El caballero del textil que no reniega de lo digital
El grupo Albini emplea a 1.400 expertos en sus ocho fábricas, posee cinco grandes firmas textiles (Cotonificio Albini, Thomas Mason, David & John Anderson, Albiate 1830 y Albini Donna), alguna en Savile Row, y produce dieciséis millones de telas al año. Siempre de lo más exclusivo. Y sobre todo para la confección de camisas de altísima gama de las principales firmas de lujo. En definitiva, se trata del mayor productor de telas europeo, con una facturación de 150 millones al año. Al frente de este gigante, que es un clan familiar bien avenido, está Stefano Albini que, vestido con un gusto exquisito, recuerda que el grupo que dirige sólo acepta la máxima calidad.
Para ello ha insistido en imponer para su compañía un “sistema de integración vertical que va desde la recogida de la materia prima a la comercialización, pasando por el tintado, el retorcido de los hilos o la confección”, explica en calidad de presidente resumiendo su filosofía con el lema de la casa: “De la semilla a la tela”.
Deja muy claro que los Albini controlan todo el proceso, desde el algodón, que cultivan en campos propios en Egipto (de ahí proceden las variedades más apreciadas: Giza 45 y Giza 87) y en Barbados (variedad Sea Island) hasta el lino, que consiguen de la cooperativa de Normandía Terre de Lin.
Y el esfuerzo tiene su premio. Sólo basta palpar los copos de algodón con que trabajan en su Cotonificio Albini de Bergamo, al norte de Italia. Resultan tan o más suaves que la seda. Es así, explica Steffano, porque siempre ha sido así y la idea es no cambiar nunca. Hay que retroceder hasta 1876 para dar con los orígenes de esta compañía que ya entonces, en manos de Zaffiro Borgomanero, empleaba a 44 personas al frente de 40 telares mecánico. Merecedor en 1884 de la medalla de bronce de la exposición industrial celebrada en Turín, Borgomanero legó su industria a su sobrino Giovanni Albini, bisabuelo de la actual generación.
“Se trasladó de Vicino a Bérgamo en 1870, junto al río Serio, donde pronto se instalaron un buen número de telares de seda y lana (y tras la revolución industrial, del algodón)”. La llegada en 1989 de la generación de Stefano convirtió la empresa en una compañía internacional capaz de exportar el 70% de la producción a 83 países y cuenta con oficinas comerciales en Hong Kong y Nueva York.
Stefano Albini, que tomó las riendas del grupo hace poco más de un año, se esfuerza para seguir aplicando una visión moderna sin dejar de mimar la tradición de 140 años. Busca “enriquecerla con nuevas tecnologías sin olvidar el obligado respeto al medio ambiente”. Con esa mentalidad acaba de inaugurar Albini Next, un departamento plagado de jóvenes que investiga nuevos materiales, diseños y procedimientos sostenibles.
Stefano Albini es un empresario ilustrado que no tiene problema para ponerse al día. Lo demuestran sus importantes inversiones en innovaciones digitales, como la aplicación Fabric Butler, diseñada para hacer camisas a medida. “Gracias a la nueva herramienta es posible elegir los tejidos de nuestras colecciones y enviar el pedido directamente al sastre de confianza más cercano, identificado mediante el localizador de sastres”, resume este enamorado de la herencia que se ha convertido en su vocación
y oficio.
Stefano Albini, al frente del mayor productor de telas europeo, convence con su aplicación Fabric Butler