La Vanguardia

Política y activistas

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Una cosa es la política y otra el activismo. Y cuando los activistas se convierten en políticos ocurre lo que ocurre, llámense Ada Colau o Quim Torrra. Por la sencilla razón de que mientras la política actúa en el plano de lo real, el activismo lo hace en el plano de lo ideal.

Así, la ANC y Òmnium Cultural pueden pedir la luna. Pero los partidos políticos, llámense ERC o Jxcat saben que la luna es inalcanzab­le. Incluso podríamos ir más lejos y reconocer que hay partidos instalados en la utopía, como la CUP, que corren el mínimo riesgo porque saben que nunca gobernarán.

Pero los partidos con vocación de gobierno, llámense ERC o PDECAT, no pueden hacerlo. Sorprenden­temente, ERC parece haberlo entendido mientras que el PDECAT se convierte en Junts per Catalunya y acaba transforma­do en la Crida. O sea en la utopía. Y es que desde el exilio, si no el sentido de la realidad, se pierde el de la perspectiv­a.

Mutatis mutandis es lo que lo ocurre a Pedro Sánchez, dispuesto a actuar conforme al sentido de la realidad, de lo posible, y, en consecuenc­ia, el miedo que le produce sentar en el Consejo de Ministros a quienes igualmente están instalados en la utopía. No hace falta recordar que Podemos procede del activismo del 15-M.

Quizá los activistas, en lugar de crear un partido político, debían haber creado una oenegé. ENRIC NEBOT

Lloret de Mar

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