Jaque a la intuición humana
El programa de ajedrez Alphazero muestra características que se creían exclusivas de las personas
Aunque a menudo se abusa de la expresión “cambio de paradigma” cuando se trata de explicar el alcance de los avances tecnológicos, la evolución que significa Alphazero, un programa desarrollado por la empresa inglesa DeepMind –adquirida por Google en el 2014–, amenaza con cambiar el futuro de la inteligencia artificial.
El rasgo diferencial del sistema de aprendizaje profundo AlphaZero, que de momento se ha aplicado al ajedrez y a otros juegos de estrategia, es que no necesita la supervisión humana para adquirir en horas un nivel de entendimiento superior al que pueda tener cualquier persona.
Y no sólo es superior por su capacidad superlativa de manejar millones de cálculos por segundo y analizar todos los patrones de desarrollo estratégico posibles (lo que en computación se conoce como “fuerza bruta”), sino también por tener características que creíamos exclusivas de los seres humanos: la intuición, la creatividad, la capacidad de tomar riesgos e incluso el talento para generar belleza a través del juego.
Los maestros del ajedrez que han analizado las partidas de Alphazero alucinan. No porque gane, sino por las estrategias que despliega para ganar. En su presentación en sociedad, en diciembre del 2017, Alphazero arrasó a Stockfish, el mejor programa de ajedrez del momento y la herramienta de preparación de la mayoría de ajedrecistas de élite. De 100 partidas, ganó 28 e hizo tablas en 72. No perdió ni una. Fue un auténtico shock. Los expertos dijeron entonces que
el ajedrez había cambiado para siempre.
La nueva máquina aprendió a jugar por su cuenta con un sólo input: las reglas del juego. Lo único que sabía era cuáles eran los movimientos posibles de cada pieza. No tenía información alguna sobre libros de aperturas o tabla de finales, el amplísimo abanico de jugadas teóricas que se necesitan para dominar y ganar las partidas. Tampoco conocía el supuesto valor de cada pieza. Alphazero adquirió un inigualable conocimiento del juego en una sola jornada enfrentándose a sí mismo en 44 millones de partidas, más de mil por segundo.
El impacto que ha supuesto la aparición de Alphazero en la comunidad ajedrecística ha sido tal que Magnus Carlsen (28 años), actual campeón del mundo, dijo que el programa es su “nuevo héroe”, admitiendo explícitamente que ha incorporado a su estilo de juego ideas prestadas de las partidas de ese sistema.
En su número de junio, la revista Peón de Rey, dirigida y editada por el gran maestro internacional español Miguel Illescas, analiza precisamente cómo ha variado el juego de Carlsen. El principal aprendizaje que el noruego ha extraído de la máquina es su disposición a sacrificar piezas al principio de la partida a cambio de mantener la iniciativa del juego. Esto es algo que va en contra de los principios del ajedrez clásico y de la propia manera de jugar del número 1 en los últimos años, más académica y basada en explotar una mínima ventaja para avanzar lenta pero inexorablemente hacia la victoria.
Según el análisis de Illescas y su equipo, Carlsen juega ahora de manera mucho más dinámica y agresiva: realiza maniobras a priori extrañas desde el punto de vista académico, especula con piezas valiosas para obtener ventajas a largo plazo y parece ignorar patrones esenciales del juego. Y los resultados son excepcionales: Carlsen está en mejor forma que nunca, jugando a un nivel nunca visto en el ajedrez.
¿Qué nos dice el hecho que el mejor de los humanos en su espe
El sistema supone una evolución de la inteligencia artificial que abre nuevas vías a la ciencia y la medicina
El campeón Carlsen juega de manera más agresiva y dinámica tras analizar las partidas de Alphazero
cialidad aprenda de una máquina? Una posible respuesta es que Alphazero puede significar, esta vez sí, un cambio de paradigma. Y no sólo en el ajedrez, sino en un sinfín de disciplinas científicas.
El excampeón Gari Kaspárov afirmó recientemente que cree que el programa podría mejorar notablemente la investigación médica. No en vano, una versión modificada, Alphafold, ya ha demostrado una precisión extraordinaria para predecir cómo se pliegan ciertas proteínas basándose únicamente en su secuencia genética, lo que abre vías de diagnóstico y tratamiento de enfermedades como el parkinson y el alzheimer.