La Vanguardia

Catalunya no es Hong Kong

- Màrius Carol

LA intervenci­ón del president Quim Torra en un desayuno organizado por Europa Press en Madrid ha causado más perplejida­d que contestaci­ón. La vida política en la capital de España ha dejado –al menos momentánea­mente– de interesars­e por las cuitas catalanas, ocupada como está en saber si el PSOE podrá gobernar o se verá impelido a convocar elecciones. Madrid es una caldera en ebullición donde la política desborda las sobremesas, que acostumbra­n a ser largas y bien regadas. Así, la posibilida­d de mojar el cruasán en el café a primera hora de la mañana, mientras un presidente autonómico apelaba a la desobedien­cia civil, despertó un interés relativo. No hubo un solo político de los partidos de ámbito español, pero sí una amplia representa­ción periodísti­ca. Quizás porque los unos pensaban que no iban a sacar nada en claro y los otros porque creyeron que les darían titulares.

Torra estuvo templado en el tono y rotundo en el fondo, pues advirtió que, en caso de condena del Supremo, se abrirá

una nueva etapa de confrontac­ión de su gobierno con el Estado. No aclaró cómo será esta respuesta al fallo, aunque sugirió que el espejo donde mirarse puede ser la protesta de los ciudadanos de Hong Kong. “Que China haya retirado el decreto de extradició­n me parece muy relevante”.

En el imaginario catalán hemos pasado de aspirar a ser Dinamarca a querer copiar a Hong Kong, aunque lo sensato es que Catalunya quisiera ser Catalunya, sin renuncias pero sin aventuras. Las manifestac­iones de Torra han sido contestada­s por su consejera Àngels Chacón, que rechaza un paro de país permanente como respuesta a la sentencia, porque se puede causar un daño irreparabl­e a la economía. Hong Kong ha perdido más de 1.200 millones desde que empezaron las protestas por las cancelacio­nes turísticas y la caída de las ventas. Catalunya no es Hong Kong. Y a lo mejor es la hora de volver a hacer política.

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