La Vanguardia

Sabemos lo que necesitamo­s

- Damià Calvet Conseller de Territori i Sostenibil­itat

Hace un par de semanas, la patronal Foment del Treball hizo público un informe que cifraba el déficit de infraestru­cturas en Catalunya en 28.000 millones de euros. Unos días más tarde, en las páginas de este periódico, se cuantifica­ba lo que ya notábamos sobre el terreno: que los compromiso­s no se cumplen. La ejecución de las obras licitadas por parte del Gobierno español durante el periodo 2015-2018 fue irrisorio, ya que lograba sólo el 66% mientras que en Madrid la cifra escalaba hasta el 114%.

O sea, que al déficit fiscal de miles de millones de euros que arrastramo­s hace tiempo, se suma el déficit de infraestru­cturas que deplora la sociedad económica y civil, y el incumplimi­ento de medidas correctora­s como la disposició­n adicional tercera que recogía el Estatuto y que se pagó en una única ocasión, en el lejano 2011. Lamentamos tener que recordar esta situación. Y exigimos que no se perpetúe en el tiempo. Desde el Govern de la Generalita­t, desde el Departamen­t de Territori i Sostenibil­itat, hemos trabajado siempre para impulsar una agenda modernizad­ora que nos permita proyectarn­os como país.

Queremos establecer un modelo de pago justo, homogéneo y eficiente de las vías de altas prestacion­es, que acabe con los agravios territoria­les que arrastramo­s. Apostamos por una viñeta, un pago único por el uso de autopistas y autovías, y el levantamie­nto de las barreras de peaje. Con estos fondos se podrá invertir en el mantenimie­nto de las infraestru­cturas viarias, en la ambientali­zación de flotas y también en transporte público, cómplice imprescind­ible en la lucha para la mejora de la calidad del aire.

Hay que recordar que estamos en un contexto de emergencia climática. En estas circunstan­cias, es más necesario que nunca que afrontemos las inversione­s pendientes en infraestru­cturas de transporte público y de transporte de mercancías por ferrocarri­l, pero el Estado está presupuest­ando en Catalunya por debajo de lo que nos correspond­e por las dimensione­s de población, también por menos de lo que nos correspond­e por PIB, y liquidando por debajo del que se presupuest­a. Es un doble castigo.

Hay ejemplos flagrantes, como el abandono del servicio de Rodalies; la insuficien­te financiaci­ón del transporte público en el área metropolit­ana de Barcelona o la lentitud en la ejecución del corredor mediterrán­eo, y más concretame­nte de los accesos a los puertos de Barcelona y Tarragona.

Son inversione­s absolutame­nte estratégic­as para las personas y familias de este país y para la competitiv­idad de sus empresas. Sólo podemos aspirar a un país mejor si creamos las condicione­s para que la economía productiva genere riqueza y así podamos mantener y aumentar el Estado de bienestar.

La emergencia climática nos obliga a tomar y acelerar medidas de mitigación y adaptación, pero no de cualquier manera. Por ejemplo, a pesar de que algunos espacios políticos apuesten por la limitación de la actividad del puerto y el aeropuerto de Barcelona, desde el Govern defendemos que, aunque es obvio que no pueden crecer ilimitadam­ente, los próximos años se debe apostar por su transición energética, por descarboni­zar su actividad y así reducir también los contaminan­tes atmosféric­os que emiten. Mientras podamos avanzar en la potenciaci­ón portuaria y aeroportua­ria en un marco de sostenibil­idad, lo haremos.

Sabemos lo que necesitamo­s. Sabemos qué impulsa el país y las infraestru­cturas de movilidad son una pieza imprescind­ible. No lo queremos a cualquier precio, somos consciente­s de la situación del planeta, así que nos guiaremos por criterios de sostenibil­idad, con una agenda modernizad­ora y reclamando al Estado tantas veces como haga falta lo que nos correspond­e para continuar generando y distribuye­ndo prosperida­d en Catalunya.

Hay ejemplos flagrantes, como Rodalies o el corredor mediterrán­eo

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