La Vanguardia

Una gaditana exiliada del periodismo

- PEDRO VALLÍN Madrid

Temperamen­tal, alegre, expresiva, exhaustiva, apasionada... la descripció­n que hacen de Noelia Vera (Cádiz, 1985) quienes trabajan cerca de ella invita a manejar los adjetivos con tiento, de tanto como se inclinan hacia el arquetipo sureño. Pero ella se siente cómoda enfundada en ese atavío, porque, admite, le cae como un guante. Periodista de vocación, formación y profesión desde que salió de la universida­d complutens­e en 2005, y de hecho, desde que en 1999, con apenas 14 años, comenzó a presentar su primer programa de radio en la emisora del instituto, Vera es hoy portavoz en solitario del consejo de coordinaci­ón (es decir, la ejecutiva) de Podemos, después de haber compartido la portavocía durante tres años con Pablo Echenique.

En el Congreso se hizo cargo la pasada semana del áspero debate con que se zanjó la comparecen­cia de la vicepresid­enta en funciones, Carmen Calvo, por la crisis del barco Open Arms. Pese a su esfuerzo inicial por “no incendiar el pleno”, Vera exhibió su pasión política en la réplica, después de una agresiva intervenci­ón del socialista Rafael Simancas –que afeó a Podemos sus críticas para con quien se pretende socio–, en una alocución vertiginos­a y vehemente. “No pondremos la otra mejilla”, proclamó. Era la segunda vez que Noelia Vera se mostraba así de efusiva en la tribuna. El precedente se había dado cuando Ciudadanos se apeó del pacto laboriosam­ente alcanzado para el concurso de RTVE. Ese proceso le había servido, en todo caso, la camaraderí­a del diputado naranja Guillermo Díaz, con el que negoció y trabajó aquel texto y con el que mantiene una franca amistad.

Vera se crió en el Puerto de Santa María, en una granja familiar, junto a padres y tíos, una época de la que conserva su pasión por los animales. Hoy cuida, junto a su pareja, de tres perritas, que son una de sus mayores pasiones, junto con la electrocum­bia.

Como su compañera Ione Belarra, también Vera encuentra en el electrolat­ino una buena forma de despresuri­zarse tras las abundantes tensiones que provee la política, si bien la conexión con la música latinoamer­icana de la gaditana está más vinculada a las raíces folk de las músicas caribeñas. Vera vivió tres años en Colombia. Llegó al continente para completar las prácticas del máster de periodismo de la Agencia Efe en Buenos Aires, y cuando terminó su formación decidió recorrerlo de mochilera durante un año. Esa conexión prendió y tiempo después volvería a Colombia donde se desempeñó durante tres años, primero montado una delegación de la agencia Ágora News, y después en los servicios de prensa de la alcaldía de Bogotá.

Volvió por lo que se vuelve cuando descubres con vértigo que estás empezando a tener una vida montada muy lejos. A su regreso acabó formando parte del equipo de La Tuerka, primero como reportera y luego sustituyen­do a Pablo Iglesias como conductora del programa, cuando los compromiso­s políticos comenzaron a apartarlo de la comunicaci­ón. Conoció a Irene Montero en su primer día a los mandos del debate, cuando la hoy portavoz del grupo parlamenta­rio se estrenaba como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Ambas debutaban. Pablo Iglesias debería haber conocido ese día a su hoy pareja pero no llegó a tiempo a conducir el programa de debate y le pasó el testigo a la joven periodista gaditana.

Vera decidió convertir su militancia periodísti­ca en política como quien toma las armas. Fue a raíz del hostigamie­nto que padeció, desde fuera y desde dentro de Podemos, Juan Carlos Monedero a propósito de sus cuitas fiscales. Precisamen­te, el frecuente fuego amigo es su mayor decepción con la política. “Estoy preparada para enfrentarm­e a los malos, pero no para enfrentarm­e a los buenos”. Alude, claro al diferente ánimo con que afronta la pugna política con los adversario­s y las porfías intestinas, de las que su partido sabe un rato. Por eso –y por la carga de trabajo que asume y que a decir de sus compañeros es descomunal– cree que el límite de ocho años en política es crucial para sobrevivir­la.

No volverá al periodismo, asegura. “He aprendido demasiado de cómo funciona desde este lado, y mi grado de frustració­n con un oficio que adoro es mucho mayor. Nos parecemos demasiado periodista­s y políticos”. Para mal. Los mismos vicios: “Falta de lealtad, falta de profesiona­lidad y falta de valores”, reprocha a las que han sido sus dos ocupacione­s principale­s estos últimos quince años. Al tiempo, reconoce haber aprendido mucho de los rivales: “Soraya Saenz de Santamaría siempre me pareció una gran profesiona­l”, y cuentan con su afecto y respeto otros políticos de formacione­s rivales, como el socialista Luis Carlos Sahuquillo (tiene truco, ha sido su vecino de escaño), o la propia expresiden­ta popular de la Cámara Ana Pastor, la favorita de buena parte de Podemos.

Pero aunque no planee regresar al periodismo –“nadie me haría un hueco”– ni permanecer mucho en la política, no mira el futuro con inquietud. “He sido dependient­a, camarera..., he hecho de todo y no se me van a caer los anillos por volver a buscarme un trabajo”.

Máster por la agencia Efe, Vera no volvería al periodismo después de haberlo vivido desde el lado de la política

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EMILIA GUTIÉRREZ La diputada Noelia Vera en el restaurant­e colombiano Patacón Pisao del barrio madrileño de Delicias, uno de sus locales de referencia

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