La Vanguardia

Y el jubilado Isaías fue a su banco...

- Joaquín Luna

Cuando Isaías Belmonte descubrió 95 millones de pesetas en billetes bajo la cama de su virtuosa tía Enriqueta, fallecida a los 102 años, se creyó un pensionist­a afortunado.

Isaías, solterón empedernid­o, depositó la inesperada herencia en una maleta y se dirigió al Banco de España donde un funcionari­o le atendió.

–Ha tenido suerte, viene usted el 1 de enero del 2021 y ya tendría papel de fumar para sus cuatro días.

El funcionari­o cambió de humor cuando Isaías Belmonte exigió los euros en efectivo. Después, se dirigió a su entidad bancaria, que no pisaba por vergüenza torera –532 euros de saldo–, convencido de que la harían la ola y la señora directora le estamparía un par de besos ante un coro alegre y vociferant­e de empleados:

–¡Isaías, Isaías es cojonudo, como Isaías no hay ninguno!

La oficina estaba en silencio y nadie se ofreció a atenderle. “Estarán de luto o desayunand­o”. Al cabo de hora y media, Isaías se acercó a una empleada que no perdía de vista su pantalla.

–Señorita, vengo a depositar

Isaías supuso que la entidad bancaria le estaba montando contra reloj una de esas fiestas sorpresa

540.910 euros. ¡Mi tía Enriqueta! Cuando le explique lo bueno que le salía el arroz con leche...

–Pida turno en aquel monitor. Isaías Belmonte trató de sacar número pero se confundió de opción y en lugar de “depósitos” pulsó “asesoramie­nto financiero en bonos del Tesoro del Reino de Bután” y acto seguido la pantalla le ofreció “atención online en butanés/inglés/quechua”. –Perdone señorita, pero .... –Usted coja turno y será atendido desde nuestro centro de asesoramie­nto en Bután.

La pantalla hostil escupió un papelito con el número 5376 antecedido por las letras BB.

–Mira que si han avisado a Brigitte Bardot para que me atienda...

Al final de la mañana, la señorita –Isaías Belmonte llama señoritas a las menores de 40 años– se esfumó por una puerta trasera y las luces halógenas se apagaron mientras la cajera –a la que iba a dirigirse– salió hablando por el móvil: “El fricandó ya está hecho, Nil, sólo tienes que calentarlo”.

Isaías supuso que el personal estaba montando contra reloj una de esas fiestas sorpresas como las de sus amigos casados y, en el momento más inesperado, los focos se iluminaría­n. La directora se tomaba su tiempo para vestirse de Gilda, cantar Put the blame on mame y refregarle un guante por los morros.

Quizás se demoraban para dar tiempo a la llegada del alegre mariachi Los de la Carrera de San Jerónimo.

Al cabo de 62 horas, lunes, las luces se iluminaron, entró la señorita y comentó: “A veces, el asesoramie­nto sobre bonos del tesoro del Reino de Bután se demora porque es un producto no exento de riesgos financiero­s”. Isaías Belmonte supuso que, tarde o temprano, alguien le haría la ola.

O le atendería cara a cara.

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