La gentrificación barcelonesa ya tiene su obra en Tàrrega
La feria teatral ovaciona el humor y la poética de ‘Livealone’
Tàrrega celebró ayer su tradicional día grande con llenos en muchas plazas y gran ambiente festivo en las calles. El sábado es siempre la jornada principal de la Fira de Teatre al Carrer y ayer además el tiempo acompañaba para estar en las calles, con un sol más que notable pero con un aire remarcablemente fresco, de manera que las últimas noches han sido de manga larga rigurosa.
Los espectadores aprovecharon y espectáculos de payasos como el de Bucraá Circus El gran final abarrotaron la plaza Major de la ciudad con su particular poética, mientras que montajes infantiles como La lluna en un pot (Un espectacle incomprés), de la compañía La Petita Malumaluga, llenaban de poesía el polideportivo municipal frente a los más pequeños de la familia. Aunque ayer sin duda el éxito incuestionable de la jornada, y que se verá de nuevo en el festival Temporada Alta de Girona –que lo coproduce junto a Fira Tàrrega– fue Livalone. Una obra sobre un joven que busca piso a solas en Barcelona y encuentra horrores varios o no encuentra nada, y que se llevó un aplauso largo y unánime. Dos jóvenes creadores, Alejandro Curiel y Francesc Cuéllar, citan al público en la antigua fábrica de maquinaria agrícola de Cal Trepat. En concreto, a la elegantemente racionalista casa que perteneció a sus dueños. Y comienza la historia. Una historia que es una reflexión sobre la gentrificación –o el aburguesamiento, como prefieren ellos– de las grandes ciudades, sí, pero sobre todo, al final, es una mirada poética a lo que representa para cada persona un hogar. Una reflexión sobre dónde queremos o dónde querríamos estar.
En medio, al inicio y al final, el humor –muchas veces brillantemente negro–, la locura y la gracia de Cuéllar y Curiel. Porque nada más llegar al público reunido frente a la entrada de la casa, situada al lado de la carretera, ya en las afueras de la ciudad, inmersos en el olor de la vecina fábrica de aceites Borges, Cuéllar explica una historia que parece muy personal pero en la que nunca está claro qué es ficción y qué realidad. Porque si co