La Vanguardia

El Este respondón

- Valentín Popescu

La reciente renovación de los cargos máximos de la UE resultó un parto de los montes sumamente extraño. Porque si por una parte era esperado, dada la falta de ideas y dirigentes que ilusionen, por otra parte ha sorprendid­o por la rebelión de los pobres, de las naciones del centro y este de Europa.

Hasta ahora estas naciones han sido socios de segundas ya que la política y la economía de la UE la deciden los miembros ricos, que son también los que financian en última instancia las ayudas y subvencion­es a los más atrasados para que se aproximen al nivel comunitari­o. Y he aquí que los pobretones han dejado de decir amén a las decisiones de Bruselas y se han erigido en criada respondona. Polacos, húngaros y rumanos se aliaron para cerrarle el paso al socialista holandés Frans Timmermans como sucesor de Jean Claude Juncker. A los tres –y también a los búlgaros– les disgusta Timmermans, partidario de imponerles con mucho mayor rigor que hasta ahora el imperio del Estado de derecho.

Y si los orientales de la

Unión no le han hecho ascos a la alemana Úrsula von der Leyen, ha sido tan sólo por la energía con que ha actuado frente a Rusia y ha apoyado el papel de la OTAN en la política internacio­nal.

En otro de los grandes caballos de batalla de las discrepanc­ias comunitari­as –la política migratoria– los orientales han cerrado filas con el italiano Salvini en pro de una actitud mucho más restrictiv­a.

Son discrepanc­ias que se pueden explicar por los intereses nacionales de cada Estado oriental y si ahora afloran sería porque se han enriquecid­o y dependen menos de las transferen­cias económicas de Bruselas.

Y es que a lo largo de estos 15 años de pertenenci­a a la UE los orientales se han enriquecid­o tanto que en la actual coyuntura económica han sufrido –proporcion­almente– pérdidas menores que los occidental­es. Más aún: Para el año actual los economista­s prevén para Polonia un crecimient­o del PIB del 4,6%, del 4,1% para Hungría y Rumania, del 3,5% para Bulgaria y Eslovaquia mientras que la media de toda la UE es de tan sólo el 1,6% (1,4% para la eurozona). A ello hay que sumar un paro mínimo (2,2% en Chequia, 2,2% y 4% en Polonia frente a la media comunitari­a del 8%). Esta relativa bonanza se debe en buena parte al alza de los salarios, que ha generado un incremento del consumo interno, y a la galopante automatiza­ción de buena parte de las industrias.

De todas formas, este motín de los ex pobretones no deja de ser más vistoso que trascenden­te. Su peso en el conjunto de la UE sigue siendo pequeño y su influencia, también. La sublevació­n contra la alcaldada de los nombramien­tos en la cúspide comunitari­a no ha pasado por ahora de ser un aullido sin consecuenc­ias. Las alcaldadas siguen campando a sus anchas por Bruselas, pero ya no a la chita callando.

Los países de Europa central y oriental evitan que Timmermans suceda a Juncker

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