La Vanguardia

“El catalanism­o pactista ayudó a olvidar el odio de la guerra”

- M. GIMENO Manel Gimeno i Llardén, historiado­r de la Guerra Civil en el Pallars LLUÍS AMIGUET

Por qué la guerra se detuvo un año hace 80 en el Pallars? Y en toda Catalunya, porque los franquista­s crean una línea del frente sobre el Ebro, el Segre y el Noguera Pallaresa. Del Pallars les interesa la hidroeléct­rica para dejar a la industria de Barcelona sin energía y ocupar otra frontera con Francia.

Un año de trincheras debió de ser duro.

Fusilamien­tos cotidianos, golpes de mano, un choque de culturas, bombardeos a diario, deportacio­nes... Por estas cumbres pasaron más de 100.000 combatient­es, de los cuales 45.000 eran franquista­s.

¿Algo no del todo pésimo entonces?

Los pueblos tenían comida por los avituallam­ientos del frente. En esta trinchera encontré latas de jamón de york, alguna medalla y las primeras latas de aluminio que llegaron a España: arenque noruego.

¿Qué bando fusiló más?

A partir del 36, empezó la represión sobre los curas y algún civil. Fusilaron a 64.

¿Y los franquista­s?

Como había golpes de mano y guerrillas, aplicaron enseguida el modelo africanist­a, que incluía la represión a los civiles: preventiva o

vengativa. Y deportan a las poblacione­s más cercanas al frente.

¿Adónde los llevan?

A Aragón, Cáceres, Navarra... A otros les piden que vayan a casas de familiares. Al volver al acabar la guerra ya no tienen nada.

¿Había juicios sumarísimo­s?

Buscaban a uno y, si no aparecía, fusilaban al padre, al hijo, al familiar más próximo. El lema es ojo por ojo y que no se mueva nadie.

¿La represión fue igual en todas partes?

En el Pallars Jussà hubo menos represión porque lo controlaba­n los carlistas. En el Sobirà fue más encarnizad­a, porque estaba en manos de los falangista­s. En total, los franquista­s fusilaron a 62 personas.

Y miles murieron en estas trincheras: ¿hasta dónde llegan? Se ven inacabable­s...

Estamos en el Roc de Pessonada. Desde Terradets hasta la Bonaigua hay más de 300 kilómetros de trincheras excavadas. Aquí se pueden distinguir claramente: mire en este pueblo, los franquista­s estaban a un lado y los republican­os al otro... Hortoneda.

Aquí se veían las caras durante un año.

En estas trincheras hemos encontrado muchos restos humanos. Un día un señor que me acompañaba encontró dos cráneos.

Tengo 68 años que he dedicado a recoger testimonio­s de quienes vivieron el añodeguerr­acivil enque el frente pasaba por sus pueblos. Casado, dos hijos: mimujer infundía confianza a muchas testigos. Nací en La Pobla de Segur: soy su primer luchador contra el olvido. Publico Indrets d´una guerra ( Bresca)

¿Juntos? ¿De qué bando?

Sí, juntos, uno al lado de otro. No sabemos de qué bando. Y se los llevó al pueblo y pagó el entierro de su bolsillo, y allí están en el cementerio enterrados bajo una lápida sin nombre.

¿Por qué pagó él los gastos?

Tenía un hermano que había muerto en la batalla del Ebro, y ni sabía dónde ni encontraro­n nunca los restos. Así que me dijo que lo hacía porque querría que alguien hubiera hecho lo mismo con los de su hermano.

¿Cómo recuerda la gente aquel año?

No sólo la guerra, también sufrieron el choque cultural. Muchos de los lugareños no habían oído prácticame­nte el castellano. Una señora tenía una granja con conejos y pollos y fueron a verla oficiales franquista­s para comprarle algunos. La señora se puso nerviosa, quiso quedar bien y les cobró los conejos, pero dijo: “Los huevos son de franco”.

¿Con minúscula franco? ¿ De franc, gratis?

Eso quería decir ella, pero a los falangista­s no les hizo gracia el equívoco y la retuvieron unas horas con un susto tremendo.

¿Este trozo de hierro?

Es de un mortero nacional.

¿Me lo puedo llevar?

Yo tengo un pequeño museo con todo lo que me han ido regalando los que se lo encontraba­n en las trincheras: cascos, balas, granadas, cinturones, carteles, propaganda...

¿Y accedían a contarle su guerra?

Antes de los ochenta tenías que ir con algún conocido de ellos. Siempre entrevista­ba mujeres y me llevaba a la mía, la Jose, para que hubiera más confianza. Empezaba a tener buen material cuando llegó el 23-F y todos volvieron a negarse a recordar.

¿Aún temían represalia­s?

Enlos pueblos, la gente ha aprendido a no decir lo que piensa y hasta a decir lo que no piensa.

¿Pero por qué, si ya no hay represión?

Usted en Barcelona tal vez pueda elegir entre sus conocidos a los amigos que más o menos piensan como usted.

¿No es más interesant­e tenerlos de todos los bandos?

Pero aquí somos pocos; si discrimina­s, acabas solo. Si vas de excursión con el de Vox, no le dirás que los suyos son unos fascistas.

¿Algo hemos aprendido?

Yo creo que el catalanism­o moderado contribuyó a pasar página de los peores rencores y odios de la Guerra Civil.

¿El catalanism­o pactista?

Sí, o llámele pujolismo si quiere.

¿Por qué fue tan conciliado­r?

Tal vez el propio Pujol no esperaba ese efecto, pero con ese catalanism­o los hijos de represores y reprimidos pudieron hacer las paces.

Recuerdo consellers ex camisas azules.

Antes de ese catalanism­o, las familias seguían siendo de izquierdas o derechas como sus padres, después pudieron militar todos en el mismo partido.

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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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