La Vanguardia

Gilbert celebra la décima con un recital en Bilbao

El líder impone un fuerte ritmo y tapona todos los ataques

- XAVIER G. LUQUE Barcelona

Victoria impecable del veterano Philippe Gilbert en Bilbao, donde redondeó un recital en un terreno que le permitía jugar en campo propio. Supo meterse en la fuga del día, que no fue nada sencillo en esta ocasión, atacar en el último de los tres puertos de aproximaci­ón a Bilbao, coronar en solitario y, sin arriesgar en el descenso, mantener a distancia a sus dos únicos perseguido­res, el vasco Alexander Aranburu, del Caja Rural, y el oscense Fernando Barceló, del Euskadi. Ambos buscaron las cosquillas del belga del Deceuninck, que a sus 37 años apuntó, disparó y dio en el centro de la diana. Como dijo Aranburu, “aquí todos son buenos, pero Gilbert es campeón del mundo”. Y por la misma senda se lanzó Barceló: “No hemos perdido, ha ganado Gilbert”. Era un rival de nivel superior.

Gilbert entró con una renta escasa sobre sus dos perseguido­res, pero más que sobrada para celebrar la victoria y para hacerlo como tenía previsto: mostrando las palmas de las manos, los diez dedos desplegado­s que marcaban que la de ayer era su décima etapa en una de las tres grandes: seis en la Vuelta, tres en el Giro y una en el Tour.

La fuga del día costó un mundo, fue una batalla durísima durante muchos kilómetros hasta que el grupo de atacantes quedó formado. Y la presencia de Gilbert, arropado además por su coequipier Tim Declercq, no auguraba nada bueno para el resto de corredores. El final era perfecto para las caracterís­ticas del belga y por más que estaban todos avisados, fue imposible evitar que impusiera su ley. “Claro que en el equipo me han repetido que la rueda era la de Gilbert, que tenía que irme con él”, comentó Barceló. “Pero no ha podido ser, y mira que conozco la zona porque me entreno a menudo por aquí [pasa parte de la temporada instalado en Durango] y encima estaba mi novia en la llegada, o sea que estaba claro que quería luchar por la victoria”.

El grupo principal llegó con un retraso de tres minutos, pero muy diezmado. Fueron apenas una veintena, con los diez primeros de la general incluidos, porque la etapa se hizo muy dura, especialme­nte por la enorme batalla inicial hasta que se formó la escapada del día. Y entonces, poco después, se entró ya en la zona montañosa del día con el resultado de que no hubo apenas kilómetros de relajación.

En la meta se plantaron hombro con hombro y felicitánd­ose mutuamente Roglic y Pogacar, corredores de equipos distintos pero unidos por la nacionalid­ad eslovena. El Jumbo fue uno de los más interesado­s en imponer un ritmo alto, para evitar sorpresas, y en la parte decisiva del día destacó el abnegado trabajo del neerlandés Robert Gesink para mantener a raya a quienes quisieran asaltar el liderato. Apenas se vio un intento de Miguel Ángel López –que pilló algo despistado a Valverde– pero sin consecuenc­ias efectivas. Nada más.

Roglic no sufrió para conservar su renta, a la espera del próximo reto, en los Machucos. “Quedan nueve etapas pero no me asusta ninguna en especial, tengo un equipo fuerte”, declaró el portador de la camiseta roja, quien consideró que “en absoluto” está decidida la Vuelta.

La etapa de hoy promete emociones fuertes: son siete puertos entre Bilbao y el alto de los Machucos, un especial con rampas de cemento de hasta el 25 por ciento que ya se subió en 2017, con Froome como líder, pero sufriendo en su defensa.

PRIMOZ ROGLIC

“No me asusta ninguna etapa en especial, tengo un equipo fuerte”

UN DÍA CLAVE

La carrera culmina hoy en los Machucos, con sus rampas de cemento del 25 por ciento

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EP Gilbert celebra su victoria en Bilbao y marca sus diez etapas conquistad­as entre la Vuelta, el Giro y el Tour

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