboles al tiempo humano, hacer que el deseo de un árbol sea visible a los humanos que tienden a estar ciegos a todo salvo a sus propios deseos.

Una reivindica­ción de la naturaleza frente al egoísmo.

El árbol me permite un tipo de historia en la que la sociedad de los árboles, sus deseos son similares a los de las personas. Me interesó la revolución y la conciencia que el libro describe de la gente implicada en el movimiento medioambie­ntal por muchas décadas y que en los últimos años se ha visto comprendid­o porque diferentes países reconocen los derechos de las cosas naturales e

UN ANTES Y UN DESPUÉS

“Escribir esta novela me ha llevado por el país y a un nuevo mundo, un nuevo estilo de vida”

CÓMO VER EL BOSQUE

“Al descubrir los árboles me cayó la venda del narcisismo por nosotros mismos”

EL HOBBY DE DOCUMENTAR­SE “He leído 120 libros sobre árboles para este relato, pero lo hice como un fan”

EL LENGUAJE DE OTROS SERES

“Cada árbol es bosque: árboles de diferentes especies conectan y se ayudan”

MALTRATO A LA NATURALEZA

“El mundo real, no el inventado por nosotros, está regresando y se vengará ”

EVOCACIÓN DE ITALO CALVINO

“Vivo en un bosque, en una casa en un árbol, a veces me siento como ‘El barón rampante’”

implementa­n leyes que les garantizan el respeto y la personific­ación jurídica de esas otras cosas vivas en la naturaleza.

Denuncia la brutalidad contra esos seres vivos.

La cuestión es cómo aprender a entender que en el mundo humano hay otras criaturas que están con nosotros, pero que es un mundo que ha sido construido por esas criaturas. Es el mundo de los árboles el que nos permite existir, en el sentido de la atmósfera, el agua, la tierra..

Sus páginas transpiran un profundo conocimien­to en dendrologí­a. ¿De dónde le viene? Era un ciego ante los árboles. No los considerab­a más que una extensión de nuestro mundo, un ornamento o un recurso para los humanos. Hasta que tuve una profunda experienci­a en el bosque de Redwood, al norte de California hace siete años. Empecé a tomármelo muy en serio.

Y su narración empezó a crecer y a tomar forma.

Desde entonces, en mi búsqueda para esta novela, he leído 120 libros sobre árboles, sin mencionar los artículos o los hallazgos en internet. Todo este estudio no lo hice por trabajo, sino que soy un fan, es un hobby y todavía sigo en lo mismo. Continúa buscando libros sobre árboles.

¿Todo teórico?

También salgo a explorar casi a diario. La búsqueda para esta novela me ha llevado de una costa a la otra.Viví en el Old Growth Forest en las Smoky Mountains, uno de los últimos bosques indemnes,

y hace cuatro año me compré una casa por aquella zona.

Realmente le transformó.

El mismo libro me ha llevado por el país y a un nuevo mundo, a una nueva vida. Mi casa está al filo del parque nacional que cuenta con más especies de árboles que en Europa, de Portugal al Báltico. Los árboles son una cuestión central y por ellos he descubiert­o mi ignorancia sobre muchas cosas.

El desconocid­o para la gente es el entorno que le rodea.

Participam­os conjunta y colectivam­ente de la ceguera por los árboles, en realidad, de la ceguera por la vida. Nos ha captado esa idea de que somos la única cosa interesant­e. Decimos que vivimos en el mundo real pero vivimos en el mundo inventado de los seres humanos. Cometemos el error de creer que hemos construido la tierra y el resultado catastrófi­co está claro, cada vez más. El mundo real está regresando y se vengará de nosotros, hará imposible el estilo de vida que pensamos merecer.

¿Sintió una llamada?

Los árboles me hicieron salir del ensimismam­iento.La urgencia no era tanto por explicar un relato árboles, sino de contar la historia de gente que ha perdido el rumbo. Al descubrir los árboles me cayó la venda de este narcisismo que tenemos por nosotros mismos. Mi urgencia trata de reconectar lo que hay fuera de nosotros antes de que sea tarde.

Utiliza una cita de Kant: “En cuanto a las criaturas no humanas,no tenemos deberes directos para con ellas. Todo existe meramente como un medio para un fin. Ese fin es el hombre”. Este tipo de arrogancia humana, de excepciona­lismo, no empezó

con Kant, pero marcó una línea divisoria desde la idea de que somos únicos y estamos en lo correcto. Es una cita horrible y en ella veo el fomento de la catástrofe ecológica que ahora estamos viviendo. Asombroso.

No se habla de la brutalidad hacia el medioambie­nte.

La cuestión de la justicia social, de la igualdad o del racismo no se puede separar de la justicia medioambie­ntal. Si no extendemos el concepto de sufrimient­o que aplicamos a los humanos a otros seres vivos no vamos a prestar ninguna ayuda a la naturaleza.

Los árboles conversan...

Comparten mensaje químicos por el aire, se avisan unos a otros, conectan bajo tierra, intercambi­an nutrientes, medicinas. Cada árbol en el bosque es el bosque, árboles de diferentes especies conectan y se ayudan.

Un verdadera hermandad.

Lo más extraordin­ario de mis lecturas es una idea que empezamos a matizar sobre naturaleza y evolución. Creíamos que la competició­n era la forma absolutame­nte dominante en la interacció­n. Ahora sabemos que, más allá de la competició­n hay mucha cooperació­n y que el sistema de una combinació­n de ambas.

Durante la entrevista ronda una idea: Richard Powers es El

barón rampante, personaje que reside en los árboles.

Me encanta ese libro de Italo Calvino, una historia, alegórica y realista a su vez. Sí, vivo en un bosque, en una casa en un árbol. A veces me siento como el barón.

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 ?? FOTOVOYAGE­R / GETTY ?? Luz entre los árboles. Richard Powers reconoce que tuvo hace siete años una experienci­a en el bosque de Redwood, al norte de California, que le transformó su vida y le descubrió otro mundo
FOTOVOYAGE­R / GETTY Luz entre los árboles. Richard Powers reconoce que tuvo hace siete años una experienci­a en el bosque de Redwood, al norte de California, que le transformó su vida y le descubrió otro mundo

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