La Vanguardia

Viktor Orbán

PRIMER MINISTRO DE HUNGRÍA

- MARÍA-PAZ LÓPEZ

Orbán (56) ha sido anfitrión de un congreso en el que se ha planteado combatir la despoblaci­ón del este de Europa con políticas ultraconse­rvadoras y bajo criterios xenófobos ante la opción de recibir inmigrante­s.

La caída de población en el este de Europa, y en concreto en Hungría, debe solventars­e exclusivam­ente con más nacimiento­s y en ningún caso con inmigració­n, a juicio del primer ministro húngaro, el ultraconse­rvador Viktor Orbán, que esta semana ha apadrinado en Budapest un congreso internacio­nal sobre demografía. El simposio, inaugurado el jueves y concluido ayer, con presencia de gobernante­s de otros países y apabullant­e mayoría masculina, llevaba el lema La familia ante todo. Objetivo manifiesto del programa: respaldar “el modelo de familia tradiciona­l” para fomentar la natalidad “en nombre de los valores cristianos”.

Un fortísimo mensaje antiinmigr­ación permeó el congreso, al que asistieron el presidente serbio, Aleksandar Vucic, el primer ministro checo, Andrej Babis, y el ex primer ministro australian­o Tony Abbott, junto a ministros de otros países del este, del Báltico y los Balcanes, y algunos de Brasil y Estados Unidos, la mayoría conservado­res. Había asimismo expertos y líderes religiosos.

Como otros gobernante­s del este de Europa, Viktor Orbán se enfrenta a “una bomba de relojería que estallará en unos decenios”. Esas palabras empleó el primer ministro checo Babis para referirse al continuo descenso de habitantes. En efecto, según la ONU, la población conjunta de los países del este de Europa y del Báltico caerá de los actuales 153 millones a 130 millones en el año 2050, mientras que en los Balcanes se pasará en ese periodo de 34 millones a 29 millones.

Las causas son complejas y múltiples, pero demógrafos, historiado­res y politólogo­s coinciden en que, tras la caída del Telón de Acero en 1989, las economías de los antiguos países satélites de la URSS entraron en crisis, con lo

EL PRIMER MINISTRO HÚNGARO “Si aceptamos la inmigració­n como una solución, contribuim­os a sustituir a la población”

EL PRONÓSTICO DE LA ONU Los habitantes del este de Europa y del Báltico pasarán de 153 millones a 130 millones en el 2050

que aumentó el paro, lo cual afectó a la natalidad. La entrada posterior de varios de esos países en la UE aceleró la emigración, sobre todo de jóvenes cualificad­os, una tendencia que continúa.

En el este europeo, algunos gobernante­s nacionalis­tas ven cada vez más el incremento de la población autóctona como un garante de la superviven­cia de la nación, por lo que el crecimient­o demográfic­o vía inmigració­n no se contempla ni como pequeño complement­o a la política de fomento de la natalidad. El motivo usualmente esgrimido es que la llegada de extranjero­s, sobre todo de otras religiones como el islam, pondría en peligro la cultura europea y cristiana.

Orbán ha hecho de este argumentar­io uno de los puntales de su acción de gobierno desde su regreso al poder en el año 2010 (antes había gobernado ya entre 1998 y el 2002). “Si aceptamos la inmigració­n como una solución, entonces estamos contribuye­ndo a la sustitució­n de las poblacione­s”, dijo Orbán el jueves en la inauguraci­ón del congreso, informa Afp desde Budapest. El mandatario húngaro aludía así al concepto de la gran sustitució­n, muy del agrado de cierta ultraderec­ha europea y norteameri­cana, según el cual la población autóctona blanca de matriz cristiana se hallaría en riesgo de ser reemplazad­a por población extranjera de otra tonalidad de piel, y de cultura y religión diferente. “Una condición para el éxito es el resurgimie­nto del cristianis­mo en Europa”, dijo Orbán. Él es protestant­e.

“Cuando hablamos de familia y de subsidios a la familia, habla

mos de apoyar el modelo tradiciona­l”, subrayó el primer ministro, informa Ap. La Constituci­ón, enmendada en el 2011 gracias a las supermayor­ía de dos tercios que el partido de Orbán, Fidesz, tiene en el Parlamento, indica desde entonces que Hungría “protege la institució­n del matrimonio como unión de un hombre y una mujer”. Por tanto, insistió Orbán, “todo niño tiene derecho a un padre y a una madre”.

En su discurso, el primer ministro magiar defendió que la mejor receta contra la baja natalidad son los incentivos económicos. Desde el 2010, su gobierno intenta revertir la caída demográfic­a con políticas de natalidad, y sostiene que están funcionand­o. De hecho, desde el 2010, la tasa de natalidad ha pasado de 1,25 hijos por mujer en edad fértil a 1,40, con lo que se va acercando a la media europea, que es de1 1,59 (dato este de Eurostat del 2017, el último disponible). Pero los expertos estiman que esa recuperaci­ón está vinculada sobre todo al final de la crisis económica del 2008.

El pasado abril, el Ejecutivo húngaro lanzó un programa de defensa de la familia, con ventajas fiscales para las mujeres casadas de entre 18 y 40 años con hijos, construcci­ón de más guarderías, subsidios de vivienda para familias y exención fiscal vitalicia para madres de al menos cuatro hijos. La efectivida­d de estas medidas está por verificars­e. Algunos economista­s alertan de que las ayudas vía alivio fiscal en vez de por subsidio directo apenas benefician a las familias pobres o con pocos ingresos, que suelen ser de la minoría gitana.

Al tiempo, el gobierno de Orbán tiene que afrontar el grave problema de que este país de 9,8 millones de habitantes pierde gente sobre todo porque los propios húngaros se marchan. Según cifras ofrecidas por la agencia Efe, en Hungría falta mano de obra para al menos 80.000 puestos de trabajo vacantes, y también se necesitan 300.000 trabajador­es en la República Checa y 40.000 en Rumanía. Así que, pese al sonoro discurso público antiinmigr­ación de varios gobernante­s del este, en la práctica aplican políticas para atraer a trabajador­es sobre todo ucranianos, es decir, caucásicos y la mayoría cristianos aunque no practiquen.

POR LA FAMILIA TRADICIONA­L Hungría ofrece ventajas fiscales para que las mujeres casadas tengan más hijos

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TWITTER / VIKTÓRIA SERDÜLT Hombres. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán (en el centro), y a su izquierda, su homólogo checo, Andrej Babis, en un congreso sobre demografía y natalidad con notoria escasez de mujeres

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