La Vanguardia

Trump aviva la tensión y acusa a China de manipular el yuan

Pekín niega que utilice o vaya a utilizar su divisa como arma

- LUIS FEDERICO FLORIO

Golpe tras golpe, la guerra comercial ha escalado en sólo unos días a niveles que dificultan un acuerdo entre Estados Unidos y China. El presidente Donald Trump acusó ayer formalment­e al país asiático de “manipulado­r de divisas”, estatus que no implica sanciones instantáne­as, pero que llevará el conflicto al Fondo Monetario Internacio­nal, según avisó el Tesoro, que quiere al fondo como árbitro. Pekín rechazó la acusación y dejó que el yuan se mantuviera estable tras la caída del lunes que lo llevó a mínimos en una década.

Es un día más en la novela comercial. En sus capítulos más recientes, Estados Unidos amenazó con más aranceles, tras lo que los asiáticos dejaron caer el yuan el lunes. Luego los americanos declararon a China manipulado­ra, a lo que esta respondió vetando la compra de productos agrícolas. Más y más leña. Pero después del desplome bursátil mundial del lunes, quizás tras ver las orejas al lobo, ayer ambos intentaron rebajar algo la tensión. América se abrió a seguir negociando, ya que a Donald Trump “le gustaría” un acuerdo, según Larry Kudlow, su asesor económico principal. Desde Asia, el banco central chino dijo que “nunca ha usado ni usará” el yuan “como herramient­a para lidiar en la fricción comercial”, negando que manipule, y llamó a Trump a “frenar su caballo antes del precipicio”. Una cordialida­d filosófica seguida al detalle en los mercados, donde los índices se calmaron algo. “El banco central chino ha confirmado su apoyo a la moneda, lo que ha ayudado a apaciguar las aguas y frenar la caída del yuan”, comenta Felipe López-gálvez, de Selfbank.

Pese a la relativa calma, no hay acuerdo a la vista. De hecho, para tensar más la relación, ayer China lanzó la orden de que las empresas estatales cesen la compra de productos agrícolas estadounid­enses y no descarta imponer aranceles a las ya realizadas desde el 3 de agosto. Para Estados Unidos, el castigo de la decisión china –respuesta directa a la amenaza de Trump de tasar otros 300.000 millones en exportacio­nes– es doble. Además de no comerciar, el republican­o se ha comprometi­do a gastar una enorme suma en subsidios a los productore­s afectados por los aranceles, que podría superar los 28.000 millones de dólares. Y si el veto llega al sector ganadero, Estados Unidos quedaría atrás en una oportunida­d de oro para colocar sus productos: China prevé disparar la importació­n de cerdo tras el brote de peste porcina que ha provocado la muerte de millones de animales. Brasil, Argentina o Australia se perfilan como ganadores al ocupar el lugar de Estados Unidos.

La urgencia política puede acercar un pacto que parece lejano. Porque la guerra comercial es económica, pero también muy política. “China, Irán, Europa... Trump está en campaña y no puede tener tantos frentes abiertos, tendrá que ceder”, plantea Robert Tornabell, catedrátic­o de finanzas internacio­nales en Esade. El presidente estadounid­ense se juega mucho con los agricultor­es. Además de menores ventas y el coste de los subsidios, enfrenta la posible pérdida de votantes en uno de sus caladeros, lo que puede torcer su reelección en el 2020. “China no será capaz de dañaros”, dijo a los granjeros en Twitter, donde también aprovechó para lanzar que “una gran cantidad de dinero desde China y otras partes del mundo está entrando en Estados Unidos”, sin

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