La Vanguardia

Verstappen se impone en medio del caos en Alemania

El holandés se impone en una carrera caótica por la lluvia en la que Mercedes naufraga

- TONI LÓPEZ JORDÀ Barcelona

Ironías del deporte, Max Verstappen, 21 años, el enfant terrible de la F-1, el considerad­o piloto más temperamen­tal e impulsivo fue quien templó el frenesí e impuso la cordura en una carrera de locura por acción de la lluvia. Y de una desenfrena­da aventura de cambios de neumáticos que desquició a pilotos y equipos. Cuatro coches de seguridad, seis retirados, multitud de trompos y salidas de pista, y un Toro Rosso en el podio ilustran la carrera del GP de Alemania, la más chiflada de los últimos tiempos.

Una carrera pasada por agua, sin orden ni concierto, que se llevó por delante a Mercedes en su 125.º aniversari­o en el motorsport y su GP número 200, en casa del motorista alemán. Lewis Hamilton finalizó 11.º por culpa de un trompo (luego ascendido al 9.ª puesto por una sanción a los dos Alfa Romeo), y Valtteri Bottas quedó fuera, accidentad­o en la misma curva, la 17, donde se estrelló media parrilla. Aun así, el inglés mantiene el liderato del Mundial con mano de hierro cuando el campeonato cruza el ecuador: 41 puntos sobre Bottas, 63 sobre Verstappen y 84 sobre Vettel.

La carrera de Hockenheim –quizás la última en algún tiempo si acaba por no renovar– arrancó con guion cambiado: con la pista empapada y los coches detrás del safetycar dando tres vueltas de reconocimi­ento, para acabar saliendo con el procedimie­nto habitual, desde parado en la parrilla con semáforo, aunque con tres vueltas menos, 64. La salida se la tomaron con cautela, por el riesgo de patinar y las estelas de agua, así que Hamilton no tuvo problema para conservar el mando desde la pole, seguido de Bottas, que birló la segunda plaza a un Verstappen que resbaló en el arranque y cayó al cuarto puesto –3.º cuando pasó a Räikkönen–, mientras los Ferrari, sin nada que perder, empezaban sus remontadas desesperad­as para enderezar el entuerto del sábado, Leclerc del 10.º al 4.º, y Vettel, del 20.º al 7.º.

Sin embargo, la verdadera animación de la carrera llegó a partir de la vuelta 23, cuando Haas fue el primer equipo en arriesgar calzando a Magnussen los neumáticos lisos cuando todavía llovía y la pista estaba mojada: una locura para buscar sorprender. Lo imitó Ferrari con Vettel, y le siguieron Verstappen, Norris, Stroll, Bottas... Hamilton aguantó una vuelta más, pero también cambió al blando.

El primer damnificad­o del atrevimien­to fue Leclerc, que se fue a la grava y ya no pudo volver, mientras que Hamilton rompía el alerón delantero, paraba en boxes, su equipo no tenía las ruedas preparadas, perdía 50 segundos y se despedía del liderato al regresar a pista 5.º. Fue entonces cuando el resto de coches aprovechab­a el segundo safety-car para volver a calzar gomas intermedia­s, y Verstappen tomaba el mando que ya no iba a soltar, llegando a acumular 10s sobre Bottas.

El último baile de las sillas llegó en la vuelta 46 con otro cambio de neumáticos general, de intermedio­s a lisos, viendo que la pista se secaba. Primero fue Stroll (Racing Point), que de último pasó... ¡a segundo! El mundo al revés. Los modestos se crecían, Kvyat se ponía 2.º detrás de Verstappen, Sainz se veía 4.º, Hamilton sufría un trompo y caía al 15.º, Bottas abandonaba por accidente, y Vettel, que había salido del último puesto, remataba su remontada pasando a Sainz, Stroll y Kvyat para acabar segundo y regresar al podio después de tres carreras para olvidar. Un día de locos dominado por el más exaltado.

ATREVIMIEN­TO DE LOS MODESTOS Haas se aventuró a calzar gomas lisas a Magnussen en suelo mojado y desató el caos imitado por el resto

LOS MEJORES Verstappen, que sufrió un trompo, aplicó dosis de mando, y Vettel remontó del 20.º al 2.º puesto

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