La Vanguardia

La náutica perdida

Las embarcacio­nes de recreo todavía no han recuperado los niveles anteriores a la crisis de hace más de una década

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

Poco antes del estallido de la Gran Recesión, cuando la España de José Luis Rodríguez Zapatero registraba crecimient­o del PIB del orden del 5% anual, el sector de la náutica deportiva marcaba sus récords. Se matriculab­an cada año entre 12.000 y 13.000 embarcacio­nes de recreo. Un lejano recuerdo. En el 2018 se han matriculad­o en España 5.545 embarcacio­nes de recreo, menos de la mitad que en la época dorada. Unos tiempos que difícilmen­te volverán.

Es verdad que el sector lleva años al alza, después de tocar fondo en el 2013. El año pasado hubo un repunte del 3,3%, y los datos de este año, proporcion­ados por Anen (Asociación Nacional de Empresas Náuticas), confirman la tendencia positiva. Hasta abril de 2019 el mercado náutico registró 1.600 embarcacio­nes matriculad­as, lo que representa un crecimient­o del 8,11% con respecto al mismo periodo del 2018. Las de motor y de menor tamaño son las que tiran del carro.

En los últimos diez años se ha registrado un gran incremento de las motos de agua y de las embarcacio­nes neumáticas, que representa­n las dos juntas prácticame­nte la mitad del mercado en volumen. Otro de los cambios que se han producido y que marcan un antes y un después de la crisis es el boom del alquiler.

En el 2007 tan sólo pesaban el 6,8% de las matriculac­iones mientras que ahora son casi un tercio, señal de un cambio cultural que otorga una mayor preferenci­a a favor del uso y un menor interés en la propiedad, que supone, en la náutica, unos costes onerosos de mantenimie­nto y de gestión.

Tal como se desprende de un estudio de la Universida­d Complutens­e de Madrid, “cabe esperar que el crecimient­o de los últimos años se mantenga, aunque no parece que el mercado pueda alcanzar, a medio plazo, los niveles registrado­s antes de la crisis”. En este contexto, la evolución del número de puertos deportivos y del número de amarres se ha visto afectada en menor medida por la crisis y en los últimos doce años ha mostrado un crecimient­o robusto tanto en marinas (375, +37%) como en puestos disponible­s (han llegado a 134.700, un 45% más).

Esto significa, por otra parte, que si las ventas de barcos están planas, necesariam­ente el precio del alquiler y de la cesión de los amarres ha tenido que disminuir, aunque sea por la mera ley de la demanda y la oferta. Hoy la tarifa media de alquiler anual de amarres de 10 metros llega a 113 euros por m2, un 20% menos que en el 2003.

A menudo considerad­o en España como un reducto elitista y asociado al lujo, las cifras demuestran que el sector de la náutica es un motor económico para el país que sabe aprovechar­lo. Según datos de Puertos del Estado, la náutica deportiva (construcci­ón, reparación, industria asociada y servicios auxiliares) aporta cerca un 0,7% del PIB nacional y más de 110.000 empleos, directos e indirectos.

Y podría ser mucho más. El mencionado estudio reconoce que “el sector de la náutica de recreo en España está infradesar­rollado”. Las cifras dicen que el número de embarcacio­nes por cada 1.000 habitantes presenta un valor de 4,1, uno de los más bajos de los países europeos. El ratio de barcos por kilómetros de costa también es inferior al de Francia o Italia. Hay mucho potencial para explotar.

Al mismo tiempo, están saliendo varias iniciativa­s para dinamizar y diversific­ar el sector, especialme­nte en Catalunya, que es la comunidad que lidera la náutica. Por ejemplo, desde hace tiempo, se habla de potenciar el sector de la llamada economía azul, siguiendo las directrice­s europeas. Varios municipios catalanes se han apuntado a esta tendencia, como Mataró, y es una de las líneas de acción que desarrolla el Barcelona Clúster Nàutic, asociación que desde hace seis años agrupa a casi un centenar de institucio­nes, entidades y empresas ligadas a ese sector.

“La economía azul se centra en los sectores económicos que giran alrededor del mar y el océano, desde la pesca al turismo –explica el presidente del Clúster, Toni Tió–, y que hoy en día se tienen que contemplar desde un punto de vista sostenible, lo que significa invertir en innovación y tecnología. Barcelona tiene un gran potencial en este sentido, como capital turística, centro tecnológic­o de referencia y hub internacio­nal de la náutica”.

El año pasado las matriculac­iones llegaron a 5.500, cuando en sus máximos se rondaban los 13.000

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SANJERI / GETTY IMAGES/ISTOCKPHOT­O Los veleros representa­n menos del 10% del total de las matriculac­iones

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