La Vanguardia

Derecha pactista

Su partido utilizará la baza de su capacidad para lograr gobiernos de coalición

- CARMEN DEL RIEGO

Pablo Casado presume de las coalicione­s de gobierno que ha formado el PP frente a la soledad del PSOE.

Andalucía, Madrid –Comunidad y Ayuntamien­to–, Murcia, Castilla y León, aparte de una larga retahíla de ayuntamien­tos. Es la hoja de objetivos logrados que presenta el PP tras las elecciones del 26-J y de los que presumirá, frente a la dificultad de Pedro Sánchez para conseguir los votos necesarios para ser investido presidente del gobierno. Todos daban por hecho, también en el PP, que habría un ejecutivo socialista antes de las vacaciones de verano.

No ha sido así, y en cambio el PP ha logrado preservar parte del poder territoria­l que ya tenia y lo ha ampliado con el Ayuntamien­to de Madrid. Casado subraya la capacidad para haber llegado a los acuerdos que han hecho posibles esos gobiernos. Es la principal baza que el líder del PP, Pablo Casado, tiene ya en la bocamanga para exhibir, llegado el caso, si finalmente Pedro Sánchez no consigue su investidur­a y al final hay que ir a elecciones el 10 de noviembre.

Una cita que las fuentes del PP consultada­s aseguran que no desean en ningún caso. Las mismas fuentes enfatizan que el PP no quiere nuevas elecciones, pero eso no implica que acaben claudicand­o ante la insistenci­a de Sánchez y se abstengan en el segundo intento de investidur­a. Eso no pasará.

Pero como ya dijo Pablo Casado en la junta directiva que el PP celebró el pasado martes, si hay elecciones, que “nos pille trabajando”. Así que el partido ha quedado a medio gas este agosto por si tiene que activar la maquinaria electoral, recién renovada tras los cambios en la dirección que ha imprimido el líder popular.

El programa está hecho, las candidatur­as no sufrirían apenas variacione­s, y sólo el discurso y la estrategia de campaña podrían variar algo en esa repetición de elecciones. Y en ese discurso, para esa estrategia, Pablo Casado está dispuesto a jugar la baza de los acuerdos. “Los españoles tendrán que evaluar si votando a un partido, o a otro, tendrán gobierno o no”, recuerdan en la calle Génova.

Será una de las premisas de ese discurso electoral en una campaña que, además, según lo acordado en el 2016, cuando con Mariano Rajoy hubo que repetir las elecciones del 2015, sólo duraría ocho días.

La tesis que se explotará, por parte del PP, es que allí donde los populares han tenido posibilida­des de llegar a acuerdos, porque la suma de los escaños de los partidos de centrodere­cha eran suficiente­s para la formación de gobierno, lo han conseguido. Lo hicieron ya en Andalucía en enero pasado, lo que supuso la primera prueba de fuego para un recién elegido presidente del PP, Pablo Casado, y se ha confirmado ahora en las comunidade­s de Madrid (todo apunta a que sucederá en los próximos días), Murcia, Castilla y León y en el Ayuntamien­to de Madrid.

El PP tenía en la anterior legislatur­a también La Rioja, pero en

A pesar de la caída electoral, Casado ha logrado conservar la mayoría de los gobiernos autonómico­s

las elecciones del 26 de mayo la suma de la derecha –Vox no consiguió representa­ción– no dio los votos suficiente­s para mantener la presidenci­a. Sin embargo, dos meses después, los socialista­s tampoco han podido lograr la investidur­a de su candidata, Concha Andreu, por la falta de entendimie­nto con Unidas Podemos, aunque no se descarta que pueda lograrse un acuerdo antes de que finalice el plazo previsto en su Estatuto.

Con este bagaje, el presidente del PP, Pablo Casado, piensa explotar esa baza, en caso de que se produzcan las elecciones, para dejar en el ánimo de los votantes que el voto útil es al PP. No sólo por lo que siempre ha repetido de que la división del electorado del centrodere­cha favorece a la izquierda, porque se pierden escaños por los restos, sino que es un voto útil porque sirve para formar gobiernos, “y no el voto al PSOE”.

La importanci­a de estos logros del PP no está tanto en que haya mantenido el poder territoria­l en las elecciones del 26 de mayo, al que se suma Andalucía, sino que con los acuerdos que los populares han conseguido alcanzar con Ciudadanos y con Vox, pasa a ser historia la frase que persiguió a Mariano Rajoy durante muchos años de que el gran problema del PP era que los populares tenían que ganar por mayoría absoluta, porque si no, no tenían con quien pactar.

Esta máxima empezó a quebrarse en el 2015, cuando el PP pudo conservar algunas comunidade­s autónomas y ayuntamien­tos gracias a acuerdos con Ciudadanos, que sin embargo no se dieron en todos los lugares posibles. Pero se ha consolidad­o ahora, donde la unión de PP, Ciudadanos y Vox ha permitido que las mayorías absolutas dejen de ser un requisito para que el PP gobierne.

Pablo Casado explicó el pasado martes, durante la junta directiva nacional, que con los aludidos gobiernos amparados por los votos de la formacione­s de centro y derecha se ha consumado la primera etapa de su verdadero objetivo a largo plazo como presidente del PP, la refundació­n del centrodere­cha.

La segunda etapa de su proyecto pasa por trasladar esos resultados al gobierno de España y poder ser presidente con el apoyo de Cs y Vox. La verdadera refundació­n, cuya fórmula no quiso anticipar Casado, tendrá que esperar hasta entonces. Pues, en su opinión, la definitiva refundació­n del centrodere­cha sólo puede hacerse desde el gobierno.

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RODRIGO JIMÉNEZ / EFE Pablo Casado en una rueda de prensa en la sede del PP

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