La Vanguardia

EL ‘DORIAN’ GOLPEA EE.UU. TRAS ARRASAR BAHAMAS

La lentitud, intensidad y persistenc­ia del ciclón sorprende a los científico­s

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

El huracán Dorian alcanzó ayer con fuerza la costa de Estados Unidos a la altura de Carolina del Norte y Carolina del Sur, después de haber arrasado el norte de las islas Bahamas. La destrucció­n prácticame­nte total en las islas Ábaco, en el norte del archipiéla­go de las Bahamas (en la imagen), da idea de la furia con que pasó el huracán. Las labores de rescate avanzan con lentitud.

Con una fuerza sólo comparable a la del ciclón que en 1935 recorrió el sur de Estados Unidos, a Dorian se le empieza a llamar el huracán interminab­le. Casi dos semanas después de que fuera detectado sobre aguas del Atlántico y de arrasar con vientos de casi 300 kilómetros por hora el norte de las Bahamas, donde dejó al menos 20 muertos, ayer recuperó fuerzas hasta alcanzar de nuevo la categoría 3 y golpeó con virulencia la costa de Carolina del Norte y Carolina del Sur.

Finalmente Dorian no llegó a tocar Florida, donde un millón de personas había recibido la orden de evacuación, y regaló en cambio un extraño atardecer de color púrpura que, aliviados, muchos vecinos compartier­on en las redes sociales. El huracán siguió su rumbo hacia el noroeste y cogió fuerza a la altura de Georgia. El territorio de las Carolinas, situado más al este, no pudo esquivar el ciclón y pasó 36 horas a merced de las lluvias torrencial­es, vientos huracanado­s e incluso varios tornados. “Estamos ante algo muy serio, puede ser mortal”, advirtió ayer por la mañana Roy Cooper, gobernador de Carolina del Norte. A mitad de la jornada de ayer, más de 240.000 personas se quedaron sin electricid­ad en Georgia, Carolina del Norte y Carolina del Sur, aunque por el momento no hay que lamentar víctimas mortales.

Dorian se cebó especialme­nte con Myrthe Beach y Emerald Isle, dos populares destinos vacacional­es en la costa de Carolina del Sur que ayer ofrecían estampas de devastació­n en primera línea de playa. El ojo del huracán no ha tocado tierra pero ha provocado inundacion­es importante­s en las ciudades históricas de Savannah (Georgia) y Charleston (Carolina del Sur), además de Wilmington (Carolina del Norte). Al mediodía (hora local) Dorian rebajó sus fuerzas y volvió a ser catalogado en la categoría 2, empujado por vientos de hasta 177 kilómetros por hora.

“El monstruo”, como lo ha llamado el presidente Donald Trump, avanza lentamente. La cadena de islas de los Outer Banks (Carolina del Norte), un bello pero frágil ecosistema, donde muchas casas se construyen elevadas sobre plataforma­s de madera para dejar pasar la marea, se prepara para recibir hoy los efectos del huracán, que de acuerdo con las últimas previsione­s también se notará en el sudeste de Virginia durante el fin de semana. “¡Manténgans­e lejos de las carreteras y busquen refugio!”, aconsejó ayer el servicio federal de emergencia­s de Estados Unidos (FEMA, en sus siglas en inglés). “Creo que avecina un desastre”, declaró a AP Leslie Lanier, residente de Ocracoke Island (Outer Banks) de 61 años mientras se preguntaba si no se habría quedado corta colocando los libros a 1,8 metros del suelo.

La lentitud, intensidad y persistenc­ia de Dorian ha sorprendid­o a los científico­s, a pesar de que hace años que ha detectado un aumento de la fuerza de los huracanes que se forman sobre el Atlántico Norte. En Bahamas, a la espera de la ayuda internacio­nal, prosiguen lentamente las labores de rescate en busca de supervivie­ntes.

LLUVIAS, VIENTOS, TORNADOS...

‘Dorian’ esquivó Florida pero se robusteció a su paso por Georgia

CONSECUENC­IAS

Más de 240.000 personas, sin electricid­ad en la costa este de EE.UU.

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GONZALO GAUDENZI / AP

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