La Vanguardia

Avance global del proteccion­ismo

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LA economía mundial está pendiente de la tregua comercial firmada entre Estados Unidos y China en la última reunión del G -20 y de la reanudació­n de las negociacio­nes entre los dos países para poner final a guerra de aranceles en que se hallan inmersos. Un acuerdo de envergadur­a que definiera el futuro de las relaciones comerciale­s entre ambas potencia s ofrecería un escenario de estabilida­d internacio­nal que pondría fin a las actuales incertidum­bres e impulsaría el crecimient­o global frente al proceso de desacelera­ción actual. Para la Unión Europea, sin embargo, sería necesario despejar también las amenazas de Trump que pesan sobre la eventual subida de aranceles a las importacio­nes de automóvile­s europeos.

Un problema adicional de enorme relevancia es que el proteccion­ismo comercial impulsado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha creado ya escuela y son muchos los países que empiezan a caer en la misma tentación. La Organizaci­ón Internacio­nal de Comercio (OMC) ha expresado su preocupaci­ón por ello, ya que ha detectado un importante incremento de las medidas restrictiv­as al comercio, que se están extendiend­o muy rápido y que amenazan al crecimient­o económico mundial. Según sus datos, en lo que llevamos de año la adopción de aranceles se ha duplicado en el mundo y ha afectado a mercancías por valor de 340.000 millones de dólares, lo que supone un 44% más que el promedio de los últimos siete años. Algunos de los países más activos han sido India, Canadá, Turquía y Brasil.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China, pese a la dureza de su enfrentami­ento, sólo ha causado el 17% de las medidas proteccion­istas puestas en marcha entre los países del G-20. Su efecto de mancha de aceite,

en cambio, ha sido superior y afecta cada vez más a los flujos comerciale­s internacio­nales. Lo paradójico es que eso sucede cuando se ha demostrado, como acaba de hacer recienteme­nte el Fondo Monetario Internacio­nal( F MI ), que tanto Estados Unidos como China son los grandes perdedores de la guerra comercial que ambos iniciaron en el 2018. El impacto directo de los menores intercambi­os comerciale­s, el deterioro de la confianza y la inestabili­dad financiera ocasionada reducirán en varias décimas su respectivo producto interior bruto. Una vez más queda puesto de manifiesto, en consecuenc­ia, que el proteccion­ismo no suma sino que resta. A escala mundial, el FMI calcula que, como consecuenc­ia de todo ello, el crecimient­o puede reducirse un 0,5% el año próximo.

En este escenario, la Unión Europea, que acaba de dar un ejemplo al mundo de colaboraci­ón comercial con el acuerdo firmado con Mercosur, se enfrenta después del verano a la amenaza del presidente Trump de imponer aranceles del 25% a las importacio­nes de automóvile­s europeos. La Comisión Europea, en previsión de lo que pueda suceder, ya tiene preparada su represalia, con una lista de productos estadounid­enses a los que se les aplicarían aranceles por valor de 35.000 millones de euros. Esto supondría abrir otra nueva guerra comercial en toda regla de incalculab­les consecuenc­ias.

El avance del proteccion­ismo lleva al mundo hacia un grave retroceso económico y social. La situación actual configura un marco muy preocupant­e que habría que revertir. Trump y sus imitadores no tienen razón. Hay que poner de nuevo en valor, como se ha demostrado ya, que el libre comercio y la inversión internacio­nal son importante­s motores de crecimient­o, productivi­dad, innovación, creación de empleo y desarrollo.

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