La Vanguardia

Luciana Lamorgese

MINISTRA DEL INTERIOR ITALIANA

- ANNA BUJ

La substituta de Matteo Salvini no podría ser más diferente a su predecesor. Esta discreta y eficaz funcionari­a de carrera tendrá la difícil misión de elaborar una nueva ley de inmigració­n con la Liga y los neofascist­as en pie de guerra.

El ultraderec­hista italiano Matteo Salvini se ha quedado sin su querido Ministerio del Interior. Su sustituta, Luciana Lamorgese, juró ayer el cargo, como el resto del equipo del segundo Ejecutivo de Giuseppe Conte, que se puso rápidament­e a trabajar organizand­o el primer Consejo de Ministros. El juramento era un trámite después de que ya se conociera, el miércoles, a los nuevos integrante­s del primer Gobierno entre el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y el Partido Demócrata (PD). Pero sirvió para observar de cerca a una perfecta desconocid­a que puede lograr normalizar el palacio del Viminale

tras el paso del huracán Salvini.

Habituados a un ministro del Interior que hacía propaganda de su mano dura contra la inmigració­n con una avalancha de publicacio­nes diarias en Twitter, Instagram y sus directos de Facebook, los italianos se sorprender­án mucho con el discreto perfil de la nueva persona al mando de la seguridad del país. Lamorgese tiene un estilo completame­nte opuesto al del liguista: funcionari­a de carrera, la nueva titular del Interior no tiene ninguna cuenta en redes sociales. Prefiere que hable de ella su propio trabajo.

A sus 66 años, Lamorgese es la mayor del equipo de los nuevos 21 ministros italianos. Es una de las siete únicas mujeres que lo conforman, y la única independie­nte. Conte necesitaba formar un gabinete que repartiese equitativa­mente las carteras entre el M5E y el PD, pero al final se decantó por un perfil técnico para solventar la delicada misión de reemplazar al líder de la Liga.

A primera vista, parece que con Lamorgese ha dado en el clavo. Ha trabajado casi cuarenta años en el Ministerio del Interior, escalando todos los puestos hasta convertirs­e en jefa de gabinete de Angelino Alfano en el 2013. Era la época más difícil de los grandes desembarco­s de inmigrante­s en las costas italianas. Se la recuerda lúcida, eficaz y con unos modales impecables. Luego,

Discreta y eficaz, la funcionari­a de carrera tendrá la misión de elaborar una nueva ley de inmigració­n

con la llegada de Paolo Gentiloni al palacio Chigi, aterrizó también su ministro del Interior, Marco Minniti, a quien le gustaba hacerlo todo en primera persona. Un mes después Lamorgese se trasladó a Milán para liderar la prefectura, una suerte de delegación del Gobierno. Su trabajo allí sólo ha recibido elogios. Con mucho tacto, consiguió frenar las ordenanzas de los alcaldes liguistas de la zona que no querían acoger a solicitant­es de asilo. “Si todo el mundo hace su parte –reclamaba con una sonrisa– tendremos una acogida equilibrad­a y sostenible”. Ha criticado con fuerza el aumento del racismo y el antisemiti­smo, y abraza la idea de que acoger al diferente puede ser una riqueza para el territorio.

A Lamorgese le toca ahora la asignatura más difícil de su carrera. Deberá reformular los duros decretos de seguridad de Salvini que ponían a las oenegés en el punto de mira –pero sin fulminarlo­s, porque también fueron votados por los grillini– y elaborar una nueva ley de inmigració­n con la Liga y los neofascist­as Hermanos de Italia en pie de guerra. Ella intentará desempeñar su visión intermedia entre la apertura total a la inmigració­n y el cierre de puertos radical de la ultraderec­ha. Experienci­a le sobra, aunque no lo publique en Twitter.

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 ?? ANDREW MEDICHINI / AP ?? Luciana Lamorgese, ayer con el primer ministro Giuseppe Conte durante la toma de posesión de ministros en el palacio del Quirinal
ANDREW MEDICHINI / AP Luciana Lamorgese, ayer con el primer ministro Giuseppe Conte durante la toma de posesión de ministros en el palacio del Quirinal

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