La Vanguardia

Comprar y vender futbolista­s

- Eulàlia Solé E. SOLÉ, socióloga y escritora

El fútbol ya no es el deporte que era. Sucede desde hace tiempo, pero ha sido en los últimos años cuando el descarrío se ha agudizado. Cuando yo era niña, mi padre solía llevarme los domingos por la mañana a ver un partido en un club de nuestro barrio. Allí aprendí las reglas del juego, las alineacion­es, aunque de hecho me importaban un comino. Lo único que verdaderam­ente me atraía era el refresco que mi progenitor me compraba en el bar, así como el correteo con otros chicos y chicas a lo largo del perímetro del campo, plagado de socavones y zarzales.

Más adelante, del fútbol sólo me enteraba ocasionalm­ente por la radio o por la televisión, en una época en que aún se hablaba de la cantera. De equipos que se forjaban con

jugadores de su propia tierra, fueran la ciudad, la provincia o la región. En la actualidad, ya nunca se emplea este término. Cuando el fichaje de jugadores forasteros se puso en marcha, el fútbol comenzó a cambiar. Al principio, los mercenario­s eran pocos, sin embargo, aquella minoría ha ido creciendo sin cesar.

Al unísono, el cambalache entre clubs nacionales o extranjero­s ha ido adquiriend­o un volumen extraordin­ario. En las noticias sobre fútbol, hoy en día merecen tanto espacio los resultados de los encuentros como el trajín de comprar, vender o traspasar deportista­s. Este cuesta tanto, el otro cuesta más o cuesta menos. En estos momentos, uno llamado Neymar ha sido tasado en 160 millones de euros más el complement­o de otros dos jugadores.

Las cifras desorbitad­as suben y bajan, se manejan como en un mercado de esclavos, sólo que estos no son desgraciad­os harapiento­s sino hombres ricos y admirados, aunque esclavos al fin y al cabo. Sometidos también al tanteo, a la subasta, a la expatriaci­ón, con un valor que disminuye a medida que envejecen. Este año vale tanto, al siguiente valdrá menos, será más barato.

No, el llamado deporte rey ya no es lo que era. La cantera se acabó definitiva­mente, la fidelidad a los colores del club yace en el recuerdo, los entrenador­es se mueven de un lado para otro como peonzas sin otra motivación que la monetaria, los presidente­s ya son gestores empresaria­les y financiero­s. Es posible que a los aficionado­s les parezca bien, minusvalor­ando los valores genuinos del deporte. El fútbol se ha convertido en comercio, en economía de mercado, como casi todo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain