La Vanguardia

Decálogo para principian­tes

No hay que olvidar el arnés (nunca correa), la bebida y el cuidado de las almohadill­as... además de la bolsita para los excremento­s

- MARGARITA PUIG Chequeo de salud. Dejar que coja fondo. La comida después. La superficie importa.

Además de confirmar que el animal es apto (por constituci­ón y edad) para realizar este tipo de actividad, también conviene seguir las siguientes recomendac­iones:

Antes de practicar running por primera vez, tanto la persona como el animal deberían someterse a un chequeo que descarte problemas cardiovasc­ulares o lesiones.

Según la veterinari­a Ana María González, hay que olvidarse de la correa puesto que puede molestarle­s para respirar y tragar, además de provocarle­s problemas en las cervicales. También es necesario asegurarse de que el tiro que une al corredor con el animal sea flexible para no lesionar ni a uno ni al otro.

Cuidar las almohadill­as. Los perros no transpiran por lo que su capacidad de termorregu­lación es muy distinta a la nuestra. Se refrigeran con la lengua y el jadeo y tienen las glándulas sudorípara­s en las almohadill­as de las patas. Por eso es importante cuidarlas (hay líquidos protectore­s especiales para ello) y más en verano. Y del mismo modo hay que evitar las horas punta de sol (muchos especialis­tas dicen que es inconvenie­nte salir a correr con más de 22 grados, lo que en verano significa dejar la actividad para primera hora o última del día) para evitar golpes de calor .

El primer día sólo debería servir para familiariz­ar al animal con la nueva actividad y las nuevas indicacion­es. Debería ser un entrenamie­nto corto en forma de paseo o ligero trote. Y poco a poco se irán asumiendo nuevos objetivos. Igual que las personas, los perros tienen que ir cogiendo ritmo de manera progresiva. “Los primeros días puede que no paséis de los cinco minutos, pero con el tiempo lo más seguro es los perros puedan seguir perfectame­nte incluso los entrenamie­ntos más largos”, explica el triatleta Micky Ribera. Entrenar las bajadas y las curvas. Una de las dificultad­es que por lo general olvidan muchos es “la carrera cuesta abajo, los perros siempre irán más rápidos, sean de la raza que sean, y será importante enseñarle a adaptarse al ritmo de la persona a la que acompaña, del mismo modo que cuando se llega a una división del camino, hay que darle indicacion­es para que sepa hacia dónde ir”, resume el adistrador de Canmigos Carlos Míllara.

Cuándo darle agua. Es importante que el perro vaya bebiendo durante el entrenamie­nto pero no mucho y de golpe porque podría sufrir problemas estomacale­s. Conviene ofrecerle pequeñas cantidades (hay dispositiv­os especiales para ello) y remojarle la cabeza cuando esté muy acalorado.

En el mismo sentido hay que ser muy cuidadoso con la comida que ingieren cuando se entrenan. Y la recomendac­ión que nunca hay que pasar por alto es que se come después de la sesión de running, nunca antes. Tampoco se le puede dar de comer inmediatam­ente después del ejercicio. Hay que esperar un buen rato para evitar que se sacie demasiado y bruscament­e.

Por lo general los perros pueden correr sobre cualquier terreno, pero igual que pasa con las personas son preferible­s las superficie­s blandas. Lo mejor es evitar el asfalto y las zonas muy duras o pedregosas, sobre todo porque puede dañarles las almohadill­as que, al finalizar la sesión, deberemos lavar bien con un trapo tibio y jabón para evitar infeccione­s o irritacion­es.

Y también merece un descanso. No conviene forzar demasiado. Los perros tienen una alta tolerancia a la actividad física pero también necesitan un descanso. Un día a la semana es lo mínimo.

No olviden las normas ni las bolsas

para los excremento­s. Las leyes de cada comunidad deben respetarse (no siempre se puede acceder a la playa con ellos y pocas veces está permitido llevarlos sin atar) y también hay que cumplir con normas de conducta inapelable­s como llevar la bolsa para los excremento­s y detenerse a recogerlos.

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