La Vanguardia

Ricky Rubio y Marc Gasol convierten en oro la selección

España conquista su segundo Mundial tras avasallar a Argentina de principio a fin con una gran actuación coral

- Juan B. Martínez Barcelona

La selección española de baloncesto conquistó ayer en Pekín su segundo Mundial al vencer a Argentina (75-95) en una final que dominaron de principio a fin. Trece años después del éxito de Japón, la selección volvió a lo más alto del podio con una gran actuación coral y el liderazgo de Ricky Rubio, que fue elegido el jugador más valioso del campeonato y de la final, y Marc Gasol, que también se coló en el cinco ideal del campeonato.

Un festival de campeonato coronó a España en el Mundial de China. Una superiorid­ad total contra Argentina le dio a la selección española su segundo oro universal. Trece años después de conquistar el título en Japón, el equipo de Sergio Scariolo celebró en Pekín con toda justicia un trofeo que se mereció como nadie. Ha sido el éxito del trabajo, del compromiso, de la convicción. Ha sido la victoria de un conjunto con mayúsculas, con actores principale­s, como Marc Gasol y Ricky Rubio, elegido el mejor de la final, con 20 puntos, y del torneo. Pero también ha sido el triunfo de un ramillete de jugadores enamorados del podio. Es la undécima medalla de España en los últimos trece años. Conocen de memoria el camino del cajón. Pero nunca se cansan de colgarse metales. Contra la albicelest­e, que llegaba también invicta, se vivió un dominio español de principio a fin. La campeona del mundo ganó sus ocho partidos.

Sin Pau Gasol. Sin Mirotic. Sin Ibaka. Pero con Rubio, Marc Gasol, Víctor Claver, Rudy Fernández o Sergio Llull. Y, especialme­nte, con Scariolo, un apasionado de su profesión, un maestro a la hora de preparar los partidos. Marc Gasol es el segundo jugador de la historia, tras Lamar Odom, en ganar la NBA y el Mundial el mismo año. Pero no hay que olvidar que el selecciona­dor también ha triunfado en este 2019 en la liga estadounid­ense como ayudante en Toronto. Se ha desdoblado para ser doble campeón.

El inicio de España no pudo ser más espectacul­ar. Scariolo había ordenado un cambio en el quinteto inicial, la inclusión de Oriola por Claver, como ante Serbia. Y le salió bien puesto que el barcelonis­ta consiguió la primera canasta del partido, se mostró muy dinámico y frenó de salida a Scola, que no metió ningún punto hasta el minuto 27 y que no anotó ninguna canasta en juego hasta el 35. Como anteriorme­nte otras figuras de los rivales el veterano ala-pívot vivía un calvario y terminó con un 1/10 en el tiro.

Ahora Ricky Rubio. Ahora un triple de Marc Gasol. Ahora un dos más uno de Juancho Hernangóme­z. El menú español era excelso y variado. Un auténtico torrente de fundamento­s, con una circulació­n de balón rápida y acertada. Argentina estaba desarbolad­a y sin ideas. La selección española la había dejado pasmada.

El 2-14 a los tres minutos era bien elocuente, ejemplo de lo que sería la final. Sólo Brussino, que logró los primeros ocho puntos albicelest­es, respondía al desafío. Eso sí, en cuanto España cometió un par de errores en el pase los de Sergio Hernández lo aprovechar­on para salir como galgos al contraataq­ue. Como no podían encontrar fisuras en la defensa española en el cinco contra cinco meter puntos a la carrera era su principal fuente de productivi­dad. Un parcial de 11-0 igualaba el

La selección suma 11 metales en 13 años después del éxito de un equipo que se creció ante las bajas

partido. Era un volver a empezar, pero la respuesta española resultó descomunal. Un 1-17 completado con un segundo triple de Rudy Fernández. España se escapaba de 17 (14-31).

Quedaba mucha tela que cortar pero en ese momento todo les funcionaba a los de Scariolo. Argentina, muy agresiva a la hora de apretar las líneas de pase exteriores, pero muy inferior en el rebote (27 a

47), se veía constantem­ente martillead­a. Habían conseguido frenar relativame­nte hasta ese instante a Rubio y bastante a Gasol, pero les salían demasiados frentes.

Porque funcionaba Rudy. Lo hacía Ribas. O Willy Hernangóme­z. Hasta ocho jugadores españoles anotaban en esta fase (todos los que tenían minutos menos Víctor Claver) y los argentinos no podían llegar a todas las ayudas. Eso sí, en ataque encontraba­n los dardos certetúpid­os. ros de Laprovitto­la. Los 9 puntos del nuevo base del Real Madrid daban un cierto oxígeno a su equipo, desacertad­o Scola y discreto Campazzo, pero España controlaba cómodament­e la situación al descanso (31-43).

Argentina se había empleado con mucho corazón. España le sumaba cerebro, acierto y más fondo real de armario. Sólo había sufrido realmente al perder algunos balones esEra su principal punto que corregir.

No sólo lo subsanó sino que se vio impulsada por el gran tercer cuarto de Ricky Rubio y Marc Gasol. Si Argentina había pensado en una reacción, se vio noqueada por las combinacio­nes entre los pilares de la selección española. Jugaban de fábula los dos contra dos y se intercambi­an los papeles. Asistían y anotaban entre ellos de forma indistinta. Una canasta con tiro adicional del base ponía a España con un contundent­e 33-55.

Restaba casi medio encuentro pero la final ya olía a sentencia. Porque los de Scariolo no caían en ninguna pájara y Argentina no cogía una racha que rearmara su moral. Apagado Campazzo, tristón Scola ante su incapacida­d para superar a Oriola, a Claver o a Willy Hernangóme­z, el partido era un monólogo español. Una lección de dominio. Una clase de solvencia. 47-66 con un cuarto por jugar.

Muy mal lo tendían que hacer los españoles para derrochar esa ventaja. Aún quedó un último arreón argentino porque su presión provocaba pérdidas y porque Laprovitto­la y Deck transmitía­n orgullo, pero fue rápidament­e neutraliza­do por Ricky Rubio, Sergio Llull y Juancho Hernangóme­z. La agonía se produjo en semifinale­s contra Australia. En la final España pasó por encima de su rival. Son los amos del mundo.

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JUAN CARLOS HIDALGO / EFE Rubio, que dedicó la copa a su madre fallecida, fue el jugador más valioso del campeonato y de la final
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El capitán de la selección española, Rudy Fernández, levanta el trofeo de campeón del mundo ante la euforia de sus compañeros, ayer en Pekín
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HECTOR RETAMAL / AFP

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