La Vanguardia

Las penas de pericos y culés

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Tengo a mis dos principale­s amigos futboleros de Barcelona, Màxim Culé y Eusebio Perico, cabizbajos y desconcert­ados en este inicio de temporada. Apenas tratan de disimular, y cuando lo intentan se nota que la procesión les va por dentro. A los dos les hubiera gustado recrearse con los reveses del otro, siguiendo consolidad­as prácticas de escarnio y vilipendio, pero en esta ocasión no les queda ni ese clavo ardiendo al que agarrarse.

Màxim sólo comenta con su gente de confianza cómo han arrancado el curso los periquitos, pero no se atreve a decir palabra delante de Eusebio, que a su vez se lo ha pasado en grande con el culebrón veraniego a propósito del frustrado regreso de Neymar al Camp Nou. Al blaugrana, en cambio, le parece que los blanquiazu­les han mostrado sus limitacion­es al poner y quemar toda la carne en el asador con el objetivo de eliminar al Zorya ucraniano y clasificar­se para la Liga Europa.

Conseguido el primer objetivo del curso, los pericos se vinieron abajo, como si la lucha por estar en el torneo continenta­l les hubiera obligado a consumir todas sus energías. Màxim apenas encuentra alivio para sus cuitas pensando en el abismo en el que los desfondado­s periquitos han caído luego, incapaces de marcar un solo gol en los tres primeros partidos del campeonato liguero español.

Eusebio evita hablar de ello. Su tema de conversaci­ón es el desaguisad­o de los contactos entre el Barça y el PSG. La tesis de mi amigo blanquiazu­l es que el Barça no ha sabido diseñar proyectos ni medir ambiciones. A Eusebio toda la operación le ha parecido gafada desde el principio, y cuajada de excesos, con episodios de deslealtad hacia parte de la plantilla blaugrana,

Mientras Màxim Culé y Eusebio Perico buscan consuelo para sus cuitas, Narcís Onyar presume con Stuani

mientras otro sector del vestuario se está haciendo a su juicio con el control de las principale­s decisiones deportivas del club. ¿Es esto cierto? ¿Es una caricatura?

Sea como fuere, tanto Màxim como Eusebio son consciente­s de que las varas de medir no son las mismas para unos y otros. El Espanyol tiene tiempo para rehacerse. Una pájara coyuntural no tiene por qué implicar consecuenc­ias graves. Para el Barça, en cambio, cada punto perdido implica alejarse de los objetivos de la temporada. Y fiarlo todo a la Champions es muy arriesgado, vistas las experienci­as más recientes.

No es de extrañar que en este contexto el que haya sacado pecho sea mi tercer compañero de viaje futbolero en Catalunya, Narcís Onyar, quien desde su atalaya en Girona no para de felicitars­e por la permanenci­a de Stuani en Montilivi. Narcís dice que a Stuani no lo cambiaba por Neymar “ni regalado”. Girona, ya se sabe, ha resistido más de un cerco, y eso imprime carácter.

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José María Brunet POR LA ESCUADRA

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